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Esos vericuetos del humor

Título: Black-ish.
Creador: Kenya Barris.
Reparto: Anthony Anderson, Tracee Ellis Ross, Yara Shahidi.
Cadena: ABC.
Calificación: ●●○○○

NO DIGO que no sea buena estrategia cargar las tintas en los tópicos para luego desmontarlos. A veces funciona y se obtiene el efecto deseado. Con ‘Black-ish’ no ocurre eso. Se cargan las tintas y ya. Lo que pudo haber sido una historia de lugares comunes sobre la raza y la cultura, se convierte en algo bastante ridículo y que no hace mucha gracia. Mantiene un tono chillón, a velocidad constante, que pone los pelos de punta. Durante todo el capítulo la comunicación se hace a gritos -de los agudos- y, de verdad, pone al espectador en un estado de tensión desconcertante. Si eso era lo que se pretendía, se ha logrado, cien por cien. Los rostros de los inocentes que se acercaron a la serie con buena intención y un interés sincero no serán los mismos en la fase postvisionado. Muchas cosas han cambiado en el transcurso de cada capítulo como para permitirnos seguir siendo nosotros mismos. Nerviosos, con esa ansiedad insana que te recorre el cuerpo, confusos y, ligeramente enfadados. Es un aturdimiento que dura en función de los capítulos que se esté dispuesto a ver. Si no se pasa del primero, el efecto podría durar unas cuarenta y ocho horas. Sí, de algo tan serio estamos hablando.

Se trata de una familia negra en un barrio blanco. Acomodada, por tanto. Lo dice el tópico. Que se plantea, de pronto, una duda importante, a saber: ¿no será que estamos perdiendo poco a poco -por vivir aquí, por ser como ellos, ya saben- nuestra identidad? Esa adecuación a los otros puede, ciertamente, ser traumática. No está bien cortar, fría e inexorablemente, el hilo que te une a tus orígenes, con lo que eso conlleva de, bueno, procedimientos mentales dificultosos. El momento en que te das cuenta de que el olvido es una opción errónea viene dado por una chispa casual que, en la serie resulta ser un ascenso laboral por una única razón: la de ser negro. El protagonista, a partir de ahí, se percata de que el color va mucho más allá de lo obvio. Como es una ‘sitcom’ (comedia de situación, en inglés), la típica comedia con capítulos de corta duración en la que se repiten personajes y localizaciones, pues no ahondan en las arenas movedizas de la frase anterior. La cosa está en reír. Y para reír, mejor que sea de nosotros mismos.

Buena idea, en serio. Aunque, si para buscar la risa, nos valemos de esos mecanismos chirriantes, lo mejor es parar máquinas. Tampoco pasa nada, pero es que no hace gracia. Así que qué tenemos: explotación de tópicos con un objetivo, para mí desconocido, (pero vamos a presuponerle uno). Qué nos queda: aquí me han pillado, porque no lo sé. Salvo por lo del nervio.

Esa red enmarañada de clichés, convertidos en gags muy a la fuerza, acaban rompiendo una pared que podía ser el límite adecuado para la serie. Porque siempre es interesante tener una perspectiva amplia pero combinada también con un horizonte ligeramente visible. Para manejar la telaraña de malentendidos que pueden resultar de tratar temas escurridizos y polémicos. Enredados es el mínimo estado en que se puede acabar. Y eso no da risa. Al menos no de la sana.

‘Black-ish’, con el guion, por si no nos diéramos cuenta del matiz. Es una ‘sitcom’ que se sitúa a medio camino entre algo y otra cosa. No sé si me explico. Entre reventemos los tópicos y reiventemos los tópicos. Yo no me reí, pero esto del humor es muy personal, lo mismo ustedes se parten. Se mantuvo en antena durante dos temporadas, lo que significa que, sino carcajadas, alguna alegría provocaría en los espectadores. Pues muy bien hecho, los públicos, como las personas, son impredecibles. ¿No creen?.

A veces resulta muy duro
Estoy que no puedo con eso de que Terelu se ha echado a llorar en ‘Sálvame’ porque dice que no aguanta más las críticas que recibe, día sí, día también, por el hecho de ser hija de. Si es que no me extraña, una, llega un momento, en que se harta. Ella es una gran profesional y ya ha salido Jorge Javier a corroborarlo. Es su amiga, y la defiende. Esto me ha impactado y desde el momento en que me enteré, soy fan de Jorge Javier. De Terelu, menos, espero que no se disguste.

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