Castillo: ¿Quién era el infante Felipe?

Castillos, viviendas y capillas en la muralla

Los trabajos de impermeabilización de la muralla en San Pedro sacaron a la luz los cimientos del castillo que el infante Felipe mandó construir en el siglo XIV, menos conocido que el que había más arriba y que acabó dando nombre a la zona. Pero las torres de la muralla tuvieron todavía más usos, como vivienda y lugar de culto.
Plano del castillo de Campo Castelo, de 1757.
photo_camera Plano del castillo de Campo Castelo, de 1757.

HABÍA CONSTANCIA documental –en el Tumbo General de la catedral– pero hasta ahora nunca se habían visto vestigios del que podría denominarse castillo de San Pedro, mandado construir por el infante Felipe cuando, a la muerte del padre, recuperó la ciudad, que había vuelto a pasar al obispo. No se conoce la fecha exacta de construcción, pero sí que en 1327 el infante se reconoce poseedor del castillo y manda que, a su muerte, sea entregado al obispo. 

La fortaleza estaba apoyada sobre el cubo izquierdo (mirando desde fuera) de la puerta de San Pedro y sobre la contrapuerta interior de ese mismo lado, según explica Celso Rodríguez, el arqueólogo que participa en la obra que se lleva a cabo en este momento en esa zona del adarve. Se pudo constatar que la cimentación del castillo está sobre nivel romano. 

La construcción de este u otro tipo de fortalezas o defensas sobre murallas era bastante común, según explica el historiador Adolfo de Abel Vilela. En el monumento lucense solo hay constancia de este castillo y del que había metros arriba, al lado de la puerta del Obispo Izquierdo o de la cárcel, llamada así porque se abrió en el siglo XIX para dar acceso a la prisión construida fuera de la muralla, a escasos metros. Todavía hoy se conservan un par de torres (aunque muy posteriores) en la casa que linda con la puerta. 

Tampoco de este castillo se conoce la fecha exacta de construcción, pero es probable que fuera cuando se formó esa zona de la ciudad, conocida como burgo nuevo. Existen referencias documentales de él desde el siglo XI.

El infante Felipe se reconoce poseedor de un castillo sobre la puerta de San Pedro en 1327, que después pasó al obispo

El castillo aprovechaba varias torres de la muralla, entre ellas, las que flanqueaban la puerta. Por el exterior, el conjunto estaba protegido con una muralla baja, situada detrás del foso. La entrada al castillo tenía dos puentes, uno levadizo sobre esa muralla baja y otro en la puerta de la muralla, o del castillo propiamente dicho. Por la parte interior también había una barrera y en ella, otra puerta, según se describe en el libro ‘Muralla de Lugo’, elaborado por el Concello tras la declaración de la muralla como Patrimonio de la Humanidad, bajo la coordinación del historiador Adolfo de Abel Vilela y con la participación de algunos de los arqueólogos, historiadores y arquitectos que mejor conocen el monumento romano. 

El propio infante Felipe, junto al Concejo, ostentó también la propiedad de este castillo en algún momento, ya que el obispo estuvo privado del señorío entre 1308 y 1318, según recoge el texto. 

Los irmandiños (1467-1469) derribaron una parte de la fortaleza y esta fue reconstruida en el último tercio de ese siglo por el obispo García Martínez de Baamonde. 

El complejo defensivo desapareció con el obispo Izquierdo (1748-1762) para dar paso a una nueva carcél eclesiástica y a unos edificios propiedad de la mitra. Las casas que se conservan en esta zona de Campo Castelo se levantaron sobre el adarve y, de hecho, el paso quedó interrumpido hasta 1837, cuando se construyó el Reducto de María Cristina para reforzar la defensa de la ciudad y, a la vez, restablecer el paso. Un informe de la comandancia de ingenieros de la provincia alertaba de que la ciudad estaba desprotegida en esa zona y la Diputación sufragó la obra, que además sirvió para rendir tributo a la reina Isabel II, como consta en la inscripción que hay en el lugar. 

EPISODIOS BÉLICOS. En esa época, la muralla ya era lugar de ocio para los lucenses, pero todavía le quedaban por vivir unos cuantos episodios bélicos: la invasión francesa de 1809, la intervención del general Concha durante el Trienio Liberal (1820-1823), la primera guerra carlista (1833-1839) y el levantamiento del coronel Solís provocaron daños serios. 

El principal escenario de batalla de los hombres de Napoleón en Lugo fue la puerta de Campo Castelo, que se vino abajo y atacantes y defensores entraron de golpe en el recinto amurallado. Asimismo, Lugo defendió los derechos sucesorios de Isabel II frente a las tropas carlistas en el Reducto María Cristina, llamado así en honor a la reina regente. Queda patente el carácter defensivo que durante distintas épocas tuvo toda esa zona comprendida entre las puertas de San Pedro y Obispo Odoario. 

EN ORIGEN. Hoy resulta difícil imaginar la muralla como elemento defensivo, pero esa fue su función durante siglos. Aunque no hay constancia de más fortificaciones construidas sobre ella, hay que recordar que el monumento tenía en origen al menos otros dos pisos –quizás incluso tres– en cada cubo, con tres ventanas en cada uno y separación de madera entre ellos. Eso es lo que se cree, atendiendo a datos arqueológicos, fuentes documentales y ejemplos próximos, como León, Barcelona o Gerona. El único testimonio que queda es la doble ventana de A Mosqueira. 

Pasados los siglos, mientras que algunas torres como las mencionadas fueron utilizadas como parte de nuevas fortificaciones, otras tuvieron usos distintos. En el siglo XVI, las reuniones del Concejo se hacían en la torre Muriega, en el cubo de la puerta de Santiago. Se utilizó hasta principios del XIX, para la elección del procurador general, aunque en esa fecha ya existían las casas consistoriales en las Cortiñas de San Román (hoy Praza Maior). Aún hoy se conserva en el cubo de la puerta de Santiago el banco corrido que utilizaban los munícipes. 

Los datos arqueológicos apuntan a que algunas torres de la muralla también fueron usadas como viviendas, y los antiguos cuerpos de guardia de las puertas Miñá, Nova y San Pedro fueron transformados en lugares de uso religioso. Eran capillas donde se decía misa todos los días. El Ayuntamiento acuerda derribarlas en 1860 al considerar que daban mal efecto y eran un estorbo para los transeúntes del adarve, según se recoge en ‘Muralla de Lugo’. 

La puerta de San Pedro, ahora en obras, es de origen romano, pero se cree que estuvo cerrada porque se habla de su reapertura en la baja Edad Media, coincidiendo con el surgimiento del burgo nuevo. Actualmente, la puerta está muy alterada, puesto que ya no tiene el cuerpo de guardia interior. Sufrió reconstrucciones en 1781 y 1972. En el siglo XIX hubo un proyecto para ensancharla, para favorecer el paso de los carruajes, pero resultaba demasiado caro y no se llevó a cabo.