Unos 50 ribadenses se concentraron contra el desahucio de Librería Vivín

Cuatro guardias civiles vigilaron un proceso judicial que se desarrolló sin ningún incidente

Medio centenar de ribadenses acudió puntual a las diez de la mañana a las puertas de Librería Vivín en su último día de existencia para protestar contra el desahucio al que un fondo de inversión sometió a sus propietarios. Cierra de este modo un negocio con casi 90 años de existencia que, si bien continúa en la avenida Rosalía de Castro, abandona el céntrico entorno de las Cuatro Calles al que siempre estuvo ligado y con el que se le identifica.

Pablo y Salvador Rodríguez, los dos hermanos que se encargaban del negocio aguantaron con mucha templanza el tremendo mal trago del que salieron entre aplausos de la gente y cargando en un carro la prensa diaria que llevaron a su otro local.


Los vecinos apostados frente a la tienda simplemente animaron a los desahuciados, sin causar incidentes


Desde la puerta del negocio les miraban con cara de circunstancias cuatro agentes de la Guardia Civil que acudieron a la cita para evitar incidentes que en ningún momento se llegaron a producir.

Los vecinos apostados frente a la tienda simplemente animaron a los desahuciados y en algún momento instaron al nuevo propietario a "dar la cara" pero sin que se llegase a producir ni siquiera algún momento de tensión entre las cuatro partes presentes: los propietarios entrantes y salientes, los vecinos y la Guardia Civil.

Con el mal trago del desahucio asumido de antemano, tanto Pablo como Salvador Rodríguez alertaban de que en realidad les estaba arrebatando su propiedad lo que ellos denominaron "un fondo buitre" que aseguran que les engañó constantemente ofreciéndoles una prórroga de un tiempo hasta la jubilación de uno de los hermanos. Según su propia versión, llegado el momento de hacer efectiva esa prórroga el cabeza visible de ese fondo de inversión, que afirman que "está constituido con un único capital de 3.300 euros", detuvo la negociación en seco y se negó a continuar con ella haciendo efectivo el desahucio con orden judicial, tal y como se efectuó ayer, pues también estaba presente en el momento de la entrega de las llaves personal del juzgado de Mondoñedo para hacer oficial el cambio de titularidad.

Ante ese desarrollo de los acontecimientos los dos hermanos, muy conocidos en la villa ribadense, aseguran sentirse "engañados" y "traicionados". Acusan primero al antiguo Banesto, ahora absorbido por el Santander, de haber vendido su póliza a dicho fondo sin su conocimiento. Y posteriormente a los responsables de esa "empresa ficticia" de actuar con total irresponsabilidad y además engañándoles y ocultándoles sus verdaderas intenciones.

Durante el desahucio Pablo Rodríguez hizo notar a la gente la presencia del administrador de la sociedad que adquirió todo el inmueble, que no mostró ningún tipo de nerviosismo. Cuando se hizo con el inmueble lo inspeccionó someramente y salió del mismo escoltado por la Guardia Civil entre algunos abucheos, aunque sonriendo ampliamente y sin ningún tipo de alteración. El edificio tiene un bajo, entresuelo y tres pisos.

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