Alume estrena asistencia para enfermos mentales sin techo en Lugo

Alume sigue y apoya a catorce personas con trastornos graves en un programa pionero en Galicia que otras urbes ya estudian replicar
Trabajadoras de Alume.
photo_camera Trabajadoras de Alume.

Catorce personas sin techo que viven en la ciudad y padecen patologías psicóticas o trastornos graves de personalidad tienen su enfermedad bajo control, en mayor o menor medida, gracias a la labor que los especialistas de Alume (Asociación Lucense de Axuda a Enfermos Mentais) realizan en la calle desde el otoño pasado.

Tres especialistas en salud mental prestan ese seguimiento y apoyo de la mano de personal de Cruz Roja, con el imprescindible apoyo de la unidad de Psiquiatría del Sergas y la no menos importante colaboración de todas las instituciones de la ciudad que asisten a personas sin techo y de más de medio centenar de ciudadanos que ayudan a título particular. Alume presta este servicio con algún medio propio, pero fundamentalmente con la financiación de las fundaciones Barrié y Roviralta. La aportación económica termina en junio, pero dados los resultados que se están obteniendo, Alume confía en tener apoyo para continuar.

La atención a estas personas era un objetivo de Alume desde hace tiempo y para empezar a prestarla fue clave el papel de Cruz Roja. «Ellos tienen un programa para personas sin techo, hicimos una jornada de formación conjunta y empezamos a salir juntos. Eso nos facilitó mucho la labor porque Cruz Roja tiene una gran credibilidad, ganada a pulso, lo que hace que a nosotros también nos identifiquen como algo positivo», explica la directora, Ana Regueira.

El personal de Alume sale a la calle los lunes, miércoles y viernes, dado que el de Cruz Roja lo hace los martes y jueves. El objetivo es, exclusivamente, mejorar la salud de los enfermos mentales que viven en la calle, para que después puedan acceder a los recursos para personas sin techo de que dispone la ciudad. "Recursos hay, el problema es que no puedan usarlos por su situación de salud mental", explica Regueira. Esa mejora pasa porque los enfermos sean valorados por un psiquiatra, tomen la medicación y hagan las revisiones necesarias. Para llegar a ese punto es necesario que se establezca una relación de confianza entre los usuarios y los especialistas de Alume que lleva su tiempo y que no siempre es fácil, pero tampoco imposible. Esa es una de las principales reflexiones que hace el personal de Alume tras casi medio año de trabajo. "Nun primeiro momento parecíanos imposible sequera tomar un café con algunha persoa, e ao final accedeu a ir ao psiquiatra. Recentemente, contábannos en Cruz Roja que un dos seus usuarios por primeira vez se sentou a falar con eles para estudar a posibilidade de ir a un piso, que lle plantearan algunha vez", explica Lucía Rodríguez, psicopedagoga, educadora social y coordinaroda del equipo de calle. De él forman parte la psicóloga Cristina López y la trabajadora social Leticia Varela. Llevan petos azules con el logo de Alume y entre los usuarios hay quien las conoce como "las [chicas] de azul de Cruz Roja".

De los quince sin techo con enfermedad mental identificados hasta el momento, solo uno se resiste a recibir ayuda de Alume, por ahora. De los restantes, seis reciben medicación antipsicótica inyectable en el Sergas cada quince días o cada mes y los otros toman otro tipo de medicación bajo cierto seguimiento de Alume, como los primeros. "Es tal el volumen de necesidades que tienen estas personas, que es muy difícil apreciar una mejoría evidente, pero sí la hay", explica el presidente de Alume, Manuel Fernández.

El perfil de los usuarios es muy dispar, como el tiempo que llevan en la calle. Hay desde un joven de 19 años a una persona de 80. La mayoría son hombres.

El programa de Alume es seguido con interés desde otras ciudades y en su eficacia hay varias claves. Una es la buena disposición de los psiquiatras del Sergas, que ven a los pacientes cuando estos están en disposición de acudir a la consulta, sin cita. Pero para llegar a ese punto es imprescindible la colaboración institucional y ciudadana previa. La asociación cuenta con una red de contactos que se acerca al centenar de personas (profesionales y ciudadanos de a pie, entre ellos, otras personas sin techo), que les informan y les ayudan. "Parte del éxito es que todo el mundo estaba deseando que hubiera algo así y la colaboración es excepcional", destaca Regueira.

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