Opinión

Sin plaza

NOS ENCONTRAMOS por casualidad. Iban charlando distendidamente, con el paso sosegado de aquellos que pasean sin rumbo fijo o, al menos, sin necesidad de estar a una hora concreta en un sitio determinado. Con la cadencia despreocupada de aquellos que han pasado a mejor vida, en el sentido más benigno de la expresión y en el menos definitivo. Nos cruzamos a la altura de San Marcos. No recuerdo exactamente cómo derivó la conversación hacia ese tema, pero supongo que fue por alguno de los habituales comentarios de mi acompañante hacia lo bien que, según su criterio, pasan el día los jubilados. Aquellos que gozan de buena salud y de una pensión que les permite pagar con holgura el recibo de la luz, tendría que haber añadido. Hay que ser exhaustivos. Los mayores de ese grupo tampoco son mayoría. Son muchos más los que conviven con sus achaques y administran una achicada prestación. El caso es que uno de los dos pensionistas, que en su día ocupó un cargo político de responsabilidad en Lugo, ladeó una sonrisa y le respondió con la misma sorna. Vino a decir que, tan grata es la existencia a partir de la edad de jubilación y tan elevada la demanda, que ahora mismo hay cola para entrar. "Temos que morrer algún de nós, para ir deixando prazas libres. Por cada un que morre, entra outro novo". Lo primero que se me vino a la cabeza es que a partir del día 29 de este mes el Club Fluvial no admitirá a más socios. En su caso, la solución parece bastante sencilla. Cierra el cupo para evitar la masificación de sus instalaciones. El Gobierno y la Seguridad Social no pueden hacerlo. Tendrán que recurrir a soluciones más imaginativas. Lo de la lista de espera no parece asumible, al menos de momento.

El proyecto de residencias de la tercera edad en Lugo ya nació mal parido

Desconozco lo qué sucederá en el futuro. Hace tiempo que nos vienen avisando de las consecuencias que tendrá para el actual sistema de bienestar la baja natalidad, el envejecimiento de la población y el elevado porcentaje parados. No hace falta ser un experto en macroeconomía para percatarse de que no será fácil hacer cuadrar las cuentas públicas si no invertimos de alguna manera la curva demográfica y encontramos el modo de poner a trabajar a toda la gente que hoy no consigue encontrar un empleo. En más de la mitad de los municipios gallegos, hay más pensionistas que cobran una prestación que personas cotizando a la Seguridad Social. Además, la situación de los jubilados parece cada día más precaria como consecuencia de la progresiva pérdida de poder adquisitivo. No es necesario tampoco sacar la calculadora para comprobar que la revalorización de las pensiones no se acerca, ni de lejos, al notable incremento del coste de la vida. Además, en los municipios rurales, esos subsidios son incluso más bajos. Tengo la sensación de que muchos ancianos sobreviven con menos de ochocientos euros al mes gracias a que siguen manteniendo, mientras su físico se lo permite, una actividad de autoconsumo que alivia en parte los apuros de su estrecha economía.

Todo esto nos lleva a hablar de las esperadas residencias de la tercera edad. La Xunta de Galicia se ha comprometido a construir una nueva en el barrio de A Residencia, pero de momento nadie se ha pronunciado sobre el plazo que maneja el gobierno gallego para su apertura. Tampoco sabemos a ciencia cierta cuándo empezarán funcionar las que ha construido o está construyendo la Diputación Provincial en diferentes municipios de la provincia. Martínez dijo que su intención es abrir este mismo año la de Castroverde y otras dos o tres a lo largo del próximo ejercicio. Sucede que, con este tipo de instalaciones, pasa como con los coches de alta gama. Comprarlos siempre supone un esfuerzo ímprobo cuando los ingresos son limitados, pero lo más doloso, a la larga, posiblemente sea su mantenimiento. No hay más que ver las tarifas que manejan los centros privados. Sin duda, hablamos de un servicio que no está al alcance de cualquiera, ni siquiera de la mayoría de los pensionistas. Son por lo tanto las familias, cada una con su historia y sus posibilidades, las que tienen que asumir, como pueden, el cuidado de los ancianos. Eso en el mejor de los casos, porque hay muchas personas mayores que no tienen quien mire por ellas, más allá de unas cuantas horas al día a cargo de los servicios sociales del Ayuntamiento de turno.

Suplusa tiene nuevo presidente y será inscrita como reclamaba el Partido Popular en el registro de entidades prestadoras de servicios sociales. Aún así, nada garantiza la apertura de las residencias ni que vayan a funcionar a corto plazo. El proyecto nació mal parido. Lo más razonable hubiese sido buscar un acuerdo con la Xunta de Galicia antes de iniciar la construcción de los propios centros, para conocer la disponibilidad del gobierno gallego a concertar plazas públicas, de acuerdo con una planificación sensata y ecuánime en función de las necesidades de la provincia y de cada municipio. Es absurdo comprarse un coche para tenerlo parado en el garaje por falta de gasolina.

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