¿A quién acudir cuando se está solo en kilómetros a la redonda?

El programa 'Vivir na casa', del CDR Ancares, ayuda a los vecinos de Cervantes a permanecer en sus domicilios a pesar de la dispersión geográfica y el abandono
Vecino de Navia de Suarna
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A pesar de la soledad que trae consigo ser el único habitante de una aldea, muchos vecinos prefieren esta situación a trasladarse a una residencia, o incluso a vivir con sus hijos en una ciudad. Muchos, no. En el caso de la encuesta llevada a cabo por el CDR Ancares en el concello de Cervantes, la respuesta es ‘todos’.

Y es esa respuesta la que impulsa el programa ‘Vivir na casa’, que la entidad gestiona en el municipio y contra el viento de las políticas actuales, que se orientan en dirección opuesta. Por un lado, este programa ayuda al asentamiento de las personas mayores en sus aldeas y, por otro, favorece que las mujeres —pues de momento son mujeres todas las participantes— puedan permanecer en el rural, con la ayuda que la diversificación profesional les supone, en este caso como auxiliares de ayuda a domicilio. Ellas son quienes mejor conocen, de primera mano, las necesidades que presentan las personas mayores que viven solas en el rural, también cuando son las únicas —y muchas veces, las últimas—, habitantes de sus aldeas.

Tomando como ejemplo el caso de Cervantes, de los 138 núcleos de población, ocho cuentan con un solo habitante, y 80 tienen menos de diez, según el Ine. Si a ello le sumamos la dispersión geográfica —estos 138 núcleos están esparcidos en una superficie de 276 kilómetros cuadrados—, el resultado es un mapa gigante de soledad. Y aunque los vecinos prefieren no decir su lugar de residencia, para protegerse de posibles ladrones, el mayor lastre que pesa sobre ellos es la soledad, según indican desde el CDR.

La soledad da la vuelta a las cifras y a las medidas. Cede la longitud de los días, mucho más largos. Estira el invierno. Hincha los kilómetros. Sobre todo cuando, desde hace tres años, el municipio no cuenta con transporte público.

ASISTENCIA. ¿Qué puede hacer un vecino mayor de Cervantes que vive solo en su aldea para ir al centro de salud, para hacer la compra —en el municipio no hay supermercado— o para visitar a un familiar, cuando ni siquiera puede contar con transporte público?

‘Vivir na casa’ actúa en estas situaciones, y evita que para que una persona pueda mirarse la tensión tenga que pagar 100 euros, lo que cuesta un taxi que en ocasiones tiene que desplazarse desde Becerreá, ya que los de Cervantes también sirven de transporte escolar.

Aunque no es una cuestión únicamente de transporte, sino de acompañamiento. Son las trabajadoras de ‘Vivir na casa’ quienes acompañan a estas personas en situación de soledad al hospital, cuando tienen que recibir tratamientos de larga duración. Personas que, si tuviesen que ir solas, no volverían, al chocar contra el muro que las separa de la digitalización de la atención, según indican desde el CDR.

Este acompañamiento implica una disponibilidad de recursos humanos y económicos que, según lamentan desde la entidad, se están orientando hacia las residencias. Mapa de soledad, pero también de abandono, pues es así como estas personas se sienten ante la falta de servicios y de atención de las administraciones.

Con esta situación se relacionan sus mayores miedos. ¿Qué pasaría si cayesen por las escaleras? ¿Cuánto tiempo pasaría hasta que alguien se diese cuenta de la situación? Hasta hace poco, las líneas de telefonía TRAC hacían inviable el programa de teleasistencia, y en muchas zonas ni siquiera hay cobertura hoy. Atender a estas cuestiones hace que dentro del programa ‘Vivir na casa’ no solamente entren personas mayores, sino también aquellas que, aún sin serlo, viven en esta situación de vulnerabilidad. Vulnerabilidad que es a su vez fortaleza. Defienden su casa, que es a su vez el núcleo sobre el que gira su medio.

"¿Miedo a que nos roben? ¡Si somos pobres!", dice Severino Viguín, una de las personas entrevistadas para este reportaje, que vive solo en su aldea, al final de una carretera en Navia de Suarna, municipio donde también funciona ‘Vivir na casa’. Este miedo tal vez sea incompatible con las bajas pensiones, o con la economía de subsistencia. "Aunque en inteligencia somos ricos, pues hay que saber vivir así", añade.

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