La plaza de Monforte se retocará para cumplir con las normas sanitarias

Es la cuarta vez que hay que mejorar el mercado desde que se reformó por completo en 2011
Clientes, en unos de los puestos de la plaza.
photo_camera Clientes, en unos de los puestos de la plaza.

El Ayuntamiento acometerá el próximo mes varias obras en la plaza de abastos de Monforte para adaptar la zona de los puestos de venta diaria a varias exigencias sanitarias. El coste de la inversión no es especialmente elevado, cerca de 10.000 euros, pero es la cuarta vez que hay que retocar la plaza desde el 2011, cuando se hizo una modernización integral del espacio que financió el Ministerio de Fomento con 800.000 euros y que había impulsado el gobierno local del BNG.

Pese a la envergadura de aquella cuantía y a que se planteó una actuación innovadora que llevaron a cabo empresas especializadas en ese tipo de trabajos, quedaron numerosos desperfectos en los sistemas de ventilación, de evacuación de aguas y olores, interiores de los puestos y en la cubierta del propio edificio, deficiencias que hubo que ir subsanando en obras posteriores en los años 2013, 2014 y 2015 y para las que se habilitaron nuevas partidas de fondos.

El alcalde de Monforte, José Tomé, explicó este sábado que los inspectores sanitarios que acuden de manera periódica a revisar las instalaciones de la plaza de abastos llevaban tiempo haciendo una serie de recomendaciones para mejorar las condiciones de salubridad de las instalaciones que por fin se acometerán.

Varios de los retoques afectan al interior de los puestos de venta. Los expertos aconsejaron cerrar todo el entramado de estanterías que hay en el fondo de las tiendas para que la mercancía está debidamente aislada y los alimentos no estén expuestos a elementos externos que puedan perjudicarles. Se colocarán puertas de acero para cumplir con ese requisito.

Otra de las mejoras se refiere a las cámaras frigoríficas de cada negocio. Entre la parte alta de los electrodomésticos y el techo queda un hueco en el que se depositan residuos. Ahora se colocará una reja que actúe de filtro y que, al mismo tiempo, permita la ventilación de las cámaras.

La tercera de las actuaciones afecta a la panadería y consiste en la renovación de todas las cajoneras de pan. Las actuales son de aglomerado y la normativa sanitaria aconseja que sean de un material más higiénico que resista mejor la humedad. Se pondrán unas nuevas de madera. Este detalle ya tenía que haberse resuelto cuando se hizo la remodelación de 2011, pero se fue aplazando.

La última de las obras también está pendiente desde hace cinco años y se trata de renovar las puertas que dan acceso a los aseos. Las actuales son de tablero de chapa y ya están muy deterioradas por la humedad. Se colocarán unas de aluminio que resistan el agua.

José Tomé insistió en que las obras se acometerán en noviembre y no interrumpirán la actividad diaria de la plaza. Espera que con ellas el trabajo diario de los placeros sea más fácil y que los clientes se encuentren más cómodos. El alcalde añadió que en unos días se dará a conocer la temática de los mercados que se harán en otoño en el espacio central de la plaza durante los fines de semana.

La modernización de la plaza de abastos de Monforte también pasó factura a los placeros y lo que se preveía como un espacio que iba dinamizar el comercio tradicional y traería prosperidad a los negocios acabó siendo un continuo dolor de cabeza para ellos.

La primera decepción vino cuando se les reubicó en un lateral del complejo y se les retiró de la parte central del edificio, en la que se colocaron los mercados temáticos. Aseguran que eso les quitó visibilidad y clientela.

El siguiente chasco fue por las deficiencias que se fueron detectando durante los primeros meses de actividad y que, según los placeros, nunca se solucionaron del todo.

En el 2012, cuando apenas llevaban un año en los nuevos puestos, el Ayuntamiento hizo un amago de subirles las cuotas e intentó cargarles la limpieza de las zonas comunes del recinto.

Todos estos factores afectaron al interés de los comerciantes por el mercado. De hecho, la plaza tiene nueve puestos y tras la remodelación comenzó a trabajar con seis, otro estaba adjudicado y empezó un poco más tarde la actividad, pero para adjudicar los dos últimos hubo que esperar bastante tiempo.

Los problemas no mermaron el ánimo solo de los placeros, ocurrió lo mismo en el espacio gastronómico denominado Picota. El mal resultado de esa parte del edificio hizo que el hostelero que llevó la primera concesión no quisiese renovar el contrato.

En 2015, pese a que se efectuaron obras de mejora en las instalaciones del bar, hubo que sacarlo tres veces a concurso en siete meses y rebajar las condiciones iniciales para conseguir adjudicarlo.

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