Opinión

La oposición del toxo

HACE COSA de un mes, puede que ni eso, el jefe de oposición de Lalín, Xosé Crespo, encontró un toxo cerca de una guardería. Inmediatamente dio aviso a los medios para denunciar el asunto. "Crespo reclama la limpieza de maleza cerca de una guardería", rezaba el titular. Para ilustrar debidamente la magnitud del toxo, una mano extendida aparecía en la imagen junto al pobre arbusto. El toxo, más que un toxo era un toxiño. Un toxiño de una cuarta en medio de un solar con la hierba perfectamente cortada. En el improbable caso de que algún niño de la guardería cercana accediera al lugar, localizara al toxo y ambos mantuvieran un encontronazo, los servicios de protección de menores redactarían un informe dando la razón al toxo y proponiendo castigar al niño por abusón.

Yo estaba aquel día con el alcalde, Rafa Cuíña. Le dije que muy bien debía ir Lalín cuando la oposición habla de un toxo de un palmo de altura. No me explico qué hacía buscando arbustos Xosé Crespo, que fue alcalde durante unos trescientos mandatos, vicepresidente de la Deputación de Pontevedra algo más de un siglo y ahora además es senador. Me lo imagino recorriendo el municipio a la búsqueda del toxo con el que desbancar a Cuíña y recuperar el mando. "Señoras y señores, vecinos y vecinas de Lalín. Comparezco ante ustedes para denunciar un asunto de una gravedad extrema: durante mis arduas labores de fiscalización al gobierno de Lalín, he encontrado un toxo recién nacido. Comprenderán ustedes que ante esta situación, no me queda más remedio que pedir al alcalde que se rinda y que admita de una vez su incapacidad para afrontar los retos que tiene por delante este municipio y que marcarán el futuro de Lalín y de todos sus habitantes".

El asunto no pasaría de ser una anécdota de no ser porque esa táctica, que yo bautizaría como "oposición del toxo", la hemos visto en otros sitios. En Pontevedra, Jacobo Moreira hizo campaña en las municipales de 2015 con un vídeo en el que recorría la ciudad buscando losetas rotas. Caminaba por la calle y cuando se encontraba con una se detenía, como diciendo: "¿Lo ves? Una loseta rota. Vótame si quieres acabar con este caos". Obviamente la gente votó a Lores, quizá porque no consideró que algunas losetas rotas supusieran un problema de suficiente entidad como para ser convertido en vídeo de campaña. Igual hubo gente que creyó que el proyecto de Moreira era arreglar las losetas, que eso era todo lo que pensaba hacer en beneficio de la ciudadanía y que de ser ése el caso, mejor haría el PP en presentar a un albañil.

Esa oposición del toxo, basada en el menudeo, en la búsqueda del bebé arbusto o de la loseta rota es contraproducente. No da votos a quien la practica; se los quita. No hace falta un toxo. Se necesita un proyecto. En Pontevedra será difícil que olvidemos aquella escena del concelleiro Abeigón, que convocó una rueda de prensa y estuvo durante diez minutos practicando labores de reanimación cardiorrespiratoria a un muñeco, mientras los periodistas y los fotógrafos se preguntaban qué carajo estaba sucediendo. Hasta hoy no lo sabemos. En otra ocasión volvió a convocarlos para decirles que se había puesto un chándal porque era el día internacional del deporte.

Comprendo que no es fácil hacer oposición. Quien gobierna tiene la responsabilidad y con ella la iniciativa. No deja demasiado hueco. Muy mal lo tiene que hacer para que sea la oposición la que cope los titulares. La oposición constructiva puede ser rentable para quien deja gobernar, que no suele ser el partido que aspira a sustituir al alcalde. El primer partido de la oposición, por motivos obvios, debe ser crítico, pero no conozco yo caso en el que un líder de la oposición haya alcanzado la alcaldía fotografiando toxos o mandando a un compañero a pretender que un muñeco cobre vida.

Lo digo porque quien quiera echar a un alcalde en 2019 todavía está a tiempo. Lo que se pregunta la gente es algo así como qué va a hacer este candidato o esta candidata para mejorar su vida o su entorno. Y para eso hay que pasarse al menos un año ofreciendo algo mejor que lo que hay. Y si lo único que encuentras es una loseta o un toxo, mejor ni lo digas. Limítate a esperar a que tu rival sea atropellado por un tractor, se jubile o sea llamado desde su partido para ocupar un puesto de mayor responsabilidad. O que cometa un error de tal magnitud que el pueblo le dé la espalda y te encuentre a ti por el camino. Nunca se sabe.

El toxiño, por cierto, fue extirpado al día siguiente. Una pobre víctima inocente de una oposición sin proyecto. "Se o problema de Lalín é un toxo, corto o toxo e acabouse o problema", debió pensar Cuíña. Pues hizo mal. Yo lo hubiera dejado vivir. Lo hubiera trasplantado o me lo hubiera llevado a casa de recuerdo. Ese toxo era un toxo especial. Era el toxo de la oposición, el mejor argumento de Crespo para recuperar la alcaldía. No creo que en Galiza volvamos a ver un toxiño tan hermoso.

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