Blog | El periscopio

Hemos perdido el tren

Los vecinos de la provincia se quedan fuera de los planes de transporte de Renfe

Años atrás,  la gente se hubiese echado a la calle a protestar, los partidos políticos de la oposición al Gobierno central habrían hecho suyas las quejas vecinales y emitido rimbombantes comunicados de prensa y los sindicatos ferroviarios habrían alertado de que lo sucedido era un atentado contra un medio de transporte que debería entenderse como servicio público.

Del pasotismo de la ciudadanía, pues qué quieren que les diga. Del político, mejor me callo; y del sindical, quizá escriba algo unas líneas más abajo.

Este preámbulo tiene que ver con la situación del ferrocarril en la provincia, donde escasean los servicios y la mayoría de ellos dejan mucho que desear. Ejemplo de la larga lista de despropósitos de la operadora Renfe lo hemos visto días atrás, cuando decidió bloquear la venta de billetes a Madrid desde Lugo para todo el periodo navideño o suprimir los trenes nocturnos hacia la capital de España para los sábados.

También podemos hablar de que una persona que viva en la ciudad de la muralla solo dispone de dos trenes al día, uno a las once de la mañana y otro a las once de la noche, para llegar a Madrid. Los monfortinos tienen algo más de suerte, pues tienen la posibilidad de subirse a cuatro.

La diferencia estriba en que Renfe ha dado por muerta la línea Palencia-A Coruña entre esta última localidad y la ciudad del Cabe, dejando prácticamente aislados a los lucenses. Ha apostado porque la práctica totalidad de los trenes que salgan de la ciudad herculina utilicen la línea que los lleva por Santiago y Ourense. Así, algunos pasan por Monforte para continuar hacia Madrid por León y otros van directamente por Zamora, línea que se convertirá en una de alta velocidad.

No hay que ser un experto en el sector ferroviario para saber a qué se debe al abandono de la vía entre Monforte y A Coruña, con unos radios de curva del siglo XIX y sin electrificar. Por ello, no es extraño que un viajero que suba en un tren en Monforte tenga que soportar entre dos horas y media y cerca de tres para llegar a A Coruña en unos convoyes que en número de cuatro al día están sufragados por la Xunta de Galicia. De lo contrario, ya ni estaríamos hablando de tales servicios. No existirían.

Y así, volvemos al principio. Los ciudadanos no se quejan y sus representantes políticos, tampoco. La cuestión, lo de dejar aislada la provincia ferroviariamente hablando, se ha asumido con naturalidad, con normalidad. En cuanto a los sindicatos ferroviarios, si me apuran un poco les digo que hasta ni se representan a sí mismos.

Y es que en lo tocante a la más que clara merma de servicios a la ciudadanía no se han pronunciado con contundencia, como hacían entre 15 y 20 años atrás, cuando por menos del canto de un duro sacaban toda la artillería para exigir ya no la mejora, sino el mantenimiento de lo que había. A veces conseguían que fuesen atendidas sus demandas y otras no, pero por lo menos estaban ahí, daban guerra.

Ahora, por pedir, ni reclaman las recurrentes subidas salariales, limitándose a advirtir que, si no son asumidas, paralizarán los trenes de todo el país.

No sé, tal vez no entienda muy bien como funciona esto y esté incitando a que salte por los aires eso que llaman paz social, pero lo que está meridianamente claro es que los lucenses somos ciudadanos de tercera en lo que se refiere al ferrocarril.

Se habló mucho de conectar Ourense con Lugo con una línea de alta velocidad, proyecto que, como se suele decir, vive el sueño de los justos. Fue un plan reclamado por los agentes socioeconómicos como si fuese la solución a todos los males. Hubiese sido mejor centrar las reclamaciones y las exigencias en disponer de trenes que aunque no circulen a 200 kilómetros por hora garanticen a los vecinos de esta provincia el accesos a unos servicios dignos y frecuentes. Digo.


Adiós al nido de cigüeñas del colegio del Cardenal

Nuestro queridísimo y siempre presente compañero Víctor López Villarabid informaba en este periódico año tras año de la llegada de las cigüeñas a la provincia, más concretamente a la comarca de Sarria. Ocurría allá por finales de enero y principios de febrero y realmente era un acontecimiento por la rareza de estas aves y las connotaciones culturales que tienen. Hoy en día es normal ver numerosas parejas desde A Mariña hasta la Ribeira Sacra.

Uno de sus lugares preferidos para hacer sus nidos son las espadañas de las iglesias, como si buscasen protección divina pero consiguiendo más bien todo lo contrario debido a los posibles desperfectos que sobre la estructura de estos monumentos pueden causar los hasta 500 kilos de peso de sus nidos.

Días atrás se desmontó el que había en la iglesia del colegio del Cardenal. Era el nido más antiguo de Monforte, pues las cigüeñas lo crearon 20 años atrás, renovándolo y consolidándolo constantemente hasta anteayer.


Los mayores necesitan ayuda y voluntarios para dársela

De encomiable e incluso heroica, por qué no, se puede calificar la labor que desempeñan los voluntarios de las diferentes organización no gubernamentales. En el caso de la Ribeira Sacra, ahí siempre está la Cruz Roja o Cáritas, pero también de un tiempo a esta parte Ancianos del Mundo, una organización que en Monforte coordina Miguel Vázquez, quien alerta de la llamada exclusión social, que no es otra cosa que pobreza, de no pocas personas del colectivo de la tercera edad debido a que sus subsidios, en muchos casos no contributivos, no llegan para pagar el alquiler de la vivienda, la luz y el agua y a la vez realizar algo tan cotidiano como comer y cenar.

Busquemos la solidaridad grupal, aquella que llevó al ser humano a convertirse en la especie dominante de este planeta, empatía que cientos de miles de años después parece que hemos desterrado de nuestro genoma, como el miedo a la oscuridad porque, tal vez, pensamos que no vivimos en cuevas.

Comentarios