Premian el diseño de una planta de biogás para granjas de una lucense

El proyecto fin de carrera de la ingeniera industrial Andrea Escudero para transformar el purín en energía térmica y eléctrica le valió un galardón de la fundación Rodolfo Benito Samaniego
Andrea Escudero, en la entrega del diploma de la cátedra Repsol
photo_camera Andrea Escudero, en la entrega del diploma de la cátedra Repsol

Andrea Escudero Palmeiro recogió hace casi un mes el diploma de la cátedra Repsol por su proyecto fin de carrera y este viernes volverá a ver reconocido su trabajo con la entrega del premio a la innovación tecnológica que se otorga en los galardones anuales de la fundación Rodolfo Benito Samaniego. La propuesta de esta lucense casi recién titulada -Diseño de una planta de biogás para una explotación ganadera media en Galicia- podría ser de gran utilidad para las granja ganaderas porque supone una reducción de costes de suministro energético y una nueva vía de ingresos.

Andrea Escudero estudió Ingeniería Química, especialidad en Procesos, en la Universidad Politécnica de Madrid y realizó el proyecto de fin de carrera en Suecia, donde cursó el último año de la titulación, un país donde las energías renovables están muy desarrolladas, por eso decidió enfocar su trabajo hacia este campo. Lo que hace original su propuesta es que se adapta al modelo de explotación gallego, donde predominan las granjas de pequeño tamaño. Para hacer su desarrollo, planteó un escenario en el que cuatro granjas de vacuno, de unas cien cabezas cada una, comparten en régimen de cooperativa una planta para producir biogás a partir del purín que generan.

Este residuo, explica Andrea, de 28 años, generalmente se acumula y solo se utiliza, con muchas restricciones, para abono, por lo que una planta de biogás aportaría numerosos beneficios. Por una parte, se eliminan los gastos de tratamiento de residuos y se obtiene energía térmica y eléctrica a través de un motor de cogeneración, que sirven para alimentar el propio reactor, para obtener calefacción y para el propio suministro eléctrico de las granjas. La energía eléctrica excedente se puede verter a la red y obtener así otra vía de ingresos.

Los beneficios no acaban ahí, indica Andrea. De los residuos del purín después de haberse producido la digestión anaerobia se obtiene digestato, un fertilizante "más higienizado, por lo que ayuda a evitar plagas, y más equilibrado en su composición de nutrientes que el purín simple", indica Andrea. Una parte del fertilizante se obtiene en estado sólido y otra, en líquido. Además de usarlo en los cultivos de la propia explotación -se usa primero el líquido porque ocupa más volumen de almacenamiento-, el excedente también podría cederse o venderse a otras explotaciones.

El proyecto está pensado para impulsar el desarrollo de las zonas rurales de Galicia "ofreciendo a los granjeros nuevas posibilidades de ingresos para que sus productos de calidad y tradición no se pierdan", destaca Andrea en el resumen de su trabajo.

En su propuesta, Andrea incluye análisis de sensibilidad, es decir, estimaciones de cómo afectaría la variación de un dato a la eficacia del conjunto. "Cuando se hace con la cabaña de vacuno, se observa que incluso con una disminución del 25% en cada una de las granjas, el proyecto sigue siendo rentable", apunta esta ingeniera industrial.

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