Opinión

Obras que se hacen eternas

La piscina de Monterroso lleva cinco años en construcción, pero no es el único caso en Lugo

HAY OBRAS GAFADAS, aunque lo cierto es que en muchas ocasiones más que una cuestión de suerte son proyectos mal diseñados desde el principio o que a lo largo del proceso de construcción se encuentran con zancadillas inesperadas que acaban convirtiéndolos en algo inacabable. El complejo deportivo de Monterroso es, en estos momentos, el ejemplo más palpable de este tipo de proyectos, que acaban convirtiéndose en tóxicos y en una auténtica pesadilla para las administraciones implicadas, mientras los ciudadanos alucinan y sufren en silencio las carencias. El edificio lleva en construcción la friolera de cinco años y, por el momento, la Diputación, institución encargada de las obras, no tiene fecha de inauguración. 

La construcción del complejo deportivo en el polígono industrial de Monterroso fue anunciada en agosto de 2009 por el entonces alcalde socialista de este municipio ulloano, Antonio Gato Soengas, quien, a su vez, era el portavoz del PSOE en la Diputación y, por lo tanto, de una parte del gobierno que presidía José Ramón Gómez Besteiro. Gato consiguió arañar 1,5 millones de euros a sus compañeros del BNG en el ejecutivo provincial, que gestionaban el área de deportes, para levantar un edificio que albergase una piscina climatizada, un gimnasio y un polideportivo, un ambicioso proyecto que prometía ser la joya del equipamiento deportivo no solo del municipio, sino de toda la comarca de A Ulloa. 

El convenio se firmó, pero el inicio de las obras tampoco fue inmediato y hubo que esperar a 2011, cuando el regidor monterrosino fue apartado del gobierno provincial, para que se iniciasen, tal vez como compensación de Gómez Besteiro por haber prescindido de su colaboración en la Diputación. Sea como fuere, las obras comenzaron y fueron relativamente rápidas, hasta que la constructora se fue a la quiebra y paralizó los trabajos cuando solo quedaban unos pequeños, aunque fundamentales, detalles para rematar. 

Si el proyecto ya se había complicado con la crisis de la empresa adjudicataria, la situación todavía empeoró más cuando se descubrió que se habían firmado certificaciones de obras, por más de 300.000 euros, que en realidad no se habían ejecutado, una ilegalidad que acabó en los juzgados. 

Hubo que reiniciar desde cero la tramitación burocrática y las obras que quedaban fueron adjudicadas a otra empresa, que, hasta ahora, no ha reiniciado los trabajos. Al parecer, el presidente de la Diputación de Lugo, el socialista Darío Campos, tiene este proyecto entre sus prioridades, pero todavía no se ha fijado una fecha para inaugurar el inmueble. 

Sin embargo, lo del complejo deportivo de Monterroso no es una excepción, porque lo de la piscina climatizada de Sarria, en la que se invirtieron 1,8 millones de la Diputación, es de auténtico esperpento, empezando por que se sacó a contratación un recinto climatizado sin lo fundamental, las calderas, imprescindibles para calentar el agua y el ambiente. ¿Por qué? Hasta el momento, nadie ha sido capaz de dar una explicación plausible de semejante dislate, ya que en el proyecto inicial, que elaboraron los técnicos y que fue presentado en público a bombo y platillo, sí que aparecían las calderas, pero desaparecieron por arte de birlibirloque en el que fue adjudicado. Al parecer, porque no llegaban los cuartos, pero resulta bastante inexplicable que para reducir el presupuesto se prescindiese de lo más básico para una infraestructura de este tipo. 

En este caso, las obras también se iniciaron en 2011, en primavera, justamente antes de las elecciones municipales del 22 de mayo. Pocos meses después, en octubre, hubo que paralizar los trabajos porque se producían filtraciones y fue necesario levantar unos muros de contención que, lógicamente, incrementaron el presupuesto. Finalmente, el proyecto se terminó en abril de 2013, pero continuaba sin solventarse el problema de las calderas. El Concello de Sarria intentó solucionar la situación recurriendo a subvenciones para este fin de otras administraciones, pero el descontrol era tal que se perdieron dos ayudas por no ejecutar las obras a tiempo. Ahora, parece que se están instalando las calderas, pero la fecha de inauguración sigue siendo una incógnita. 

Lo de Monterroso y Sarria son dos ejemplos, pero hay más, como las piscinas de Castroverde y Rábade, estas al aire libre, que ahora están abiertas, pero que tardaron años en construirse por unos u otros motivos. Ya se sabe que las cosas de palacio van despacio, pero en algunos casos se hacen eternas.

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