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De la fragilidad intensa

Título: Tell me you love me.
Creadora: Cynthia Mort.
Reparto: Tim DeKay, Ally Walker, Sonya Walger.
Cadena: HBO.
Calificación: ●●●○○

AL RESCATE de una serie que desapareció de la televisión demasiado rápido, sin demasiada gloria. Allá por el año 2007 se estrenó en HBO Tell Me You Love Me (Dime que me quieres) que, tras su primera temporada, no logró firmar contrato de renovación. No tuvo suficiente audiencia, no respondió —por lo visto— a las expectativas de la cadena. Para mi tenía sentido. Incluso podría haber evolucionado de un modo más que interesante: tres parejas en distintos tramos de edad que coinciden en la misma terapeuta (que, a su vez, cubre otro tramo). Son diferentes sus problemas al principio, y al final no tanto, como suele pasar, porque el quid está en que sea lo que sea que se te presente, sepas manejarlo con la suficiente valentía y dignidad. La historia se estructura en base a esas tramas de vidas y de deseos no satisfechos, que causan frustración y crean abismos, individuales y colectivos, verdaderos precipicios por donde se caen muchas cosas, se pierden muchas cosas, incluso antes de tenerlas.

Nada de lo que podamos ver o sentir en Dime que me quieres es nuevo, ni siquiera sorprendente; la originalidad reside en una manera de narrar que suena a verdad. Son historias imbricadas hechas de multitud de silencios y un sinfín de miradas y gestos que construyen una sintaxis distinta, especial. Sí que se dicen algo, unos a otros, pero las palabras confunden las situaciones más aún. Si cabe. Lo verdadero es lo que no se dice, un suspiro a desptiempo, un ademán involuntario, un mutismo que retumba en las paredes de todas esas casas habitadas por seres llenos de dudas.


Llorar por todo eso y permanecer majestuoso. Aunque haya ruinas y ruinas, noches y noches. Algo así es 
Tell Me You Love Me


"Nada de lo que podamos percibir en este mundo iguala el poder de tu intensa fragilidad", decía en un inmenso poema, E.E. Cummings, y eso, tan delicado, podría atribuirse a la mayoría, o, al menos, estaría bien poder atribuírselo a la mayoría, para que el mundo tuviese otra luz. Frágiles son estos personajes, aunque no precisamente en un sentido elegante, sino con un enfoque que tiende más a la debilidad que a la exquisitez. Como siempre, esa fina línea, esa desdibujada barrera que nos confunde. Los protagonistas se muestran quebradizos en sus comportamientos, se rompen con facilidad, y es esa fractura la que tratan cerrar, con más complicaciones de las esperadas.

Que la vida da muchas vueltas es un lugar común hasta que te voltea a ti, que se lo dijiste a otros tantas veces, pero que te parece que en ti es único. Y lo es, claro, como todo lo que nos pasa, si por único nos referimos a nuestro particular modo de existir. Por lo demás, viene siendo un conflicto de libro.

La terapeuta de la serie seguro que lo estudió el primer año de carrera. Cómo afrontar un conflicto y salir airoso, sin perder demasiado la compostura.

Así que fragilidad humana, que por veces quiebra y por veces arrebata, la falta de recursos propios para enfrentarse a lo que venga: catástrofes o meras decepciones, sueños perdidos, ilusiones arrinconadas, futuros que nacen muertos.

Llorar por todo eso y permanecer majestuoso. Aunque haya ruinas y ruinas, noches y noches. Algo así es Tell Me You Love Me, o, en caso de no ser nada parecido, sería bonito que quisiera ser algo así.

Quizá los espectadores del primer capítulo vieron otras cosas y otros mundos y por eso decidieron no seguir la serie. Puede también que se sintieran demasiado cerca del peligro: nadie está a salvo de que un silencio prolongado le rompa el corazón. Con todo, si vale la pena recordar, a esta serie hay que dejarle un hueco a modo de casa para que viva y, de vez en cuando, que salga a la calle, mire el paisaje, y respire.

No más VIP, es mejor RIP
Esto de GH VIP se pone cada vez más temible, hace unos días hubo más polémica si cabe por el trato del presentador a una concursante tras visionar un vídeo de sus padres gritándose como si no hubiera un mañana. La chica se mareó. El presentador azuzaba a las masas, por así decirlo. Después todos dijeron que qué vergüenza. Y digo yo, ¿no es hora de parar con eso de los gran hermanos y las personas muy importantes? ¿No va siendo hora de pasar página? Que entre el aire ¿no?

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