LA CONFESIÓN. El autor, a un amigo: "Acabo de facelo, acabo de rematala"

El presunto asesino de Becerreá llamó a un amigo justo después del crimen. El teniente de alcalde estaba con éste y se puso al teléfono para convencer al homicida de que no se escapase al monte y aguardara en el lugar de los hechos

El presunto asesino de su pareja en Becerreá salió corriendo tras el crimen y se refugió en los montes de la zona. Desde un lugar indeterminado, se puso en contacto con el amigo con el que había estado comiendo, al que confesó el crimen. Se dio el caso de que este hombre estaba en ese momento jugando una partida de cartas con el teniente de alcalde del municipio, Claudio Vázquez. El amigo le pasó con rapidez el teléfono al concejal para que fuera él quien intentara que se entregase.

Entonces, el teniente de alcalde, cuando se puso al teléfono, lo convenció para que los aguardase en un punto determinado y para que dejase la escopeta que todavía llevaba en las manos en un lugar en el que más tarde sería recogida por agentes de la Guardia Civil, a un kilómetro del escenario del crimen.

Hasta el lugar indicado, se desplazaron el propio Vázquez y el amigo del supuesto agresor. «Se metió en el asiento trasero de mi coche, muy nervioso», precisó el teniente de alcalde, y así fue conducido hasta la casa, en donde se entregó a la Guardia Civil.

«Acabo de facelo, acabo de rematala». Esas sobrecogedoras palabras fueron las que escuchó por teléfono Luis, amigo del presunto homicida, de la misma persona con la que horas antes compartió una comida, en la que dijo haberlo visto normal. «Había tres ou catro días que a súa relación estaba rota e na comida díxome que ía falar con ela pola tarde. Non sei o que lle pasou, se foron celos ou que», decía Luis, quien no acertaba a comprender lo sucedido, ya que aseguraba que le constaban discusiones de la pareja. Desde la Subdelegación del Gobierno informaron de que no había constancia de denuncias previas por violencia de género.

«Chamou e díxome que acababa de matala e marchaba para o monte. Eu pregunteille que fixera e díxome que non puidera aguantar, que lle pegara un tiro. Despois díxenlle que onde estaba e respondeu que no monte, pero que non me ía dicir onde», recordó Luis de la primera conversación que mantuvo con O Chamaco tras el homicidio.

Luis puso al corriente de los hechos a Claudio Vázquez, con el que estaba en esos momentos, y ambos alertaron a la Guardia Civil. «Xa estaban avisados porque un dos fillos da muller chamou ao 112», dijo el teniente de alcalde.

Tras haber colgado de forma brusca la primera vez, O Chamaco volvió a llamar a Luis. Según recordó este, esta vez le dijo que «se vides ti e Claudio entrégome voluntariamente, que non veña ninguén máis, que se non non me entrego e teño a escopeta e a cartucheira comigo».

Luis le pasó el teléfono a Claudio Vázquez. «Dixenlle que vale, que o recolliamos nós, pero que deixase a escopeta. Ao final convencémolo e deixouna arrimada a un carballo xunto á estrada, a un quilometro da casa, e fomos a por el no coche, ao cruce de Armesto», confirmó el teniente de alcalde.

Ambos coincidieron en que por teléfono «estaba moi axitado», pero cuando lo recogieron se mostraba algo más tranquilo y no opuso resistencia cuando, al llegar a la vivienda del crimen, agentes de la Guardia Civil lo detuvieron y le pusieron las esposas.

En ese trayecto en coche hasta la vivienda apenas habló, salvó para preguntar «agora que me van facer», según recordaron sus acompañantes. «Levaban días enfadados, el non explicou por que. Dixo que ía ver se arreglaba e mira...», se lamentaba Luis, aún sobrecogido por el crimen. «Sempre me levei ben con el, tratábao de cazar moitos anos xuntos, nunca pensei que fose unha persoa violenta», decía.

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