Opinión

Grupo equivocado

Zebenzuí, concejal de Mercados y Cementerios y guanche follador, acaba de ser enterrado por Whatsapp

ZEBENZUÍ GONZÁLEZ es un guanche con aspecto de godo chicloso, ligero de pelo y sobrado de carnes, con cara de concejal de Mercados, Cementerios y Piscina, un puesto al que probablemente nunca nadie le había puesto cara pero que una vez vista la de Zebenzuí queda fijada como prototípica para los restos, una cara naturalmente conformada para el puesto de concejal de Mercados, Cementerios y Piscina. No será recordado, sin embargo, como prototipo morfológico, sino como un ejemplar más del típico gilipollas, una categoría por desgracia muy abierta a las variantes morfológicas.

Resulta que el concejal de Cementerios y Mercados de Ayuntamiento tinerfeño de La Laguna andaba de fiesta por un grupo de Whatsapp con sus íntimos cuando se equivocó y envió los comentarios a otro grupo, uno que compartía con compañeros del Partido Socialista local, de los que solo cabe esperar que tengan algo más de socialistas que de compañeros, porque les faltó tiempo para hacerlo público y poner al buen Zebenzuí camino del cementerio político.

"Yo a follar / jejeje / con empleadas que pongo yo y enchufo yo en el ayuntamiento / y después hacer campaña por frikis / jejeje", leyeron los miembros del grupo equivocado antes de que llegase, ya demasiado tarde, el consecuente "perdón / me equivoqué de grupo".

La gente se ha indignado muchísimo cuando se ha hecho público, el partido lo ha suspendido de militancia y el alcalde lo ha apartado del cargo. Me parece lógico, claro, aunque yo creo que lo han hecho por las razones equivocadas. Lo que más ha exaltado al respetable es el alarde de follarse a las que enchufa en el ayuntamiento, cuando hemos de reconocer que se trata de un clásico entre los gañanes que en este país han ocupado y ocupan puestos públicos.

En Galicia, sin ir más lejos, hace bien poco que el heredero ourensano José Luis Baltar fue investigado por unos mensajes similares –por vía sms, todavía no existía el Whatsapp– a una recomendada. La Justicia chiclosa dictaminó que no era ni delito, lo que sitúa perfectamente el punto en el que nos encontramos como sociedad.

Yo creo, no obstante, que el machismo casposo del comentario de Zebenzuí ha ocultado las no menos preocupantes prácticas que revela el resto del mensaje, que acumula una notable cantidad de despropósitos para lo corto que es.

No lo conocemos más que por esta enorme metedura de pata y a lo mejor no es el tonto del culo que aparenta

Por ejemplo, parece que se le ha dado menos importancia, quizás por asumido, al reconocimiento explícito del enchufe como medio aún consolidado de acceso a la función pública. Y tampoco nadie ha señalado la carga de deshonestidad con los votantes que arrastra la segunda parte del mensaje, la de "hacer campaña por frikis".

El conjunto es, en todo caso, difícilmente superable, casi arquetípico, como su cara de concejal de Mercados y Cementerios. Y, pese a todo, no puedo dejar de sentir cierta empatía con este gilipollas. Zebenzuí se defendió reconociendo que sus mensajes eran "una broma de mal gusto", pero que "están absolutamente sacadas de contexto y no se ajustan al sentido literal que transmiten", ya que iban destinadas al chat con un amigo de confianza en clave de humor. "Quienes me conocen saben que ese tipo de comportamientos o acciones chocan frontalmente con mi forma de ser", lamentaba el hombre.

Pues no tengo ni idea, porque efectivamente no lo conocemos más que por esta enorme metedura de pata y a lo mejor no es el tonto del culo que aparenta, pero en lo que nadie puede quitarle la razón es en que se trata de la definición exacta de "sacar de contexto".

Yo, supongo que como él, tampoco me tengo a mí mismo por un gañán machista, corrupto y deshonesto –lo que no quita para que otros sí puedan tener esa opinión u otra igual de nefasta sobre mí–, pero les aseguro que un vistazo parcial y descontextualizado a muchos de los comentarios y mensajes que comparto en grupos de Whatsapp con personas de mi confianza, entre las que no hay lugar a confusiones ni malentendidos, mostrarían a un tipo perfectamente despreciable al que yo no tocaría ni con un puntero láser.

Quiero pensar, porque tampoco somos tan especiales y únicos como creemos, que tres cuartos de lo mismo les sucedería a la mayoría de las personas, al menos a aquellas que hagan concesiones a la amistad, el sentido del humor, la ironía y el sarcasmo.

Lo que nos aconseja este despropósito de Zebenzuí es que tenemos que contemplar las nuevas herramientas para la comunicación, como las redes sociales o el Whatsapp, con las mismas exigencias que aplicamos a nuestras relaciones personales diarias, empezando por no pertenecer a ningún grupo de Whatsapp en el que sus miembros no sean capaces de interpretar nuestros comentarios, por muy brutos, desafortunados y soeces que sean, en el contexto y sentidos correctos. Debemos asumir que hay que ser más selectivos, aunque sea a costa de pasar por antipáticos; mejor eso que arriesgarnos a ser señalados como gilipollas.

O, en su defecto, no aceptar bajo ningún concepto la concejalía de Mercados y Cementerios.

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