Opinión

Piqué, innecesario

PIQUÉ NO ES tan cándido como para ignorar que será abucheado cuando juegue (viernes) con la selección. Es tan buen profesional como refinado provocador, que sabe medir perfectamente los tiempos. Como ganarse enemigos. No es, eso no, maestro de la coherencia. Si lo fuese, hubiese renunciado a formar parte del equipo nacional; no se puede estar en misa y repicando. Cierto que tiene derecho a ejercer de independentista y a expresarlo; cierto también que el público que acude a ver los partidos de la selección está legitimado para repudiarle. Quienes defienden que hay que separar una cosa de la otra, que la ideología no debe mezclarse con su inserción en el combinado nacional, debieran sopesar la evidencia de que Piqué, ya concentrado y al servicio de la España que desprecia y le paga, siga incordiando y atacando a la Guardia Civil y a la Policía. No es de recibo. Sabe que echar leña al fuego no es la mejor manera de apagarlo. El seleccionador, facultado para ello, sigue llamándole, pero también debiera tantear otros condicionantes, al margen de los técnicos, que bien pudieran mermar el rendimiento colectivo y alterar el desorden. Hay otros.

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