El Madrid de Palacios

El arquitecto porriñés es un gran desconocido para los madrileños, a pesar de ser autor de algunos de los edificios más emblemáticos de la ciudad, como el Palacio de Cibeles o el Círculo de Bellas Artes

POCOS MADRILEÑOS saben quién es el arquitecto gallego Antonio Palacios, un gran desconocido a pesar de ser el padre de algunos de los edificios más simbólicos y representativos de la capital, como el Palacio de Cibeles o el Círculo de Bellas Artes.

Este arquitecto natural de O Porriño consiguió convertir Madrid en una metrópoli moderna. Su trabajo se extiende fundamentalmente por la plaza de Cibeles y la calle de Alcalá, donde se encuentran edificios tan emblemáticos como el Banco Español del Río de la Plata, sede hoy en día del Instituto Cervantes, o la actual sede de la Oficina de Cultura y Turismo, Alcalá 31.

Otros ejemplos del legado de este artífice en la capital son la Casa Matesanz, situada en el número 27 de la Gran Vía, y la Casa Palazuelo, entre las calles de Mayor y Arenal.

Pero la obra de Palacios no se ciñe únicamente a edificios emblemáticos. También fue el arquitecto que diseñó el interior de las más tempranas estaciones de Metro de Madrid y del famoso logotipo en forma de rombo.

El Hospital de Jornaleros, ubicado en la calle de Maudes, es otra de sus grandes obras en la capital, que precisamente se cumplen ahora cien años de su construcción.

Para que los madrileños conozcan la obra de Palacios, y aprovechando la celebración del centenario del edificio, el Gobierno de la Comunidad de Madrid organiza un amplio programa de actividades que se prolongarán hasta el próximo mes de diciembre.

Entre ellas se podrán visitar los cuatro edificios más importantes de la obra de este artista en Madrid: el citado Hospital de Jornaleros, actualmente la sede de la Consejería de Transportes, Vivienda e Infraestructuras autonómica; el Círculo de Bellas Artes, el Banco Español del Río de la Plata y el Palacio de Comunicaciones.

Palacio de PalaciosParece extraño que, a pesar de su obra en la capital, pocos sepan quién es. Este arquitecto también diseñó numerosas obras en su Galicia natal y fue profesor en la Escuela de Arquitectura de Madrid a principios del siglo pasado. Antonio Palacios nació el 8 de enero de 1874 y parte de su infancia transcurrió entre la proximidad a las canteras de Atios y Budiño, que poseía la familia de su madre, y el seguimiento del trabajo que su padre realizaba como ayudante de Obras Públicas en el ferrocarril que unía Guillarei, en Tui, con Valença do Minho. Este ambiente marcaría de alguna forma el camino profesional de Antonio Palacios, quien a pesar de haber mostrado una fuerte inclinación por la pintura y la escultura, en 1892 decide trasladarse a Madrid para cursar los estudios de arquitectura.

Obtiene el título en 1900 y su trabajo está impregnado por el cambio de siglo, que en España está muy condicionado por el desastre militar de 1898 con las derrotas en Cuba y Filipinas frente a Estados Unidos. El joven titulado Palacios comienza a ejercer como arquitecto en el despacho de Ricardo Velázquez Bosco, que había sido su profesor en la facultad, pero adquirirá notoriedad gracias a la asociación con su compañero de promoción Joaquín Otamendi.

Sin casi experiencia, se presentan a varios concursos públicos y en 1902 ganan el de la construcción de un puente señorial sobre la ría de Bilbao.

Mayor repercusión consiguen gracias a los premios que obtendrán en los años siguientes para acometer el Casino de Madrid y el Palacio de Comunicaciones, en 1903 y 1904. Estos proyectos evidencian ya la capacidad de Palacios para absorber y sintetizar diversos estilos, la búsqueda de la expresividad a través de los materiales o el tratamiento racional de las estructuras.

No obstante, Palacios fue criticado en su tiempo por no abrazar las vanguardias arquitectónicas y su trabajo se clasifica muchas veces dentro del regionalismo. Se le considera vinculado al galleguismo de principios de siglo y cultivó la amistad de Enrique Peinador, Valentín Paz Andrade, Ramón Cabanillas y Castelao y fueron habituales sus colaboraciones en el periódico Galicia, además de proyectos arquitectónicos en su O Porriño natal, el balneario de Mondariz, Nigrán o el convento de las Salesas de Teis, en Vigo.

La sociedad profesional entre Palacios y Otamendi llegaría a su fin a partir de 1919, cuando este último decide ocupar el puesto de arquitecto de Correos. A pesar de ello, siguieron manteniendo una relación de amistad que le proporcionaría a Palacios contactos entre la burguesía madrileña y el sector de la construcción y las obras públicas.

Para recuperar la memoria de Palacios en Madrid se organizarán 285 visitas gratuitas en las que los madrileños y los visitantes que se acerquen hasta la capital mesetaria podrán disfrutar y conocer la obra de Palacios a través de especialistas en Arquitectura e Historia del Arte. Para hacerlo, hay que inscribirse en la web del centenario www.antoniopalacios.es.

No todo serán visitas guiadas. Para los próximos meses de octubre y noviembre se han organizado también una serie de conferencias en los cuatro edificios emblemáticos, a los que se sumará uno más: la sede de la Oficina de Cultura y Turismo de la Comunidad de Madrid. A este ciclo de conferencias de homenaje al artífice se suman este verano —durante el mes de julio— conciertos al aire libre en el patio del antiguo Hospital de Jornaleros para todo aquel que quiera disfrutar de una velada musical veraniega.

Los que decidan acudir a estos conciertos, que serán al caer la tarde de los viernes, serán transportados a través de piezas de música contemporánea al ambiente musical del Madrid de principios del siglo XX.

Con todo ello, la Comunidad de Madrid pretende difundir entre sus vecinos el legado arquitectónico y cultural de Antonio Palacios, cuyos edificios son identificados por muchos como los símbolos de la capital, si bien, su artífice es un desconocido.

Y es que con la obra que ha dejado Palacios, Madrid le debe desde hace mucho un homenaje.

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