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El evidente estilo francés

LE BUREAU des légendes es una serie francesa de espías. No tiene ese halo glamouroso con el que revisten todas las producciones americanas, pero no hace ninguna falta. Algo así, en esta, echaría por tierra sus elementos destacables. (Y además, son parisinos, no lo necesitan). La mirada que nos plantea es la de la normalidad en el meollo de un trabajo que, normal, normal, no es. Sin embargo, existe. El protagonista regresa de una misión en Damasco a su París natal y ha de reincorporarse al trabajo de oficina. Justo al volver, se desata una crisis en la agencia de seguridad con una agente desaparecido en acto de servicio. Tenemos entonces ya las dos tramas en marcha, la de la acción -la búsqueda de ese hombre- y la personal -cómo son los días y las noches de ese personaje principal-. Ambas, claro está, llenas de intrigas, secretos y traiciones.

No es que sea una serie que descubra el mundo. Sigue las normas de un guion clásico del género y lo que logra es mantener un cierto interés por saber qué le ocurrirá a ese protagonista que, a medida que avanzan los capítulos, en más líos se mete. Eso sí, manteniendo la compostura, que es muy de espías y muy francés.

Lo que me viene a la cabeza es lo siguiente: qué distintos enfoques y qué significativos los de las series francesas y las inglesas. Al margen de las reconstrucciones históricas, en las que los británicos no tienen parangón, hay una predilección por los relatos de calle, por decirlo así, predominan las historias de héroes o heroínas cercanos, con conflictos muy de andar por casa: problemas para llegar a fin de mes, dificultades con los hijos o el matrimonio, duras condiciones de trabajo y alrededor de todo eso, o dentro, está la soledad del personaje. Está el personaje solo frente a lo demás. Y el guion se las arregla para convertir ese enfrentamiento individual en algo universal, en algo tan cercano y tan comprensible como su manera de vivir. No todas las series son así, pero hay una tendencia.

Como ejemplo, Happy Valley, para todos aquellos que se sientan ociosos este verano. Ejemplo de serie total, de protagonista estrella, a la que el glamour le viene dado, no por el estilo que desprende en todo lo que hace, sino por la maestría natural con lo que lo hace, por ser capaz de lidiar con esa soledad de un modo tremendamente humano. Y al lado, están las francesas, con las que no se puede generalizar, porque llegan pocas y tarde, pero, pensando un poco en su cine actual, podría arriesgarse también esa tendencia a contar las cosas de sus gentes, pero en las calles de París, no en los barrios londinenses. Ya me entienden.

En Le Bureau des légendes -ese título tan para soñar-, los personajes destilan algo que no tiene nada que ver con el estilo a la inglesa, no tienen ningún problema económico y las casas o los hoteles que frecuentan son lo último en decoración. Que está muy bien, porque no todo va a ser bloques deteriorados de pisos compartidos. Sin embargo, sí que existe una cierta relación entre ese tipo de personajes, la historia que cuentan y una inclinación al distanciamiento con respecto al resto. Es más difícil lograr la empatía porque casi destaca más el envoltorio que el propio conflicto interior. Esa soledad del protagonista (que siempre está) se representa de una manera demasiado elegante como para identificarla a la primera. O a la segunda.

Con todo, la serie entretiene y siempre es bonita esa tonalidad del idioma, ese fluir de las palabras. Pasa como con el título, unos sonidos tan para soñar, aunque luego te duermas pensando en otra cosa.

Protagonistas de realities
Juan Miguel Martínez, peluquero, cantante y experto en realities. Parece ser que es conocido por haberse casado con Karina, en aquellos tiempos. Pero, en caso de no ser así, tuvimos ocasión de hacernos con su cara en Gran Hermano: el reencuentro, que ganó, junto a Yola Berrocal, y en Hotel Glam, que quedó finalista. Con lo que vale y me lo acaban de expulsar de Supervivientes. Serán desalmados. Menos mal que con Karina tuvo una hija, a ver si sigue los pasos de su padre.

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