Otro robo al lado del Hula evidencia la impunidad con que actúan los gorrillas

Una profesora lucense que acudió a una consulta se encontró a la salida del hospital con que le habían reventado dos ventanillas para sustraerle un ordenador
Dos agentes inspeccionan el coche en el que se cometió el robo
photo_camera Dos agentes inspeccionan el coche en el que se cometió el robo

Una profesora que acudió este jueves a una consulta en el Hospital Lucus Augusti se encontró, a la salida, con que le habían hecho añicos la ventanilla del copiloto de su turismo con una piedra para robarle un ordenador portátil.

Es una historia que se repite. Semana tras semana lucenses que acuden al Hula se encuentran a la vuelta con que les han reventado las ventanillas de sus vehículos, que habían dejado aparcados en los descampados y pistas próximas, para llevarse algún artículo del interior.

El último episodio de este cúmulo de robos ocurrió ayer por la mañana. La docente solo echó en falta el ordenador, que valoró en unos 500 euros. Aunque lo había dejado en el asiento del copiloto, no se veía a simple vista porque estaba tapado por una chaqueta. Sin embargo, el amigo de lo ajeno que actuó fue más perspicaz y se percató de que la ropa podía ocultar algo de valor.

"Se llevaron el ordenador y dejaron la prenda, que era una baratija", afirmó la indignada conductora, que tuvo el apoyo de su hija, que le acompañó al centro sanitario.

La profesora explicó que el robo fue casi en un visto y no visto. Tenía consulta a las once y cuarto y solo pasó media hora en el hospital. El turismo lo dejó aparcado en una pista pegada al conocido como leirapárking, enfrente del Hula, a unos 200 metros de la puerta principal.

Cuando se producen este tipo de robos las miradas se dirigen a los aparcacohes que piden la voluntad, en muchos casos coactivamente, a los conductores por indicarles en donde hay una plaza libre para estacionar.

La víctima, que aún tuvo ánimo para ironizar con el revés que sufrió en el día que había pedido libre en el trabajo para poder acudir al médico, dijo que cuando aparcó no se le acercó ningún gorrilla para pedirle dinero.

El jueves por la mañana, como ocurre a diario, había varios gorrillas campando a sus anchas en las plazas que hay en batería en la avenida principal y en sus alrededores. Los lucenses que se acercaron a interesarse por lo sucedido coincidieron en señalar que después de que se cometiese el robo y antes de que llegasen las fuerzas de seguridad los aparcacoches pusieron pies en polvorosa.

DAÑOS. Además del ordenador, la ventanilla rota y la luna delantera agrietada -la piedra en su recorrido por el interior del coche rebotó y acabó en el salpicadero-, la pérdida que más siente la víctima es toda la documentación que guardaba en su portátil.

Llevaba los informes para el claustro de profesores que tenía ayer por la tarde y, sobre todo, los trabajos de investigación que ha realizado para los estudios universitarios que está cursando, entre otra documentación.

INDEFENSIÓN. amenazados cada vez que acuden al hospital, bien por una consulta médica, bien para visitar a un paciente ingresado, debido a la presencia de los aparcacoches.

Los gorrillas llegaron también a actuar en la capital en los últimos meses, aunque ocasionalmente, en el aparcamiento del Seminario, en donde están las oficinas municipales, y en el nuevo que habilitó el Club Fluvial en Fermín Rivera.

Ese clima de inseguridad se torna en indignación ciudadana ante la carencia de medidas eficaces para combatir este problema de orden público.

Fuentes consultadas apuntaron a que resulta más complicado que este tipo de prácticas acaben rindiendo cuentas ante la Justicia desde la reforma del Código Penal que se aprobó hace dos años. Para que una denuncia de las fuerzas del orden llegue a los tribunales es preciso que el aparcacoches les desobedezca al menos en tres ocasiones en el mismo día. Otros ayuntamientos, como Plasencia, Castellón o Sevilla han adoptado medidas pero no han logrado acabar con el problema.

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