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Un paraguas para B

Una madre de familia numerosa relata su experiencia como familia de acogida

LA MAÑANA que Sofía y Juan fueron a recoger a B. sus hijos les pidieron no ir al colegio. Los días previos habían estado preparando la casa para la llegada de la pequeña. Montaron la cuna, compraron biberones y baberos y recuperaron la ropa de recién nacido de los niños que guardaban en el trastero, por si acaso. Desde que llegó a su hogar la pequeña, con tan solo unas semanas de vida, se convirtió en la reina de la casa. Se turnan para darle el "bibe", le cantan y la colman de mimos y besos. Aquel día los niños no se libraron del cole y al volver conocieron a la recién nacida.

"Nos llamaron de un día para otro", cuenta Sofía, que desde hace algunos años forma parte de la red de familias acogedoras de la comunidad autónoma en la que reside. "Había una emergencia. Necesitaban un hogar temporal para B. y decidimos consultarlo con los niños", relata esta madre de acogida. Les preocupaba prepararlos bien para el día en que se fuera, pero entonces el más pequeño de sus hijos, de cinco años, dijo con la lógica de un niño su edad: "Mamá ¿cómo vamos a prepararnos para que se vaya si todavía no ha llegado? Tendremos que prepararnos para que venga". Y así fue.

Sofía es madre de familia numerosa. Sus cuatro hijos tienen entre 6 y 16 años. Todos recibieron al bebé con los brazos abiertos. No es la primera vez que abren la puerta de su hogar a un niño. Hace un par de años acogieron en su casa a dos hermanos de tres y cuatro años durante algunos meses. Se adaptaron todos estupendamente. "Aquel proceso fue diferente. La madre de los niños había pedido ayuda a los servicios sociales porque estaba sola en este país y necesitaba un hogar durante la semana para sus hijos mientras ella trabajaba en otra provincia. El fin de semana se iban con ella. Éramos como unos tíos o primos. Fue un acogimiento muy positivo y sencillo y todo el tiempo que duró estuvo su madre muy presente", relata Sofía.

En esta ocasión recibieron la llamada de Menores para acoger a un recién nacido en proceso de adopción. Y dijeron que sí. Así que en casa de Sofía vuelve a haber pañales y llantos nocturnos. Aunque la niña es "muy buena", señalan las hijas mayores, se despierta varias veces de madrugada para comer, como cualquier bebé. Y en lugar de ir a la playa o al parque Sofía cuida de B. y siempre cuenta con ayudantes.

"La tratas igual que hacías con tus hijos", comenta uno de sus primos tras una comida familiar. "La única diferencia es que no le doy la teta", responde ella con una sonrisa que no le cabe en la cara. Actualmente, Sofía está entregada a la chiquilla, pero por lo general compagina su faceta de madre de familia numerosa con su trabajo como administrativo.

Mientras lo cuenta, el menor de sus hijos sale de la piscina, se acerca a su madre, que da el biberón a la niña, la observa, le da un beso delicado en la frente y vuelve a zambullirse en el agua. Los niños entienden que B. no es su hermana, aunque la tratan como si lo fuera y ya han empezado a quererla. Su madre les recuerda que un día, cuando se cumplan los plazos que indica la Ley y haya una familia para B., esta tendrá que irse. "A veces aún me preguntan si no podemos quedárnosla, adoptarla nosotros, pero entonces les digo que si no no podremos acoger a otros niños que también lo necesitan, aunque sea un tiempo, y lo entienden".

La pequeña no solo cuenta con el paraguas de la familia de Sofía, sino que además, este verano, el resto de la familia –abuelas, tías y primos– se han reunido y la apoyan en todo momento con lo que la red que tejen alrededor de la niña aún es más amplia.

"Lo más reconfortante es saber que hay una familia esperando abrazarla, tenerla para darle todo"


Sofía mira a B. con ojos de madre, ojeras incluidas. Cuando termina de comer, la acurruca en sus brazos hasta que se duerme del todo. "Y cuándo se vaya ¿qué?", le preguntan. "Mira, lo más reconfortante es saber que hay una familia esperando abrazarla, tenerla para darle todo y que cuando sepan que su hija ha sido atendida este tiempo por una familia que la ha querido tanto se sentirán bien". Sofía no piensa en mañana. Solo en que hoy B. se ha quedado dormida en sus brazos, ha tenido menos cólicos y tal vez pase un poco mejor esta noche porque la brisa del mar le ha dado durante toda la tarde y eso, dicen sus tías, es muy sano.

"Te sorprendería la cantidad de niños que hoy necesitan a una familia de acogida". Sofía explica que normalmente se intenta que cuando hay que separar a un niño de su hogar sea el menor tiempo posible. Conoce perfectamente el protocolo y, junto a su familia, piensa seguir formando parte de esta red de familias paraguas.

"Es admirable lo que haces", le dicen.

"No. Yo no veo extraordinario", contesta.

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