Opinión

Frentes abiertos

CONSTRUIR UNA alternativa de gobierno al PP es la legítima tarea de Pedro Sánchez al frente del PSOE. No molesta la propuesta pero sí chirría en algunos sectores, también socialistas, la convocatoria a algunos socios para ese objetivo. No deberían sorprender las críticas aunque sea fuego amigo. El reto que tiene por delante Pedro Sánchez es captar el desencanto ciudadano que pudo simbolizar el 15-M frente al bipartidismo imperfecto: esos ocho millones de votos que se fueron a Podemos y Ciudadanos. Pudiera ser el fondo de su discurso, más allá de las liturgias exhibidas en la pretensión de monopolizar la izquierda. El acierto o no del mensaje se mide en votos ciudadanos. Ese es el test pendiente y a aprobar. El planteamiento no es nuevo en la socialdemocracia europea. Al laborismo inglés, que se desplazó a la izquierda, no le fue mal cuando se anunciaba su catástrofe. El socialismo francés, que abominó de las concesiones social liberales de Hollande, no detiene la caída. Los pronósticos para la cita de septiembre en Alemania dejan de ser optimistas para el SPD.

Obsesión

Establecer la comparación de la victoria de la democracia y el Estado de derecho frente al terrorismo de Eta con el ‘proceso’ catalán para la independencia solo se le puede ocurrir a una mente calenturienta. A un político, o a cualquier ciudadano con un mínimo de sensibilidad hacia las víctimas y de sentido común en la memoria del treinta aniversario del atentado de Hipercor en Barcelona no le viene a la boca, ni a la cabeza, el afán o la voluntad independentista. Fue al presidente Puigdemont. Tal disparatada comparación solo demuestra que toda realidad se reduce para él a un tema: la independencia. No es que sea cuestión —la independencia— que preocupe en Galicia, como muestra el Cis. Pero ese trastorno obsesivo en un mandatario es para mirárselo y tratarlo.

Comentarios