Una misa de aniversario en Baleira finaliza con agresiones al sacristán

El hombre, de 85 años, responsabiliza de los hechos a los familiares del fallecido
La mano hinchada de Antonino Fernández
photo_camera La mano hinchada de Antonino Fernández

Una misa de aniversario que se celebró en la iglesia parroquial de Santiago de Martín, en Baleira, finalizó con una agresión por parte de los familiares del finado al sacristán, Antonino Fernández González, de 85 años de edad. Aunque los hechos ocurrieron el pasado sábado no fue hasta el lunes cuando el hombre se decidió a denunciarlos en el juzgado de A Fonsagrada.

Esta persona también acudió este lunes al Hula para ser atendido de los dolores que todavía padece a causa de la agresión. Aunque los médicos que lo atendieron descartaron que tuviese huesos rotos, sí detectaron varias magulladuras en distintas partes de su cuerpo, un corte en un mano que todavía tiene hinchada y problemas de movilidad en un hombro.

Antonino Fernández relata que el pasado sábado asistió a esta misa de aniversario para ayudar a los sacerdotes que participaban en la celebración, "tal e como fago sempre dende hai 60 anos".

Una vez allí, y siempre según su versión, se encontró con un ambiente tenso y, aunque durante el acto religioso continuó haciendo sus labores habituales, fue en el momento de finalizar el mismo, cuando muchos de los asistentes ya estaban abandonando el templo, cuando algunos parientes del fallecido se dirigieron hacia él en términos de "te vamos a matar" y "no va a quedar la cosa así". Seguidamente, le empezaron a propinar empujones y golpes de los que, según Antonino, fueron testigos tanto los sacerdotes que oficiaron la misa -los párrocos de Martín, O Cádavo y Ribeira de Piquín- como algunos de los demás asistentes a la misa, que volvieron a entrar en el templo, alertados por los gritos originados durante la refriega.

"Pasei moito medo porque me chovían golpes por todos os lados, pero eu só facía o meu traballo", relata el sacristán agredido

"Pasei moito medo porque me chovían golpes de todos os lados. Supoño que a familia non quería que estivera alí por problemas que veñen de atrás, pero eu só estaba facendo o que fago sempre cando hai unha misa e ninguén ten por que sacarme da igrexa", explica Antonino, quien ayer, todavía con el cuerpo dolorido, se alegraba de que ninguno de los golpes fuera a parar a su cabeza, "senon mátanme alí mesmo".

El agredido dice sentir ahora miedo, ya que vive solo en su casa "e non vaia ser que me queiran facer aínda máis mal do que xa me fixeron".

Este periódico se puso ayer en contacto con las personas que presuntamente cometieron la agresión y, aunque señalaron que preferían no hacer comentarios sobre detalles de los sucedido, sí confirmaron que las malas relaciones con el sacristán vienen de bastantes años atrás, "pero hay personas que ya no están y queremos respetar su memoria".

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