Empleadas de Conservas Alonso: "Quedamos todas un pouco desamparadas"

Las empleadas fijas discontinuas defienden su trabajo "sempre a disposición da empresa" y ven injusto un traslado que la mayoría no podrán aceptar por razones económicas o personales. Otras tal vez sí, para asegurar sus cotizaciones
Amelia Martínez, una de las afectadas por el traslado de Conservas Alonso
photo_camera Amelia Martínez, una de las afectadas por el traslado de Conservas Alonso

El traslado de la actividad de la fábrica de Alonso a Bueu supone un duro golpe para toda la plantilla, pero especialmente para las 19 trabajadoras y 2 trabajadores fijos discontinuos que por el carácter eventual de sus empleos ven «moi difícil» poder irse. La económica es una razón de peso pero para muchos no es la más importante, ya que detrás de cada empleado hay una historia personal con sus particularidades.

Carmen Luz Martínez lleva más de la mitad de su vida trabajando para Alonso, 33 de sus 60 años. «Empecei no 83, cando se iba á costeira do bonito. Daquela había cen persoas na conserveira», recuerda. A estas alturas se le plantea un importante dilema y todavía no decidió qué opción tomar. Por un lado piensa en su familia, su marido y su nieto, y por otra en las cotizaciones que necesita para su jubilación. «Se fose doutra maneira, quedaría prexubilada, pero aquí terei que plantexarme ir para alí se vou perder os case seis anos que me faltan para xubilarme. Quizás me vaia, teño que falalo coa familia», dice.

Esta trabajadora ve profundamente injusto que la empresa decida irse de Celeiro, cuando asegura que la plantilla se ha desvivido por sacar adelante la producción. «Cando ardeu a fábrica de Bueu traballamos moitísimo, fixemos a nosa produción e a deles, e traballamos co mesmo amor que se fora a nosa fábrica. Tivémonos que adaptar a traballar zamburiña, mexilón...», dice una mujer que en su vida personal también realizó grandes sacrificios al tener a su cargo a dos personas mayores y tener que contratar a alguien que los cuidara para no faltar a su trabajo en la conservera.

TRASLADO IMPOSIBLE. Si Carmen Luz Martínez es la trabajadora más veterana de las fijas discontinuas, la de mayor edad es Irma López, a quien la emoción interrumpe el relato de su testimonio. «Teño 63 para 64 anos e levo traballando aquí 25 para 26», dice la mujer, que reconoce que «a nivel persoal, esto pilloume moi mal» porque su situación familiar no le permite irse a Bueu.

«Teño persoas da miña idade que dependen de min. Aquí iba solucionando os problemas, pero se me teño que ir, xa non podería. Non podo irme», lamenta Irma, a quien por otro lado le faltaría un año para jubilarse y no tiene paro, como la mayoría de los fijos discontinuos. «O que máis ten, ten catro meses», apunta otra compañera.

Tampoco puede reprimir las lágrimas Amelia Martínez, vecina de San Cibrao de 50 años y con 20 en la fábrica. Para ella el trabajo fue su tabla de salvación para superar una durísimo golpe personal. «Morreume unha filla e gracias a este posto de traballo puiden saír adiante. Fixen todo o que puiden para vir traballar e non encerrarme na casa, que se me cae encima. Agora penso que volvo atrás con esto. Pensei que non me iba afectar tanto, pero como o martes foi o último día, afectoume moito», dice.

En su caso el irse a Bueu tampoco es una opción. «Teño ao meu marido incapacitado ata os 55 anos, que aínda non se sabe se o xubilan ou non, e non podo irme», comenta, aunque teme no encontrar un nuevo trabajo. «Agora se quero ir traballar a un sitio de limpeza teño que facer un cursiño de 600 horas, para coller unha fregona», lamenta.

Ana María Moreira, de 52 años y nacionalidad portuguesa, tampoco cree que pueda irse a Bueu. «Sin viúva, teño dous fillos que xa son maiores pero teño unha hipoteca e por motivos económicos o traslado é imposible, porque o soldo non me chegaría para todos os gastos», asegura. «Ao quedar sen este traballo quédome sen nada. Aquí iba tirando, pero se a empresa non se fai cargo dos gastos non podo irme de ningunha maneira. Quedamos todas un pouco desamparadas», añade la trabajadora, que cree que la empresa ofrece el traslado consciente de que «por eses soldos non podemos vivir. En realidade é un peche da fábrica e para darnos o menos posible», opina.

Carmen Luz Martínez
60 años, 34 en la fábrica
«Cando ardeu a fábrica de Bueu traballamos moitísimo, fixemos a nosa produción e a deles co mesmo amor»

Ana María Moreira
52 años, 7 en la conservera
«Son viúva e teño que pagar aquí unha hipoteca, polo que se me vou o soldo non me daría para cubrir todos os gastos»

Irma López
63 años, 25 en Alonso
«A nivel persoal esto pilloume moi mal, porque teño persoas que dependen de min e non podo irme»

Amelia Martínez
50 años, 20 en la empresa
«Morreume unha filla e gracias a este posto de traballo puiden saír adiante. Agora parece que volvo para atrás con esto»

Carmen Coello
48 años, 26 en la fábrica
«Marcharme para Bueu é inviable porque supón desfacer a familia, e economicamente non vai compensar»

«INVIABLE». Para Carmen Coello irse a Bueu «é inviable porque supón desfacer unha familia». Comenta que su marido tiene aquí su trabajo fijo y no estaría dispuesto a trasladarse. Aparte de la situación personal, cree que «economicamente non vai compensar, a non ser que a empresa asuma moitos dos gastos, como o transporte ou a vivenda. Así pensaríase, pero non o vai facer», dice.

Con 48 años, lleva 26 trabajando en Alonso y lamenta que ahora «non quedamos cubertas de nada, porque non temos paro» y que «non somos universitarias para irnos vivir xuntas a un piso».

Su hermana Pilar Coello trabaja en la conservera y, al igual que Carmen, cree que si se va «desfas unha familia» y que los gastos se multiplican. «Como vas ir traballar a Bueu, pillar un piso só para unhas semanas e os gastos de gasoil, peaxes...?», se pregunta.

Pilar relata que cuando el director les dio la noticia del traslado «foi un golpe durísimo, quedamos todas bloqueadas» y opina que la empresa no las valora: «Temos traballado alí moi duro, pasado frío, dor de mans, de todo... e sempre dispostas a traballar máis horas, sábados, sempre estivemos dispostas á empresa. Fixemos un esforzo grande e agora dános unha patada, e encima quere quedar ben coa palabra de que non nos bota á rúa, senón que fai un traslado, pero iso é un engano», afirma.

MANIFESTACIÓN. Lo que todas tienen claro es que no pierden la esperanza y seguirán «loitando ata o final». Hoy saldrán de nuevo con sus petos rojos y sus silbatos para hacerse oír, a las ocho en la Praza Maior, e invitan a la gente a participar en la manifestación de mañana, que saldrá a las ocho del aparcamiento del Gadis y seguirá por el puente de A Misericordia, la variante, la travesía y entrará en la plaza por la puerta de Carlos V.

Por otro lado, los representantes sindicales mantuvieron ayer un encuentro con la empresa para intercambio de documentos y hoy se reúne la mesa de negociación.

Comentarios