El accidente se produjo alrededor de las ocho de la tarde cuando la furgoneta, una Nissan Primastar matrícula 8475DGP, se precipitó cuesta abajo por la Rúa Tres Marías hasta empotrarse en la casa de Josefa Pena. El vehículo estaba estacionado, según informaron los vecinos, a unos 50 metros de la vivienda cuando se soltó el freno de mano y descendió por una pronunciada pendiente cogiendo gran velocidad. La furgoneta se llevó por delante el muro de cemento de la casa, dos pilares y una verja de hierro hasta empotrarse en la fachada destrozando por completo un dormitorio y parte de otro aledaño, donde se encontraba Josefa.
La octogenaria, que reside sola, acababa de irse a la cama cuando sintió un fuerte choque y el impacto de los cascotes en su cuerpo. La mujer sufrió heridas en una pierna por el golpe de los ladrillos y un shock nervioso, por lo que fue
trasladada al Hula para una revisión.
Tras el espectacular choque Josefa no pudo salir de su casa por su propio pie y fue un vecino de la calle Tres Marías, justamente familiar del dueño de la furgoneta, el primero en entrar en el inmueble para ayudarla a salir. «Estaba muy asustada y con un gran disgusto por todos los destrozos. Cuando llegué no paraba de decirme desfixéronme a televisión e o colchón», afirmó la hija de la mujer, quien aseguró que el golpe afectó también a la entrada de la vivienda, al cuarto de baño y el comedor. «La casa estaba muy bonita con el muro rojo, sus plantas delante... Es una pena», lamentó la mujer.
Aunque ningún vecino vio a la furgoneta dirigirse a toda velocidad, cuesta abajo, hacia la casa de Josefa, si sintieron un fuerte estruendo. «A miña casa tremeu pero pensei que sería un camión que pasaba pola rúa», explicó un vecino de la casa colindante, todavía sorprendido por lo ocurrido y la «suerte» que tuvo Josefa por estar a unos pocos metros de la furgoneta y resultar prácticamente ilesa.
Hasta el lugar de los hechos se desplazaron efectivos de la Policía, emergencias sanitarias y los bomberos que tuvieron que retirar la furgoneta y apuntalar la fachada de la casa, ante el riesgo de que se viniera abajo.
