Lucenses que consiguen una vida extra de regalo

Este año se realizaron 18 trasplantes, menos de la mitad que hace cuatro pese a que se mantienen las donaciones. Tras cada uno de estos casos hay historias de generosidad y renacimiento, como el realizado entre dos hermanos
Los hermanos Julio y Javier Fernández, donante y trasplantado de riñón respectivamente.
photo_camera Los hermanos Julio y Javier Fernández, donante y trasplantado de riñón respectivamente.

La Axencia de Doazón de Órganos e Sangue de Galicia refiere un total de 18 trasplantes en Lugo en lo que va del año actual. Todavía a falta del cierre del ejercicio, esta cifra es un 60 por ciento inferior a la registrada cuatro años antes, en 2012, cuando hubo el mayor número de trasplantes en Lugo en los últimos nueve años, 43 en total. La tendencia a la baja fue paulatina en estos cuatro años: en 2013, hubo 37 trasplantes en pacientes lucenses; en 2014, se registraron 35, y en 2015, 33.

Estas cifras no indican, sin embargo, que hubiese habido menos donaciones. En este caso, el número se va manteniendo. Hasta el pasado 31 de agosto eran 9 las donaciones que se efectuaron en el Hula y en el Hospital da Costa, mientras que en 2012 fueron 11, solo dos más.

Por lo que respecta a los órganos más trasplantados, el riñón sigue llevándose la palma (suponiendo el 46 por ciento del total de operaciones realizadas a pacientes de Lugo desde 2007); le siguen los trasplantes de hígado (el 25 por ciento); los de corazón (el 9,5 por ciento); los de pulmón (el 16 por ciento) y los de páncreas (el 2,7).

HISTORIAS. Detrás de los números hay, sin embargo, historias como las de Javier Fernández o Manuela Castro, que no podrían ser contadas ahora, de su propia boca, si no hubiesen sido trasplantados. En el caso de Javier, el riñón se lo donó en vida uno de sus ocho hermanos, Julio. En el de Manuela, un joven donante de 22 años, fallecido en accidente, le brindó la oportunidad de llevar una vida normal cuando esta mujer criaba a sus dos hijos, de 1 y 7 años.

"En canto me espertei co ril novo, notei un cambio moi grande. Era como se o sangue me fose mellor, un benestar que antes non sentía. Incluso podo dicir que me sinto mellor agora que antes. Desaparecéronme moitos dos síntomas que tiña antes, cando me funcionaba mal o ril e eu non o sabía. Por exemplo, o cansancio, os calambres nas pernas, a ouriña con escuma ou a sensación de inquietude nas pernas", explica Javier Fernández.

No se sabe lo que sería de Javier Fernández Freire si no llega a hacerse el análisis anual de sangre y orina en la revisión anual de su empresa. Hasta entonces, este hombre fortachón trabajaba en una carpintería metálica y no se enteraba de que le funcionaban los riñones solo al 10 por ciento. Es más, cuenta que hasta descargaba paquetes de 100 kilos sin problema ninguno.

"Hai sete anos que me diagnosticaron insuficiencia renal crónica despois dunhas análises coa urea e a creatinina moi altas. Tan altas que me dixeron que eran as análises dunha persoa de 80 anos. Eu non me enteraba de nada e tiña os riles funcionando só ao 10 por cento. Mandáronme para a Urxencias rapidamente e ingresáronme cunha anemia tremenda e o sangue envelenado", explica.

El shock fue grande. Dejó de trabajar y comenzó a hacer diálisis peritoneal en su casa. Primero, cuatro veces al día. Después, una solo pero enganchado a una máquina doce horas. Aprovechaba la noche.

Tras la donación de riñón que le hizo su hermano, su vida cambió e incluso mejoró con respecto a la que llevaba antes de la enfermedad. "Antes comía moita graxa. Agora, como máis peixe e verdura e fago 20 quilómetros ao día en bicicleta. Aproveito tamén o tempo que teño coa xubilación para ir a clase de gaita e facer tamén a limpeza da casa", dice, entre risas.

DE LA CEGUERA A LA VIDA. A Manuela también le cambió la vida, pese a que se medique todos los días para la tensión, el colesterol, el rechazo, el azúcar y la anemia, entre otras cosas. "Mentres dure, vou ben. Se non fose donante este rapaz, onde iría eu agora? Por iso é importante que a xente doe. Aos transplantados cámbianos a vida e os órganos, unha vez mortos, van para alí", afirma esta mujer.

Manuela Castro tenía problemas con la vista y los médicos no daban con el problema, que estaba en el riñón. Solo tenía la tensión alta y mareos. Sin embargo, un día ingresó en la UCI ciega, y le vieron el problema. "Recuperei a vista ao día seguinte pero foi unha miragre. Despois pasei un ano en hemodiálise, agardando que viñese un ril. A raíz do transplante, fíxenme doante. Era o menos que podía facer porque volvín a vivir grazas a outro doante", afirma esta mujer.

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