Las horas bajas de Rocha

La asamblea de Lugonovo fue, por momentos, una enmienda a la forma de hacer del portavoz municipal. Él reconoce cierta "desilusión" pero asegura que sigue volcado con la ciudad

SANTIAGO Fernández Rocha es tan transparente, tan incapaz de disimular si algo le preocupa o si el día le ha dado una alegría, como capaz de sobreponerse a los contratiempos y de modificar su postura si es necesario, a veces para bien y a veces para mal. Si este martes por la mañana era un hombre hundido, después de que la asamblea de Lugonovo rechazara por abrumadora mayoría su negociación con el gobierno local para aprobar el presupuesto de la ciudad para 2017, y cualquier decisión sobre su futuro en política parecía posible, unas horas más tarde ya mostraba otro talante. "Estamos apousando", afirmaba en plural mayestático. "É inevitable algo de desilusión. Pero sigo ilusionado, con ganas de seguir facendo cousas pola cidade, estou volcado niso. O día que pense que non podo, marcharei", aseguraba este martes por la tarde. 

En sus casi sesenta años, Rocha tuvo unos cuantos reveses con los que aprendió a sobreponerse. Se quedó huérfano pronto en una familia donde no sobraban los medios y había que arrimar el hombro, una de las razones por las que tuvo que renunciar a estudiar Periodismo en Madrid, aunque acabó siendo un apasionado maestro. Enviudó joven, con dos hijos, y cuidó de su madre enferma hasta que falleció. Cuando ya disponía de todo su tiempo para el colegio, los paseos por el Rato, la lectura, la música y para preparar paella a sus hijos el fin de semana, quienes buscaban desesperadamente un candidato para ese proyecto político que era Lugonovo le llevaron al huerto, después de que otros se negaran. Era un perfecto desconocido para la mayoría de los lucenses, aunque había sido dirigente del CDS. Hoy el "señor Lugonovo" es más popular que muchos miembros del gobierno. Enseguida demostró tener criterio propio y alguno de los que más tiró de él se ha convertido, hace ya mucho, en uno de sus principales críticos.

El lunes por la noche, Rocha vio cómo se quedaba prácticamente solo. Con el suyo fueron tres los votos a favor de apoyar el presupuesto y ninguno de los otros dos procedieron de sus compañeros de grupo, Iñaki García y Cristina Pérez, que se abstuvieron, como la mayoría de la veintena de asamblearios. "Saímos da negociación coa fin de defender un documento [una especie de preacuerdo con el gobierno], pero...", dice, insinuando cierta contradicción de sus compañeros. Aunque reconoce que, a la salida de las reuniones con el gobierno, no ocultaban su escepticismo, como reconoce el propio García. "Eu tiña dúbidas de que a asemblea fora a aceptar ese acordo", afirma. La otra versión que circula por el consistorio es que no todos los negociadores tenían la misma predisposición al acuerdo. En las últimas reuniones participaron los tres ediles y Víctor Álvarez, de la coordinadora.

La alergia a cualquier acercamiento al PSOE no es nueva. En algunos "militantes" la hubo siempre y va a más a medida que los problemas de gestión del gobierno cada vez son más evidentes. La mayoría de los asistentes coincidieron, además, en que no hay voluntad real del gobierno en asuntos como la municipalización de servicios, una de las obsesiones de la formación, a pesar de que allí donde gobiernan las mareas no ha habido ningún avance. También creen que, a menudo, el PSOE es desleal con Lugonovo. Alguna de esas apreciaciones son compartidas por Rocha y sus próximos y, de hecho, desde hace meses el grupo es mucho más crítico con el gobierno, en una combinación con propuestas que no todos entienden.

También hay quien, como Rocha, reconoce que, con los mimbres que tiene el gobierno y los problemas que hay en el Concello, como el de personal, no es fácil obtener resultados.

Sin embargo, la asamblea fue por momentos casi una enmienda a la totalidad a la forma de hacer de Rocha, tanto por lo que se dijo como por las maneras. El portavoz no tuvo más tiempo de intervención que los tres minutos que se asignaron por turno a cada asistente y en algún momento incluso se le cortó la palabra. Como es habitual, a la asamblea podía asistir, y votar, cualquier persona que lo deseara. Hubo quien se mostró reacio a hacerlo alegando que no tenía conocimiento suficiente de la situación, pero aun así se le animó a votar. En otros casos quedó de manifiesto el desconocimiento sobre cuestiones básicas del Concello.

Pasado el mal trago, Rocha asegura que no le preocupa si le están moviendo la silla. "Non presto a maior atención a iso, estou volcado na cidade. O que sexa será, xa dixen moitas veces que non estou aquí para facer política". Y lo curioso es que, incluso entre quienes no comparten todos sus posicionamientos, hay quien no visualiza a Lugonovo sin él. O eso dicen.

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