A todo color contra el cáncer

La pontesa Olalla Sueiro gestiona la delegación de Kimo-Kap Galicia, una iniciativa que fomenta la donación de hilos y telas para diseñar gorritos para los niños oncológicos que perdieron el pelo.
Olalla Sueiro muestra un modelo de gorro y varias tarjetas.
photo_camera Olalla Sueiro muestra un modelo de gorro y varias tarjetas.

Hay ideas llenas de ternura. La pontesa Olalla Sueiro empezó a coser hace dos años y a través de las redes sociales descubrió un proyecto solidario de esos que hacen caer alguna lágrima pero llenan la vida de sonrisas en días complicados. Y se embarcó en Kimo-Kap, una red de voluntariado y solidaridad que lucha contra el cáncer a todo color con la donación de gorritos para los niños oncológicos que perdieron el pelo o, como ella misma explica, "para que nuestros pelones -como les llaman cariñosamente- cubran su cabeza, con amor y alegría".

Desde el pasado mes de febrero, Olalla es la encargada de la delegación de Galicia. En total, hay 31. Están repartidas por toda España e incluso una llegó al otro lado del Atlántico, con sede en México, y el objetivo de todas es el mismo: llegar a todos los niños ingresados en los hospitales aunque la realidad sea dura y las cifras muchas veces demasiado elevadas para digerirlas.

"El proyecto nació en mayo de 2014 a través de una chica voluntaria en un hospital de Madrid que se dio cuenta de que existía una necesidad porque los niños oncológicos iban con gorritos de lana en verano y o no había muchas más alternativas o eran carísimas. Así que decidió apostar por algo más finito y divertido", explica la delegada de Kimo-Kap Galicia, que indica que si se quiere colaborar, se puede ayudar de muchas maneras.

"Hay gente que envía los gorros-bandanas ya hechos, pero hay otras muchas formas de ayudar. Algunos, los que no saben coser, colaboran donando telas o hilos. Otros, que no pueden comprar, colaboran cosiendo. Y otros mandan la tela con el patrón ya cortado para acelerar el proceso", explica Olalla. Los únicos requisitos, indica, es que las telas sean 100% algodón y a todo color. "Tienen que ser alegres", dice, mientras comenta que lo único que no se permiten son donaciones económicas.

"La respuesta de la gente está siendo muy buena, pero se necesita dar a conocer el proyecto para que todos se impliquen. Al principio siempre cuesta más concienciar a la gente, pero en este caso, quizás por hablar de niños, hay muy buena colaboración", explica esta joven pontesa, que reconoce que a nivel personal "es un poco complicadillo" y trae de la mano "muchas lloreras". "De momento no tuve contacto directo con los niños, pero sí con las madres, que son un encanto, y te acabas involucrando", dice.

En su lucha por ayudar a facilitar el día a día de los pequeños oncológicos y sus familias, trata de publicitar la iniciativa a través de las redes sociales -tiene página de Facebook y Twitter-, asistiendo a ferias o creando eventos para enganchar a la cadena solidaria a más personas dispuestas a aportar su granito de arena. 

"Siempre utilizamos el mismo patrón. Hay tres tallas diferentes dependiendo de la edad y se suelen hacer reversibles, lisos por un lado y estampados por el otro", explica Olalla, que recuerda que los diseños están colgados en internet y a disposición de toda la gente -al igual que los tutoriales- para que los puedan imprimir y trabajar sobre ellos. A mayores, sus envíos se completan con mensajes para arrancar sonrisas.

"Enviamos una tarjeta en la que se indica quién dona la tela y quién hace el kimo-kap y otras de ánimo con mensajes que hacen otros niños. Ahora estamos empezando a introducir también muñequitos para aprovechar los retales que nos sobran", explica.

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