Pide más ayudas específicas para alumnos con discapacidad

Niegan a una lucense sorda la beca de Ingeniería Civil por sacar un 6,25

Sonia Valcárcel es la primera estudiante con discapacidad auditiva de la Politécnica de Madrid
Sonia Valcárcel
photo_camera Sonia Valcárcel

"¿Dificultades? Muchísimas". Así de condundente es la becerrense Sonia Valcárcel Fernández cuando se le pregunta por el recorrido que la ha convertido en la primera alumna sorda en pisar la Universidad Politécnica de Madrid, donde acabó el primer curso este mes. Por si no fuese ya difícil llegar hasta aquí, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte le acaba de denegar la beca, por considerar que el 6,25 que Sonia obtuvo de media en el ciclo superior de Proyectos de Obra Civil que hizo en el CFPI Politécnico de Lugo no es suficiente, y que necesitaría alcanzar el 6,5.

Este no es el primer problema que Sonia Valcárcel tiene con las becas. Ya cuando estudiaba en el Politécnico tuvo que devolver la que en un principio le concedieron, de 1.000 euros, por haber suspendido alguna asignatura. Reticentes a que esto pudiese suceder de nuevo, ni ella ni su familia quisieron pedirla para el primer año de carrera. Pero este año, ante la pérdida del empleo del padre, la situación se hace crítica, ya que actualmente solo trabaja la madre en la pequeña explotación ganadera familiar.

Por tener una discapacidad auditiva, Sonia Valcárcel dispone de una pequeña ayuda al mes, de poco más de 360 euros. No tiene que costear ningún gasto de la matrícula, que es gratuita para ella, como también lo es el servicio de interpretación, que asume la propia universidad y sin el cual sería imposible seguir las clases. Sin embargo, no puede disponer de más ayudas por no alcanzar la nota exigida por el Ministerio de Educación.

"Me parece injusto, creo que tendrían que bajar la nota a las personas sordas, porque tenemos más dificultades para poder estudiar", indica Sonia Valcárcel. Entre esas dificultades, destaca la que supone trasladar a lengua de signos determinados conceptos o términos técnicos propios de los estudios, o los malos entendidos que siempre pueden darse en la traducción.

Esto no significa en absoluto que la lengua de signos no se equipare a la oral en posibilidades de expresión, sino que plantea los mismos problemas de traducción que cualquier otra lengua. Y aunque Sonia Valcárcel valora la "accesibilidad completa de la universidad para las personas sordas", también se queja de que "los intérpretes no puedan acceder a exámenes finales, extraordinarios o parciales. Puedo entenderme con el profesor, pero prefiero al intérprete".

Además de las dificultades derivadas de la propia discapacidad, Sonia Valcárcel lastra las de un sistema educativo que no había normalizado la enseñanza del gallego en el caso de personas sordas. "Ese fue el motivo de que me fuese a estudiar a Madrid. Yo empecé a estudiar gallego en Eso y continué en bachillerato, pero no aprendí lo suficiente. Creo que tenemos que aprender desde pequeños", indica, y afirma que es una cuestión que comparten más personas sordas.

Sonia Valcárcel, su familia y sus antiguas profesoras están solicitando ayuda a distintas fundaciones. "También estoy pendiente de unas becas especiales que acaba de poner en marcha la Comunidad de Madrid para personas con discapacidad".

Aún así, su madre, Ana María Fernández, le garantiza que este año estudiará, aunque tengan que hacer mayores esfuerzos en casa. Sin embargo, no puede garantizarle lo que pasará el año siguiente. "Tenemos una situación económica difícil, pero estoy recibiendo todo el apoyo de mi familia para hacer realidad mi sueño", concluye.