El triángulo que puso Lugo en el mapa de la investigación sísmica

La intensidad del temblor de mayo de 1997 superó las previsiones del Instituto Geográfico y obligó a cambiar los protocolos ►Las detalladas mediciones actuales corroboran que los constantes temblores se deben al "acomodo de pequeñas fallas"
Triacastela
photo_camera Triacastela

EL TERREMOTO del pasado domingo de 3,5 grados, de nuevo en el triángulo Triacastela-Sarria-Becerreá, hizo revivir inevitablemente aquel del 22 de mayo de 1997, que superó los 5 grados (algunos informes dicen 5.1 y otros 5.3), y puso de actualidad una fecha de la que se cumplen el mes próximo 20 años. ¿Qué cambió en este tiempo? ¿Sabemos algo más de las causas?

Los lógicos mensajes de tranquilidad desde el Instituto Geográfico Nacional (IGN) no impiden reflexionar sobre una realidad: el terremoto de 1997 cambió el mapa sísmico nacional. Antes, las únicas zonas de riesgo estaban en el sur de España y desde 2002 también se incluye el este de Galicia, calificado como "el mayor foco sísmico del Noroeste Peninsular"en el Proyecto Gaspi de la Universidad de Oviedo sobre la actividad telúrica.
Falla de BecerreáTerremotos significativos registrados en Galicia entre 1988 e 2008



El temblor de hace 20 años sorprendió a los sismólogos. Se produjo en una zona "estable"y solo había un antecedente, el 12 de mayo de 1979, de un seísmo que se fue hasta los 4.6 grados. Por ello, cuando acabaron las réplicas, el IGN colocó 18 sismógrafos portátiles para analizar más de cerca la actividad. Con estos datos, se elaboraron varios estudios, entre ellos el citado Proyecto Gaspi y también otro de los propios expertos del IGN, con el que por entonces era el jefe de la Red Sísmica, Juan Rueda, a la cabeza. Estos informes obligaron a realizar modificaciones importantes en el mapa de riesgos y en las normas constructivas. Paralelamente, la Xunta puso en marcha el Plan Sismigal, una herramienta de referencia para afrontar una hipotética situación de emergencia grave, con previsiones de actuación y protocolos de seguridad.

Este nuevo mapa se utilizó para elaborar en 2002 la actual Normativa Sismorresistente. A todos los municipios de Lugo se les otorga un índice de 0,4 g. (aceleración de la gravedad), muy lejos de los 0,12 o 0,14 de Andalucía, pero que sí condicionó a partir de esta fecha las edificaciones, aunque no todas, solo las públicas como hospitales, comisarías, parques de bomberos o grandes centros comerciales. En estos casos, las resistencias de materiales y las estructuras deben cumplir estándares más exigentes. Las viviendas particulares y edificios residenciales, no. 

Suelos duros y blandosMapa de peligrosidad sísmica

¿Hay riesgo para la población? Pues todo indica que no. Y esto es así por la dureza de los materiales superficiales —situados en los primeros 30 metros—, en teoría incompatibles con un terremoto catastrófico. El ejemplo más claro de esta circunstancia es el seísmo de Lorca (Murcia) del año 2011. Con la misma intensidad, de poco más de 5 grados, dejó dañados un 30 por ciento de los edificios y llegó a derribar viviendas enteras. ¿Cuál es la diferencia? Pues el tipo de material, mucho más frágil y arenoso en el caso de Lorca, lo que produce movimientos imprevisibles en la superficie. 

'TRIGGERING'. El fenómeno ocurrido en el subsuelo del triángulo sísmico lucense recibe el nombre en inglés de 'triggering', es decir, "desencadenado". Eso explica que se perciba el temblor en un área tan amplia y que incluso pueda provocar desperfectos en zonas muy alejadas del epicentro. 

Los estudios concluyen que el origen está en la falla de Becerreá, que se extiende a lo largo de unos 40 kilómetros, a una profundidad de 9.000 metros. A causa de un "empuje tectónico"—como en todos los terremotos—, las partes de esta falla principal se mueven y hacen que se "acomoden"otras fallas más cortas a su alrededor, como las de Sarria, Baralla, Loureiro, Triacastela, Agradelo o Gundariz. De este modo, se produce movimiento en una zona muy amplia y no solo en la epicentral. Esta también es la explicación de que se mantenga una actividadsísmica constante a lo largo de los años, es sí, de baja intensidad. Según las estadísticas, la montaña lucense registra más de la mitad del total de terremotos detectados en Galicia cada año.

La vida sigue 20 años después en el triángulo sísmico y la población ya parece haberse acostumbrado a que de vez en cuando el suelo tiemble bajo sus pies, a la vez que suena ese ruido sordo, inconfundible para quienes vivieron aquella serie de 1997.

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