Opinión

Encuentro mejor que reencuentro

HACE QUINCE años, supuestamente todos estábamos viendo el primer programa de televisión llamado Operación Triunfo. El tiempo en España puede medirse por intentos de investidura, por grandes hermanos, por copas del Real Madrid o bien por cuántos años hayan pasado desde que descubrimos que "a tu lado me siento seguro". Y no era un anuncio de salvaslip. Lo mejor de este márketing brutal que ha llegado a convertir el tiempo, nuestro tiempo, en minutos y horas de televisión vistas, es que obligan a calcular a todo el que se pone delante de estos programas recuerdo o anuncios varios qué es lo que estaba haciendo hace quince años. No dejan de surgir, muy nuestros, comentarios del tipo qué barbaridad, cómo han podido pasar quince años…... a lo que se añade un pues tal '‘triunfito’' o tal otro están mejor ahora que antes. También al revés.

Sucede que en cuestiones de pasado podemos desarrollar la creatividad. Cada uno la suya, que esto no se comparte. Así, es frecuente ver a parejas que tienen un pasado compartido y un precioso catálogo de pasados a su antojo. Al antojo de cada uno, claro está, y bien adaptado al gusto del otro. Como si la cinta de cassette de los recuerdos se pudiera cortar y empatar. Y todavía hay quien actúa como si se lo creyera, o como si no fuera acaso el pasado, más o menos tormentoso, de cada uno, el que nos ha traído hasta hoy.

Celebramos gustosos aniversarios de otros como si esos años no hubieran pasado para nosotros también


Añadimos por deferencia y por esa nueva tradición de renegar de los programas más vistos en España, que nosotros de OT ni los anuncios. Que no sabíamos quién era Bustamante hasta que la abuela regaló una colonia suya una Navidad. Igual esta oleada de no veo programas basura en la tele tiene que ver con yo no voto al PP o no me gusta ningún equipo de fútbol más que el de mi ciudad, pero todavía lloro si veo imágenes de la undécima (de la que por cierto, ya hay programa de televisión: un documental).

Cuando Chenoa y Bisbal cantaban escondidos, delante de toda España, se empezó a gestar en la televisión aquello que me explicó muy bien en la universidad el profesor Morató y que hizo merecer varios premios a un tal Sande, de Lugo él. Hablamos del storytelling: cuénteme usted su historia personal para que me toque la fibra y me emocione y le vote, ya sea a través de la democracia o bien a través de un sms para que no abandone usted la academia. De académicos está el pasado lleno: hay quien hizo ballet pero no conserva mallas algunas, conozco algún bilingüe en alemán que no ha pisado Berlín, y hay hasta chicos que renunciaron a la mili. Academia de baile, de idiomas, militar, de Operación Triunfo. Cada uno puede aprovechar y, a través de ellas, contar su propia historia. Y digo su propia historia porque hay daños colaterales en esto del pasado: hay quien trata de contar nuestra historia por nosotros. Suelen ser amigos que tratan de ubicarte siempre en aquel fin de año, en aquella anécdota manida, en aquel lugar de supuesto desprestigio… Como si el que mejor recordara su papel protagonista fuera el actor secundario.

Bisbal tiene su estilo, pero no lo veo volviendo a las orquestas de Almería


Hemos mencionado parejas pero bien podríamos hablar de amigos. Hay una mujer que tiene una supuesta vida hasta que aparece un amigo en común y entonces esa vida ya no era tal. ¿Le suena? ¿A que también conoce a un amigo al que usted sigue ubicando hace quince años? Ahora que hemos podido ver que los ‘'triunfitos’' ya no son tales, que cada uno tiene su vida, profesional y personal, y que quince años son las mismas hojas de calendario para todos, quizás haya llegado el momento de la reflexión. Aprovechando un OT, que no se diga que esto no es marca España. Quizás en este tiempo hemos podido evolucionar, incluso si nos quitamos las caretas y hacemos del storytelling una realidad, podemos tirar de historia propia sin querer cambiar el guión de nuestra película (o de nuestra serie de televisión). A ver, puede que los haya, de esos que en quince años no tengan ni una novedad, pero caramba, en estos años da tiempo hasta a tener un hijo adolescente. Da tiempo a unas cuatro relaciones sentimentales si creemos eso de que el amor dura tres años. Da tiempo incluso a madurar, o dicho de otra manera, da tiempo a que en quince años los gustos, las maneras de vivir y las ganas de hacer una cosa u otra cambien. Aunque se mantenga la esencia. Que Bisbal tiene su estilo, pero no lo veo volviendo a las orquestas de Almería, no por nada, es que ese capítulo ya lo vivió y ahora, su historia es otra. Aunque parta de allí, es otra.

Estos días en los que incluso Ikea está de aniversario, y van veinte años aquí, deje de pensar en cuál y cuándo fue su primer mueble sueco y cante conmigo por Andrés Calamaro: "Si diez años después, te vuelvo a encontrar en algún lugar, no te olvides que soy distinto de aquel pero casi igual".

Comentarios