TEMPORADA NUEVA, destino nuevo. Uno coge el coche para vivir otra etapa en su vida. Del cálido sur al frío del norte en apenas un año. De la playa a la montaña. Uno siempre vive en la incógnita sobre la nueva ciudad donde va a residir: ¿me va a gustar?, ¿me voy a adaptar?, ¿dónde voy a vivir?
Uno siempre pregunta a quienes conocen la población en cuestión cómo son sus características. Lugo y su muralla me encantaron desde el primer momento. Me dijeron que hacía mucho frío y llovía mucho. Doy fe de lo segundo, no de lo primero. ¡En Girona hace más frío! Eso sí, sale más el sol.
Lo que más me gustó fue la muralla. Su entrada me recuerda a tiempos medievales con una ciudad familiar protegida por los suyos, dando la sensación de que todo el mundo ofrece su hombro al de al lado. Gente honesta. Un paseo por el centro de Lugo es lo más tranquilizador que puede haber. Eso sí, con el coche rezo para que no se ponga un semáforo en rojo alrededor de la muralla. ¡Cuánta espera! Lugo, ciudad amurallada.
