Opinión

Entre héroe y villano

MANUEL MÁRTINEZ se está comportando como un héroe o un villano? Depende a quién se lo pregunten, pero la cuestión genera reacciones encendidas, tanto a favor como en contra, y son muy pocos los que se mantienen neutrales ante la decisión del diputado provincial socialista y alcalde de Becerreá de permitir que el PP recuperase la Diputación de Lugo después de ocho años de bipartito (PSOE-BNG). Los socialistas lucenses -no solo en las altas esferas, donde prima la crispación sino entre las bases y entre los simpatizantes, donde reina la confusión- están sufriendo un auténtico maremoto con un final incierto, pero, sea cual sea, tiene que pasar a la fuerza por la figura de Manuel Martínez.

El becerrense tiene un considerable número de defensores. Solo hace falta ver las reacciones que su decisión generó en las redes sociales o el respaldo prácticamente unánime de los vecinos de su municipio porque son muchos los que consideran que fue objeto de juego sucio en el seno de su propio partido. Motivos que justifiquen esta postura no faltan, porque Martínez se acostó el martes como candidato del PSOE a presidir la Diputación y cuando, al día siguiente, llegó a San Marcos para asistir al pleno constituyente se encontró con un sustituto, el alcalde pontenovés, Darío Campos, nombrado por la Comisión Federal de Listas del PSOE, a propuesta de no se sabe quién, porque la dirección provincial ya ha aclarado que no aprobó ningún cambio, y después de que el propio Besteiro asegurase ante la prensa que este órgano había aceptado la propuesta del becerrense.

Los que apoyan a Martínez defienden la dignidad con la que actuó, votándose primero a sí mismo y después en blanco, tras la encerrona a la que fue dirigido no solo en el último momento, cuando intentaron cortarle la cabeza a lo bruto, sin guillotina ni nada, sino desde la semana anterior. Tras fracasar una tercera vía alternativa al secretario provincial, Juan Carlos González Santín, y a la suya, el entorno de Besteiro infiltró en la candidatura de Martínez a varios de su equipo. Él se dejó llevar un poco por la avaricia de los votos que prometían los postulantes, pero tiene suficiente bagaje político cómo para saber que detrás había algo que no era otra cosa que esperar a que el elegido candidato a presidir la Diputación acabese dimitiendo, porque era sabido que el BNG no iba a apoyar a un imputado, y dejase paso a otro de esa lista ganadora, llena de personas próximas al aparato de la Diputación. El intento realmente fue a la desesperada, porque no hace falta conocer muy profundamente a Martínez para saber que no es maleable.

El alcalde de Becerreá también tiene detractores, muchos entre los cargos del partido y los propios miembros del futuro grupo provincial, que le achacan que por un personalismo exacerbado haya permitido que la Diputación volviese a manos del PP. Hasta el propio exalcalde de Lugo José López Orozco, que dimitió para que los socialistas no perdiesen el Ayuntamiento, intervino en la polémica recordándole a Martínez que el partido está «por encima de todo».

Y es que no gobernar en la Diputación implica más que la pérdida de un poder importante, porque supone dejar de la mano de Dios a los 28 ayuntamientos con alcalde socialista que salieron de las elecciones del pasado 24 de mayo y que ahora no van a ser mimados con inversiones como se esperaba, porque, aunque nadie se atreva a decirlo en público, los colores políticos influyen y mucho en el volumen de actuaciones que reciben los concellos de la entidad provincial, dependiendo de quién gobierne.

La cuestión es que Martínez sigue en el ojo del huracán. El pasado viernes, los nuevos diputados socialistas, a excepción del becerrense, se reunieron con el secretario provincial del PSOE, Juan Carlos González Santín, para buscar soluciones pero, aunque no trascendió lo debatido, pocas estrategias pudieron diseñar, porque cualquier resolución al conflicto es muy compleja y, sea cuál sea, pasa por convencer al regidor rebelde de que renuncie al acta de diputado o acepte a otro candidato.

La maquinaria del diálogo con Martínez parece la única salida, pero además no hay mucho tiempo, porque la constitución de los grupos provinciales se materializará posiblemente el próximo martes, momento en el que quedará claro si el becerrense se integra en el equipo socialista o si acaba en el de los no adscritos. Un milagro es lo que le hace falta a los socialistas, porque Manuel Martínez se mantiene en sus trece y es lo suficientemente ‘cacholán’ como para aguantar cualquier presión.

Artículo publicado en la edición impresa de El Progreso del domingo 28 de junio de 2015

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