Opinión

Única salida

Mas ya puede presumir de ser un pollo descabezado; un pollo político, no un pollo pera, que eso siempre lo fue. Con insistencia cabezona, perseverancia en el error y conocimiento de causa, se ha desayunado hoy en el BOE con dos sencillos recursos que el Gobierno dirige al Constitucional y que desbaratan por completo su plan del 9N, sus millones gastados y sus promesas.

Le queda, eso sí, el entretenimiento y la comedura de coco aplicados a sus administrados durante largo tiempo, es decir, lo que en los historiadores llamarán un sucedáneo de gobernación.

No se puede decir que no sabía lo que iba a ocurrir. Muy al contrario. Tenía un conocimiento exacto del día de hoy, porque es el resultado de una simple operación matemática. Tan elemental que el TC ni siquiera ha necesitado calculadora, resolviendo con la celeridad propia de una regla de tres, aunque a él le haya cogido con el pie cambiado.

De él depende ahora imponer la cordura o dejarse arrastrar hasta el empecinamiento para disputarle el título histórico al militar Juan Martín Díaz, y esta vez, no sería por la pecina de su río natal, sino por el verbo sinónimo de encapricharse.

Coinciden los recursos con la amenaza de la agencia Fitch de rebajar a bono basura la deuda catalana, lo que supondría la auténtica proeza de su mandato y que Mas alcanzará sin grandes esfuerzos si al desafío une la desobediencia, algo que repele a los inversores tanto o más que la propia falta de productividad.

Y de todo ello en Cataluña se sigue informando la mitad de la mitad. No ha pasado nada grave y el presidente de la Generalitat sigue teniendo capacidad para decidir, cuando en realidad, si no quiere agravar la situación más de lo que la tiene, solo le cabe apechugar con lo hecho y escapar de la comisión de delitos.

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