Aún falta un detalle

El Cafés Candelas Breogán ha corregido importantes carencias de juego con el desarrollo de la competición y ahora solo presenta un pero: sus bajones en los últimos cuartos
Los jugadores del Breogán saludan al público tras el partido ante el Gipuzkoa
photo_camera Los jugadores del Breogán saludan al público tras el partido ante el Gipuzkoa

La evolución experimentada por el juego del Cafés Candelas Breogán no admite dudas, aunque tal vez se podría decir que esa interesante progresión está por completar. Le falta, como se ha podido comprobar en los dos últimos partidos, un último paso: cerrar los partidos sin necesidad de perder el orden en el tramo final.

Pero tanto si se recurre al momento actual del equipo como si se echa la vista atrás, la conclusión es que el conjunto lucense ha ido mejorando aquellos aspectos que durante algunos momentos de la temporada lastraron sus opciones.

El Cafés Candelas Breogán solo ha sufrido una derrota más que el actual líder de la competición. Pero además llega al tramo final de la fase regular con cinco triunfos en los últimos seis partidos, incluyendo victorias en canchas casi inaccesibles como la del Unión Financiera Oviedo, donde solo había ganado el Ourense, o el Melilla, que solo había cedido en lo que va de temporada ante sus aficionados con el Barcelona B.

Pero además, el conjunto breoganista logró la victoria en casi todos esos partidos completando momentos de juego de alto nivel. Los tres primeros cuartos ante el Gipuzkoa o los jugados en Melilla admiten muy pocas pegas. Otra cosa es lo sucedido, en ambas confrontaciones, en el último cuarto, donde el ansia por ganar, la presión del rival o la ausencia de un líder en la cancha propiciaron que el equipo de Lezkano perdiera el orden, la coherencia y el equilibrio mostrado en los 30 minutos anteriores. Es el paso que falta.

Echando la vista atrás (sin recurrir a cuándo y en qué condiciones se confeccionó esta plantilla y cuándo inició su recuperación), en este mismo diario, ver la edición del 13 de diciembre de 2016, se achacaba al equipo breoganista, tras perder en sus visitas a Lleida, San Sebastián, A Coruña o Mallorca, su falta de repuesta en los desplazamientos ante equipos de la zona media alta de la tabla.

En aquel análisis también se hacía referencia a tres problemas graves del juego del equipo. La mala defensa, sus pésimos inicios de encuentro y la falta de equilibrio ofensivo. Ahora la situación es muy diferente. El conjunto breoganista nunca será un equipo que se caracterice por su intensidad y dureza defensiva, pero es evidente que se han corregido errores graves: la defensa del bloqueo directo, por ejemplo, o los continuos desajustes en las ayudas, corregidos en su mayor parte, y todo ello junto con una mayor solidez en el rebote. El equipo sigue recibiendo en ocasiones demasiados puntos, pero en parte porque su juego otorga muchas posesiones al rival y también porque esa discontinuidad en el tramo final infla la anotación del rival. El Melilla, por ejemplo, hizo 33 puntos en el último cuarto, y el Gipuzkoa, 29.

Al equipo lucense no le cuesta entrar en los encuentros como sí le sucedió en algunos momentos de la temporada, lo que le supuso iniciar algunos duelos con importantes parciales en contra. Se ha mejorado la concentración, con lo que no se otorgan esas ventajas.

En ataque, el Breogán sigue siendo el mejor equipo de la LEB. En los últimos seis encuentros de competición su media es de 95 puntos por encuentro. La diferencia, con respecto a lo que sucedió durante gran parte de la temporada, es que los puntos ya no llegan solo con el lanzamiento exterior. Incluso ahora hay una clara referencia interior: Stainbrook, y llegan puntos en transición. Es decir, hay equilibrio.

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