Los ferreiros forjan en la tradición su futuro

La falta de relevo generacional ha puesto en jaque a las ferrerías, una industria que, aunque forma parte del paisaje lucense desde la época castrexa, tiene ante sí el difícil reto de la reconversión para dar respuesta a una demanda aún existente

LOS FERREIROS forman parte del paisaje lucense desde tiempos inmemoriables, conformando una industria que vivió un largo y fructífero esplendor desde la Edad Media hasta bien avanzada la segunda mitad del siglo XX.

La llegada de moderna maquinaria a las labores tradicionales del campo, junto con la decadencia de otros tipos de artesanía para las que también fabricaban útiles, provocó que la actividad metalúrgica lucense -a la que se dedicaban miles de artesanos y que presumía de ser una de las más importantes de toda la península- comenzase a descender hasta quedar reducida a una treintena de profesionales que todavía ejercen en la actualidad, sobre todo, en la zona de Riotorto y A Fonsagrada.

A día de hoy, lo que más preocupa, sin embargo, es la falta de un relevo generacional que asegure que esta tradición, transmitida de padres a hijos durante incontables generaciones, no desaparezca.

«La situación del oficio es crítica pero todavía recuperable», afirma José M. Salgado, que es el comisario de la exposición Mans de ferro que, organizada por la Diputación Provincial, se muestra estos días en la capilla de Santa María de Lugo.

Este experto de la ferrería tradicional lucense cree que hay indicios que invitan al optimismo sobre el futuro de estos artesanos: «Indudablemente, la demanda que tenían en la primera mitad del siglo XX, cuando cientos de miles de herramientas moldeadas en las ferrerías lucenses se exportaban a Castilla para la siega, bajó. Pero, aún así, los ferreiros que siguen en activo -la mayoría de edad avanzada- continúan viviendo dignamente de esta actividad».

Salgado reconoce, no obstante, que es necesaria «una profunda reconversión del sector» para que los más jóvenes vean en él una oportunidad profesional.

La restauración arquitectónica o la cuchillería son dos de los sectores que podrían marcar el futuro de esta artesanía, aunque para que eso ocurra, reconoce Salgado, «son necesarias ayudas».

Si se consigue avanzar en estos terrenos, el comisario de la exposición Mans de ferro está convencido de que la profesión es «viable, a pesar de las lógicas dificultades». Su afirmación se basa en el hecho de que los ferreiros continúan haciendo «cosas útiles» y por eso los que todavía trabajan siguen teniendo encargos «para hacer herramientas, fabricar cuchillos o para afilar y reparar muchos de esos útiles agrícolas que todavía se utilizan».

Pero para que esa recuperación de la artesanía vinculada al hierro sea realmente efectiva, Salgado insiste en la necesidad de adaptar la producción a los nuevos canales de comercialización y potenciar la formación de nuevos profesionales. Al mismo tiempo, este experto alerta de que no se debe caer en la tentación de reducir la actividad de los ferreiros «a un simple reclamo o pantomima turística».

«No se puede confundir este oficio con la representación de, por ejemplo, una malla tradicional o a pretender recluirlo en un museo», explica. En este sentido, José M. Salgado insiste en la «utilidad» de este oficio, «ya que son profesionales capaces de, por ejemplo, fabricar las bisagras o la cerradura de la puerta de una iglesia de igual forma que hace 300 años, lo que lo hace muy interesante para restauraciones». «Lo único que falta es que se empiece a valorar como corresponde el trabajo de estos artesanos», insiste.

Los ferreiros fueron, en este sentido, la base artesanal de prácticamente todos los demás oficios durante cientos de siglos. Su producción variaba desde los herrajes para las caballerías, a punzones, clavos, herramientas para la construcción, instrumentos para hacer calzado o para la carpintería, el menaje de las cocinas y, por supuesto, todo tipo de utensilios agrícolas.

Tal era su importancia que, prácticamente, no se podía entender la existencia de un núcleo de población sin la presencia de uno de estos profesionales. Esa capacidad para adaptarse a la demanda de sus clientes es, según Salgado, es otra de las singularidades de estos artesanos, que destacan «no solo por los profundos conocimientos que tienen a la hora moldear el hierro, con un dominio absoluto de los tiempos y las temperaturas, o por su habilidad para hacer a golpe de martillo afiladas herramientas de corte, sino también por su capacidad creativa, ya que siempre son capaces de buscar una solución a las necesidades particulares de cada cliente».

TRADICIÓN SECULAR
La razón de la importante presencia de ferreiros en la provincia de Lugo hay que buscarla en la abundancia de este mineral en todo su territorio. De hecho, la aparición de los primeros utensilios de hierro concuerda con los primeros asentamientos castrexos, muchos de los cuales se situaban cerca de los yacimientos de este metal.

Sin embargo, el impulso definitivo de la actividad se produjo en la Edad Media, cuando se empezó a aplicar la fuerza hidráulica a la industria de la transformación, lo que posibilitó la construcción de grandes mazos, que se empezaron a levantar en el fondo de los valles.

Tras siglos de actividad, estas construcciones comenzaron su declive con la llegada de la electricidad trifásica, lo que supuso una importante mejora en la calidad de vida de los ferreiros, que pasaron a realizar en las fraguas de sus domicilios los mismos trabajos. Ahora, muchos abogan por poner en valor aquellos viejos mazos y explotarlos turísticamente como testimonio de la importancia de esta industria en la historia de la provincia.

VIABILIDAD
La restauración de construcciones o la cuchillería son dos de los sectores que marcarán el futuro de los ferreiros.

ARTESANOS
En la actualidad, una treintena de profesionales mantiene su actividad en Lugo, sobre todo en la zona de Riotorto y A Fonsagrada

EXPOSICIÓN
Un homenaje a artesanos activos

El capilla de Santa María acoge hasta el próximo 1 de marzo la exposición Mans de ferro, promovida por el Centro de Artesanía e Deseño de la Deputación de Lugo. Esta muestra es un homenaje a varios ferreiros de toda la provincia, alguno de ellos ya jubilado, «aunque nunca totalmente retirado». La exposición ofrece todo tipo de piezas nacidas en las forjas de estos veteranos artesanos, a la vez que supone un guiño de futuro al incluir trabajos de algunos de los ferreiros más jóvenes que luchan por evitar que este oficio desaparezca totalmente.

También mujeres
La muestra también supone un homenaje a las mujeres de los ferreiros. No solo a las que siguen trabajando en la forja al lado de su marido, como es el caso de Teresa Carracedo en Riotorto, sino a todas aquellas que, mientras el hombre moldeaba el hierro, se tuvieron que hacer cargo de todas las otras tareas de la casa, las tierras y los hijos.

Óscar Villada es, a sus 32 años, el ferreiro más joven de la provincia, un oficio que le venía de familia, pero que eligió tras hacer un ciclo de Mecánica y de trabajar en otros sectores. «Empecei na forxa aos 25 anos. Non me gustaba á cidade e pareceume unha boa salida para traballar no rural», dice este joven de Riotorto.

Óscar Villada conoció los secretos del oficio a través de su abuelo, Eduardo Villada, que a sus 83 años lleva en la forja desde que tenía solamente 13. El nuevo representante de esta conocida saga de ferreiros admite, no obstante, que el aprendizaje «é un proceso longo, no que hai que saber atopar a temperatura xusta do metal e traballar rápido para poder moldealo antes de que enfríe».

Óscar recuerda de su época de niño que lo que más se fabricaba en la forja eran fouciños y reconoce que su abuelo trabajaba muy duro para dar abastecido la gran demanda de entonces. «Agora a produción é moito máis pequena e, por exemplo, xa apenas se fan fouciños», explica este joven ferreiro, que afirma sentirse más a gusto «facendo pezas máis delicadas e mellor rematadas, dirixidas en moitos casos a coleccionistas, que penso que son os que lle saben dar o valor que teñen».

La construcción y restauración de viviendas es otra de las posibles salidas para la nueva hornada de ferreiros, «aínda que a crise fixo que a actividade do sector baixase moito e hai xente que, aínda que quere ter pezas saídas da forxa, pretenden que compitamos en prezos coa industria, o que non é factible».

A pesar de las dificultades, Villada anima a que si hay jóvenes que quieran aprender el oficio lo hagan. «É un traballo duro, pero ten unha gran dose de creatividade e inxenio, que encaixa moi ben coas persoas que teñan un carácter emprendedor», dice.

En cuanto al futuro del oficio, reconoce que hay cierto pesimismo entre los ferreiros más veteranos que temen que la profesión desaparezca con esta generación. «Eu sinceramente espero que non sexa así, aínda que o certo é que o oficio nunca vai ser como era antes e haberá que buscar novos camiños».

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