El mejor servicio al Vilalbés

Los Caballero, hermanos con sangre de césped y siempre competitivos

Pablo y Bruno Caballero coinciden en Lugo después de partir de Totoras y formarse en el Rácing de Avellaneda desde adolescentes
Los Caballero, Pablo y Bruno, en el Ángel Carro
photo_camera Los Caballero, Pablo y Bruno, en el Ángel Carro

La sangre no juega a ras de césped. Lo puede ser todo el resto del día, pero no durante noventa minutos con camisetas distintas. Los hermanos Pablo y Bruno Caballero celebran no haber nacido con el apellido Milito. No querrían haber sido Diego y Gabi en el Libertadores de América o en El Cilindro. Para su alivio no podrán retarse en el Ángel Carro o en A Magdalena. Dos categorías separan al Lugo, donde Pablo es una institución, y al Rácing Vilalbés, el club al que ha llegado Bruno este enero. De haberse podido medir, el carácter competitivo de los dos habría convertido el duelo en un «quilombo». Eso sí, al acabar el abrazo sería obligado y los dos se marcharían en el mismo coche a la casa que ahora comparten en la ciudad amurallada.

«Siempre jugamos al fútbol desde niños. Los dos somos muy competitivos y la mayoría de veces teníamos que jugar juntos porque sino se montaba el quilombo», afirma Pablo Caballero.

«Tal y como somos no podemos controlarnos. Cuando estamos once contra once no existe ni la amistad, ni ser hermanos ni nada. Yo lo vivo así», añade el punta rojiblanco, quien matiza que: «más allá de eso, en la vida cotidiana somos amigos y compañeros y compartimos muchas cosas».

Los dos se criaron futbolísticamente entre su localidad natal, Totoras, y en el Rácing de Avellaneda, adonde Pablo llegó con 15 años y con el que jugó en Primera. Compartieron incluso entrenamientos con la plantilla de ‘La Academia’, aunque siempre formaron en el mismo equipo. «No me tocó marcarlo. Me tocó en el mismo equipo y no le pude dar ninguna patada (bromea Bruno). Mejor, porque sino nos íbamos a pelear y me iba a dejar la pata en el coche», cuenta Bruno Caballero.

Pablo Caballero "Somos competitivos y la mayoría de las veces teníamos que jugar juntos porque si no se montaba el quilombo"

Bruno Caballero "Cuando Pablo tenía la necesidad de decirme algo para que aprendiese me lo decía. Le estoy muy agradecido"

Tras una estancia de Bruno en una pensión de Rácing -«tenía que terminar la secundaria», según cuenta el menor de los Caballero-, se mudó «a un departamento de Capital Federal con Pablo y viajábamos a entrenar a provincia de Avellaneda». Allí recibió consejos de su hermano mayor, que entrenaba y jugaba con la primera plantilla racinguista. «Cuando él tenía necesidad de decirme algo para que aprendiese me lo decía y cuando había que callarse y dejar que madurase solo también lo hacía. Le estoy muy agradecido», valora Bruno.

Los dos tuvieron una carrera deportiva similar para partir de Santa Fe y coincidir en Lugo después de varios años en varios equipos, incluso del extranjero. Pablo jugó en Paraguay -Guaraní- y en China - Qingdao Jonoon­-, antes de regresar a Argentina, al Ferrocarril Oeste, y firmar por el Lugo. Bruno salió de Rácing y estuvo en el Atenas de la Segunda División uruguaya y en el Deportivo Armenio de la Nacional B argentina.

«Bruno siguió casi mi misma trayectoria, porque llegó a las inferiores de Rácing desde el mismo club. Aunque no tuvo la suerte de debutar en Primera llegó al reserva de Rácing», cuenta Pablo, quien destaca que: «después se fue a Uruguay, volvió a Argentina, donde jugó en un equipo de categoría nacional».

Los dos jugadores siempre estuvieron muy unidos. Bruno llegó a seguir el debut de Pablo con el Rácing, en un derbi de Avellaneda ante Independiente. «En el debut de Pablo estaba en la grada con mi familia y fue muy emocionante. Era el debut en un Clásico, que era muy importante para él».

También celebró el primer tanto de su hermano ante River, equipo del que Bruno es hincha. «El primer gol de su carrera fue contra River y estaba feliz por él porque llevaba mucho tiempo esperando por eso y se le dio, lamentablemente fue contra River, pero lo logró, y más contra un equipo y un rival tan grande como River».

También Pablo seguía las evoluciones de su hermano en Uruguay y Argentina, a pesar de estar en otro continente. «Era inevitable que nos siguiésemos el uno al otro, porque aparte de hermanos somos muy amigos. El seguimiento fue importante en todo momento», dice Pablo Caballero.

Ambos forman parte de una familia futbolera y unida, que celebra cada éxito de los dos hermanos, siempre en clubes separados, alejados del quilombo.

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