La última batalla de los Caballero

El alcalde de Vigo podría torpedear la campaña para evitar que su sobrino y rival sea diputado
Gonzalo Caballero y Abel Caballero
photo_camera Gonzalo Caballero y Abel Caballero

NO SE sabe con exactitud cuándo comenzó su enemistad, porque hubo un tiempo en que Abel ejerció de mentor de Gonzalo, al que aleccionaba con frecuencia en la cafetería de la facultad de Económicas de Vigo, pero no hay duda de que ocurrió hace muchos años. La guerra entre los Caballero, tío y sobrino, es la historia de nunca acabar, un tira y afloja del que primero solo llegaban tímidos ecos desde la ciudad olívica y que en las últimas semanas ha dado el salto a los telediarios estatales.

Aunque ellos nunca aluden a los motivos de su distanciamiento, no faltan teorías: desavenencias políticas, familiares o personales. Sorprende el irreconcialable enquistamiento ya que tienen mucho en común. Más de lo que desearían, tal vez. Los dos nacieron en Ponteareas y, aunque Gonzalo lo hizo 29 años después que su tío, cuando este todavía militaba en el PCE, ambos comparten trayectoria: son economistas reputados, ejercieron la docencia, se formaron en el extranjero y acabaron desempeñándose en la arena política.

Hubo un tiempo en que Abel fue su mentor, pero todo se torció. Gonzalo, hoy impuesto por Ferraz en las listas al 25-S, es su látigo en Vigo desde hace años


En ella quiso progresar el sobrino, que había sido edil en Vigo y pretendió erigirse en alternativa a su tío, al que atribuía la "falta de democracia interna" en la agrupación local. Como líder del sector crítico, y también minoritario, nunca consiguió hacerse con el mando. Ni en 2008 ni en 2012. Las dos facciones incluso llegaron a las manos, aunque no lo hicieron directamente tío y sobrino, en una monumental tangana tras la asamblea en la que se elegían delegados para el congreso del PSdeG de 2009, al que se postuló Gonzalo Caballero sin llegar a reunir los avales para pelear con Pachi Vázquez.

Tampoco los consiguió este año en las primarias que catapultaron a Xoaquín Fernández Leiceaga frente a Méndez Romeu, el candidato de Abel. Gonzalo, una vez fuera de la batalla, le dio su apoyo a Xocas, quien a cambio seguramente le prometió un puesto de salida en Pontevedra. Pero la dirección provincial del PSdeG, controlada por su tío, lo vetó. Un bloqueo que se saltó Ferraz al retocar la lista para incluirlo de número cinco. Fue el detonante que hizo que la vieja guerra de los Caballero alcanzase proporciones bíblicas.

Al Abel más cainita no le importó tirar piedras contra su propio partido, ni con las autonómicas a un mes vista, ni con la amenaza de 'sorpasso' de En Marea. Tampoco desde el bando de Leiceaga se supo parar el incendio

Al Abel más cainita no le importó tirar piedras contra su propio partido, ni con las autonómicas a un mes vista, ni con la amenaza de sorpasso de En Marea. Tampoco desde el bando de Leiceaga —el de la gestora, el del Besteiro en la sombra— se supo parar el incendio.

El alcalde, que se creyó indestructible tras su apabullante victoria en las municipales de 2015, sopesa ahora no hacer campaña por el PSOE. O hacerla a medias, para no comprometer a su protegido Abel Losada, cabeza de lista por Pontevedra y quien hace años también participaba en aquellas charlas en la cafetería de Económicas entre el entonces mentor y su sobrino. Las malas lenguas dicen que al Paco Vázquez vigués, azote de Feijóo en los últimos años, no le importaría mucho que su partido perdiese el quinto diputado por Pontevedra, el que llevaría a Gonzalo a O Hórreo.

Uno y otro casi ni se mencionan. Para pegarse tienen soldados. Como cuando el PSOE de Vigo, en abstracto, le abre expediente al sobrino o cuando sale un edil vigués a llamarle "fantoche". Caballero tío, que en unos días cumplirá 70 años, tiene ahora un dilema: parar la guerra, en la que le apoyan los pachistas desde Ourense, y dejarse la piel por el PSdeG de cara al 25-S o hacerla ya definitivamente por su cuenta, herido en el orgullo, como está, tras su derrota en las primarias y el ascenso de su enemigo más íntimo.

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