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A Ponte: el barrio de Lugo que vive a dos velocidades

Los hosteleros que buscan la renovación se sitúan en una orilla de la ciudad, mientras los de la otra ribera guardan el encanto tradicional ►La peatonalización del puente romano dio dinamismo a una, mientras que en la otra sigue buscando su modelo de desarrollo
Terraza de uno de los establecimientos hosteleros de A Ponte
photo_camera Terraza de uno de los establecimientos hosteleros de A Ponte

El paso del Miño por la ciudad fue uno de los argumentos a los que los romanos se abrazaron para asentarse en Lucus Augusti. Dos milenios después, las orillas del río siguen funcionando como agujas del lento tictac de un entorno apacible en el que se han modernizado ligeramente algunos espacios. Se ha remodelado el Club Fluvial, se construyó la pasarela de San Lázaro, se hizo un parque infantil cubierto...

El barrio sigue guardando, con celo, las llaves de su fisonomía tradicional dado que hoy la mayoría de viviendas, aunque con apariencia de llevar años deshabitadas, continúan dando su toque singular a un barrio en el que el tiempo parece haberse detenido. Aún así, las dos orillas parecen vivir de modo desacompasado la peculiar manera de entender el transcurrir de los días. Desde que se peatonalizó el puente romano esa diferencia de ritmos se ha agudizado. La orilla más próxima a la ciudad se ha llenado de actividad, la otra sigue en impass.

La hostelería es un ejempleo de esas dos vidas dispares del barrio. Mientras los hosteleros de la ribera de San Lázaro preservan intacto el modelo de negocio que lleva décadas funcionando, los de la orilla más próxima a la ciudad han optado por modernizarse. A escasos metros conviven los bares, como O Chuco en el que a los clientes se les llama amigos y en el que el propietario se suma a los cantos de taberna de los consumidores, con aquellos otros que han optado por un concepto más moderno que en una apuesta vanguardista, combina tapas y gin-tonics.

El carácter 'enxebre' y auténtico del entorno se aprecia también en el tipo de negocios que persisten en el entorno, como el de envasado al vacío en plena Calzada da Ponte que recuerda el carácter eminentemente rural que la ciudad tuvo un día y de la que todavía guarda algo más que ese espíritu.

MÁS QUE OCIO. La incuestionable presencia de espacios de esparcimiento, con el paseo del Miño, el parque infantil cubierto o el recinto del Pazo de Feiras, ha convertido el barrio de A Ponte en una de las alternativas primordiales en el tiempo de ocio. Sin embargo, esta zona quiere reinventarse como algo más y, así, las soluciones que empresarios y hosteleros proponen para el futuro del barrio están marcadas indiscutiblemente por el transcurso del Camiño Primitivo y por la optimización turística de un barrio en el que el balneario también tiene mucho que decir.

No en vano, Paula Rey, propietaria del Buide desde hace mes y medio, asegura que los peregrinos son sus principales clientes "desde que abrimos ás seis e cuarto da mañá para darlles os primeiros almorzos". Aunque por la tarde, los protagonistas de la barra son "a xente de sempre, que pide viño do país", Rey tiene claro que los caminantes son parte esencial de la estrategia de futuro para A Ponte.

Otra de las alternativas es consolidarse como zona de tapeo, pese a la dura competencia que suponen para ello espacios más tradicionales como el casco histórico o A Milagrosa. De hecho, en A Calzada Gin y tapas apunta que "ayuda que haya varios locales" y, en esa línea, dice que la zona "cada vez funciona mejor de cañeo y de cerveceo", sobre todo por las tardes.

Para conseguirlo, hosteleros, comerciantes y usuarios del Fluvial coinciden en reclamar más plazas de aparcamiento, toda vez que la ampliación de este espacio del Fluvial es "insuficiente", más seguridad vial e incluso mayor cobertura de telefonía móvil, como apunta Raúl Fernández, usuario de esta entidad deportiva.

VECINOS COMBATIVOS. A todas esas demandas se suman los vecinos, con un carácter marcado por la perspectiva que se tiene desde el valle de la ciudad sobre el lento transcurrir de los hechos. Han enarbolado diferentes banderas para defender con vehemencia sus causas. Incombustibles al desaliento, llegaron a presentarse en el pleno municipal, pancarta en mano, para mostrar su rechazo a la peatonalización del símbolo más emblemático del barrio, el puente romano.

Casi un lustro después de ese cierre al tráfico, el espíritu de la medida todavía sigue viva en el barrio y continúa despertando cierto recelo entre los establecimientos hosteleros de la otra orilla. En O Chuco explican que "nótase porque hai moita clientela que non vén porque hai que dar a volta", mientras que en O Buide detallan que "hai persoas que evitan dar unha volta de dous quilómetros e medio e, por iso, non veñen".

También en eso A Ponte vive a dos velocidades porque Roger, propietario del establecimiento de tapas y gin tonics (así se presenta en sus rótulos), asegura que el fluir de gente es "cada vez mayor" desde que abrió su negocio hace cuatro años. Además, no oculta su predilección por que la Calzada da Ponte se peatonalice aunque, consciente del precedente que ha sentado el puente romano, ya admite que "al principio costará más que la gente se acostumbre pero luego, con el paso del tiempo, todo se aceptará mucho mejor".

Unos metros más abajo, Perfecto, camarero del albergue Boots & Roots, señala que es "una zona que funciona muy bien cuando hace buen tiempo", si bien en los dos años y medio que lleva sirviendo en el local el volumen de clientes "ha ido variando". Quizás por ello lo que en su día era una terraza compuesta por un número reducido de mesas de aluminio se haya extendido hasta ocupar una superficie mucho mayor, incorporando incluso mesas de madera en el exterior.

VIVIENDAS SOCIALES. Otro aspecto en el que los residentes dieron la batalla fue la construcción de viviendas sociales en Fermín Rivera. Hoy aseguran que "desde hace unos dos o tres meses, la situación está un poco más tranquila porque se marchó determinada gente" y, en ese sentido, vecinos que prefieren no ser identificados, ahondan en que "desde principios de verano hay muchas viviendas cerradas".

No en vano, quien vive en A Ponte muestra el carácter templado que ha ido curtiendo el paso del tiempo observando el devenir del río. Quizá para escapar a los conflictos bares como O Chuco tengan bajo su televisión perfectamente alineados, con dimensiones idénticas, los escudos del Real Madrid, del Atlético de Madrid y del Barcelona. Es el temperamento que da el Miño y que ahora habrá que quebrar para decidir qué rumbo eligen para el barrio.


Roger Gómez Gerente de ‘Calzada Tapasgin’ La peatonalización de la calzada da Ponte sería buena idea aunque al principio costará más que la gente se acostumbre" Paula Rey Propietaria del Bar Buide Pola mañá o que máis temos son peregrinos pero pola tarde vén a xente do barrio de sempre, a que pide viño do país" Perfecto Camarero del Boots & Roots La zona del puente empieza a funcionar muy bien para los vinos y las tapas, sobre todo si hace buen tiempo" Raúl Fernández Usuario del Club Fluvial Los principales problemas son el aparcamiento e incluso la falta de cobertura móvil en algunas zonas concretas"

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