Blog | Patio de luces

La escoba

Desarrollar una estrategia de fomento del  turismo exige aparcar el politiqueo partidista

Tenemos "materia prima". Nos sobra "potencial". Somos la repera, en definitiva. Son algunas de las conclusiones que esbozó el gobierno de la Diputación en la presentación de su plan estratégico de turismo, resultado de seis meses de trabajo y de un montón de reuniones, conversaciones, encuestas y consultas a expertos. Todo, según explicaron los promotores de este documento, para crear una oferta turística global, nada de minifundismo localista ni de parcelitas cerradas con alambre de espino.

La idea es poner en marcha una iniciativa, o un conjunto de ellas, que sea capaz de consolidar la demanda, reforzar aquellos aspectos que nos diferencian como destino, innovar y dinamizar la cooperación entre las iniciativas pública y privada. Cito casi de forma literal. La puesta en escena fue, como viene siendo habitual en todos los saraos que organiza el gobierno provincial, de lo más cuidada. Informal, pero arreglada. También cara, según los populares. Pantalla gigante en los jardines del Pazo de San Marcos, vídeo promocional, tarimas y atriles de metacrilato, folletos informativos cuidadosamente editados y una cara conocida de la televisión para ejercer como maestro de ceremonias. Por supuesto, también un poco de paparota a base de buenos productos del lugar. Viene bien un refrigerio después de tantas explicaciones. Ya se sabe que el cerebro tira de proteína. Como público, una nutrida representación de alcaldes, la mayoría del Partido Socialista, representantes de la Xunta y de la Subdelegación del Gobierno.


Ahora ya tenemos un montón de papel impreso, sólo falta 
"todo" lo demás


También un montón de gente vinculada, de una u otra manera, a aquello que queremos vender para que venga mucha gente de fuera a vernos. A fin de cuentas, ese es el objetivo de tanta parafernalia. Dejar de ser la eterna promesa que juega en tercera división para ir subiendo poco a poco de categoría. La presentación quedó muy lucida. En serio, bastante aparente. Incluso el tiempo ayudó a proyectar un envoltorio bonito. Eso sí, retirados los lazos y el papel de regalo, escuchamos conclusiones tan demoledoras como que hay que "reorientar la gestión turística". También ideas tan novedosas y rompedoras como la propuesta para crear "una cartera de productos", poner "en valor los recursos patrimoniales, naturales y culturales", fomentar "la calidad y la innovación", profesionalizar el tejido empresarial o impulsar un plan de promoción en función de la demanda.

Aspectos en los que nadie había caído hasta este momento, se entiende. Aunque a los profanos nos puedan parecer generalidades un tanto manoseadas, seguro que encierran detrás un cuidado trasfondo. También se habló mucho de nuestro inmenso potencial como destino. El secretario xeral del Eixo Atlántico, Xoán Vázquez Mao, decía hace unos meses, coincidiendo con la presentación de otro informe sobre la situación de este mismo sector en la provincia, que tenía que comunicar dos noticias en relación con el turismo en Lugo. La mala era que está "todo por hacer". La buena, lo mismo, que "está todo por hacer". Va a ser eso.

Ahora ya tenemos un montón de papel impreso, sólo falta "todo" lo demás. Vázquez Mao hablaba también de un problema de "autoestima". No lo tengo tan claro. Los que mandan están subidos a la parra. La alcaldesa de Lugo y el presidente de la Diputación parecen convencidos. Después de escucharlos a ambos, no se puede decir que arrastren ningún complejo de inferioridad. Lara Méndez aseguró que "tenemos lo más difícil, que es la materia prima", para ofertar "un turismo de excelencia". Darío Campos habló de las "potencialidades infinitas" de nuestro territorio. Aún a riesgo de contradecir al Eixo Atlántico, tengo que decir que, quizás, los obstáculos que impiden el desarrollo de esta actividad sean otros.

Hay muchos baches que dificultan el tránsito por ese camino hacia la sublimidad. La propia falta de unión es, sin lugar a dudas, uno de los más profundos. Para convencer a la gente de que vivimos en un territorio que merece la pena visitar hay que vender Lugo como un conjunto. Como un lugar en el que realmente se puede pasar un tiempo maravilloso. Como algo más que un sitio de paso hacia otro destino. La iniciativa de la Diputación puede contribuir a superar el individualismo que hasta ahora ha guiado las actuaciones en este ámbito. En todo caso, es preciso que el gobierno provincial deje de lado el politiqueo. Campos le ponía "deberes" a la Xunta y al Gobierno. Cómo no.

Es cierto que ambas administraciones tienen la obligación de favorecer las condiciones para que lleguen muchos turistas. A fin de cuentas, otro de los grandes problemas que arrastramos es la falta de comunicaciones, fundamentalmente de un ferrocarril en condiciones, tanto para conectarnos con la meseta como para relacionarnos con las demás ciudades gallegas. Ahora bien, antes de buscar la suciedad en casa ajena hay que barrer la propia. Cuidar y adecentar el lugar en el que vivimos es imprescindible para poder venderlo fuera. Un paseo por la muralla basta para percatarse de que hace falta mucha escoba para llegar a esa "excelencia" de la que hablaba la alcaldesa.

T enemos "materia prima". Nos sobra "potencial". Somos la repera, en definitiva. Son algunas de las conclusiones que esbozó el gobierno de la Diputación en la presentación de su plan estratégico de turismo, resultado de seis meses de trabajo y de un montón de reuniones, conversaciones, encuestas y consultas a expertos. Todo, según explicaron los promotores de este documento, para crear una oferta turística global, nada de minifundismo localista ni de parcelitas cerradas con alambre de espino. La idea es poner en marcha una iniciativa, o un conjunto de ellas, que sea capaz de consolidar la demanda, reforzar aquellos aspectos que nos diferencian como destino, innovar y dinamizar la cooperación entre las iniciativas pública y privada. Cito casi de forma literal. La puesta en escena fue, como viene siendo habitual en todos los saraos que organiza el gobierno provincial, de lo más cuidada. Informal, pero arreglada. También cara, según los populares. Pantalla gigante en los jardines del Pazo de San Marcos, vídeo promocional, tarimas y atriles de metacrilato, folletos informativos cuidadosamente editados y una cara conocida de la televisión para ejercer como maestro de ceremonias. Por supuesto, también un poco de paparota a base de buenos productos del lugar. Viene bien un refrigerio después de tantas explicaciones. Ya se sabe que el cerebro tira de proteína. Como público, una nutrida representación de alcaldes, la mayoría del Partido Socialista, representantes de la Xunta y de la Subdelegación del Gobierno. También un montón de gente vinculada, de una u otra manera, a aquello que queremos vender para que venga mucha gente de fuera a vernos. A fin de cuentas, ese es el objetivo de tanta parafernalia. Dejar de ser la eterna promesa que juega en tercera división para ir subiendo poco a poco de categoría. La presentación quedó muy lucida. En serio, bastante aparente. Incluso el tiempo ayudó a proyectar un envoltorio bonito. Eso sí, retirados los lazos y el papel de regalo, escuchamos conclusiones tan demoledoras como que hay que "reorientar la gestión turística". También ideas tan novedosas y rompedoras como la propuesta para crear "una cartera de productos", poner "en valor los recursos patrimoniales, naturales y culturales", fomentar  "la calidad y la innovación", profesionalizar el tejido empresarial o impulsar un plan de promoción en función de la demanda. Aspectos en los que nadie había caído hasta este momento, se entiende. Aunque a los profanos nos puedan parecer generalidades un tanto manoseadas, seguro que encierran detrás un cuidado trasfondo. También se habló mucho de nuestro inmenso potencial como destino. El secretario xeral del Eixo Atlántico, Xoán Vázquez Mao, decía hace unos meses, coincidiendo con la presentación de otro informe sobre la situación de este mismo sector en la provincia, que tenía que comunicar dos noticias en relación con el turismo en Lugo. La mala era que está "todo por hacer". La buena, lo mismo, que "está todo por hacer". Va a ser eso. Ahora ya tenemos un montón de papel impreso, sólo falta "todo" lo demás. Vázquez Mao hablaba también de un problema de "autoestima". No lo tengo tan claro. Los que mandan están subidos a la parra. La alcaldesa de Lugo y el presidente de la Diputación parecen convencidos. Después de escucharlos a ambos, no se puede decir que arrastren ningún complejo de inferioridad. Lara Méndez aseguró que "tenemos lo más difícil, que es la materia prima", para ofertar "un turismo de excelencia". Darío Campos habló de las "potencialidades infinitas" de nuestro territorio. Aún a riesgo de contradecir al Eixo Atlántico, tengo que decir que, quizás, los obstáculos que impiden el desarrollo de esta actividad sean otros. Hay muchos baches que dificultan el tránsito por ese camino hacia la sublimidad. La propia falta de unión es, sin lugar a dudas, uno de los más profundos. Para convencer a la gente de que vivimos en un territorio que merece la pena visitar hay que vender Lugo como un conjunto. Como un lugar en el que realmente se puede pasar un tiempo maravilloso. Como algo más que un sitio de paso hacia otro destino. La iniciativa de la Diputación puede contribuir a superar el individualismo que hasta ahora ha guiado las actuaciones en este ámbito. En todo caso, es preciso que el gobierno provincial deje de lado el politiqueo. Campos le ponía "deberes" a la Xunta y al Gobierno. Cómo no. Es cierto que ambas administraciones tienen la obligación de favorecer las condiciones para que lleguen muchos turistas. A fin de cuentas, otro de los grandes problemas que arrastramos es la falta de comunicaciones, fundamentalmente de un ferrocarril en condiciones, tanto para conectarnos con la meseta como para relacionarnos con las demás ciudades gallegas. Ahora bien, antes de buscar la suciedad en casa ajena hay que barrer la propia. Cuidar y adecentar el lugar en el que vivimos es imprescindible para poder venderlo fuera. Un paseo por la muralla basta para percatarse de que hace falta mucha escoba para llegar a esa "excelencia" de la que hablaba la alcaldesa. 

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