Paisajes marítimos desde guías a tierra firme

Un total de 130 de los 191 faros en servicio hoy en España poseen valor patrimonial. La costa de Lugo cuenta con tres de estas edificaciones: Punta Roncadoira, Illa Pancha y San Cibrao
Faro de Punta Roncadoira, en Xove
photo_camera Faro de Punta Roncadoira, en Xove

CASI 200 FAROS se mantienen en servicio en las costas españolas, de los que 130 poseen algún valor patrimonial desde el punto de vista arquitectónico, tecnológico y social, según un catálogo sobre este tipo de infraestructuras elaborado por al Universidad del País Vasco (UPV/EHU).

El trabajo, titulado ‘Catálogo de faros con valor patrimonial de España’, incluye una ficha de cada Guías a tierra firme uno de los faros identificados y podría servir de base «para elaborar un programa de conservación y restauración de un patrimonio que debe ser  preservado», según explicó la UPV/EHU.

El faro ha sido empleado desde la Antigüedad para dar seguridad al navegante, al que sirve de guía hacia tierra firme. En la actualidad, a pesar de las nuevas tecnologías, siguen cumpliendo su función, y un elevado número de estas infraestructuras tienen un «gran valor patrimonial», según indica la UPV/EHU.

En opinión del profesor Santiago Sánchez Beitia, «solo un faro en activo posee un valor como elemento del Patrimonio Industrial». Este experto considera que «es indiferente, en principio, si el faro activo emplea tecnología de última generación o conserva tecnología de los siglos XIX o XX».

A su juicio, la cuestión clave es que esté en funcionamiento, cumpliendo la función para la que fue erigido. «Únicamente desde el uso y su utilidad se puede apreciar y preservar», explicó.

El faro está compuesto por lámparas, lentes o espejos, maquinaria de giro o destello y por construcciones, torres y viviendas.

Siempre incluye un aljibe y, generalmente, pequeñas construcciones aisladas a modo de almacén. Beitia explica que se trata de un conjunto «que está inmerso en la memoria de su zona de emplazamiento y en la sociedad local, habiendo contribuido al sostenimiento de la economía del lugar».

El faro cumple, por tanto, con todos los conceptos que definen al Patrimonio Industrial. Sin embargo, se diferencia, con respecto a otros elementos considerados como Patrimonio Industrial, en que para su descripciónes preciso contemplar los componentes tecnológicos, los elementos constructivos y el impacto que han producido en la sociedad, todo ello en funcionamiento y a pleno rendimiento.

EVOLUCIÓN. El faro ha tenido y tiene una capital influencia sobre el desarrollo económico de España. En muchas ocasiones se colocaban a petición de diversos colectivos locales, bien porque se precisaba señalizar un puerto, lugar de intercambio de mercancías, o bien para indicar accidentes orográficos que ayudaban a la navegación, favoreciendo la exportación de productos o materias primas, minería fundamentalmente, de la zona.

En otras ocasiones, eran los países europeos, Francia e Inglaterra esencialmente, los que reclamaban la instalación de faros para proteger a sus flotas mercantes en las derrotas por las costas españolas. Se dispone de datos económicos que permiten cuantificar el impacto de los puertos y de la navegación en España sobre la economía nacional, a lo largo de los años.

El primer plan de faros se concibió a mediados del siglo XIX, coincidente con la llegada de la Revolución Industrial, iniciada en el Reino Unido a finales del siglo anterior.

Los avances tecnológicos de esa época facilitaron la construcción de una incipiente maquinaria, que rápidamente evolucionó, mejorando sus prestaciones. Los faros acogieron esta nueva tecnología, que propició la construcción de un elevado número de ellos. Antes de mediados del XIX, ya se menciona en los tratados dehistoria la existencia de torreones de señalización de puertos y accidentes orográficos mediante hogueras y lámparas primitivas.

Era una necesidad de los navegantes y de las poblaciones costeras que se vio empujada por el despegue económico de la revolución industrial. Además, todo faro necesitaba de un operario para que hiciese funcionar todo el sistema. Beitia indicó que el farero era «parte insustituible del faro». «La vinculación con su centro de trabajo era total, puesto que vivía en él, soportando los sucesos que acontecían en el lugar», explicó.

Existe una gran cantidad de bibliografía recordando naufragios, grandes temporales en la que se hace mención al rol jugado por los faros y fareros. La automatización de los faros ha derivado en que la profesión está en proceso de extinción. No obstante, queda la memoria de su concurso imprescindible en la historia de los faros y de su evolución hasta nuestros días.

El torrero, farero o técnico de señalizaciones marítimas tenía, entre sus funciones, la obligación de cumplimentar diariamente tres tipos de ‘libros’: El ‘Libro de Servicio’, el ‘Libro de Comunicaciones’ y el ‘Libro de Órdenes’, en los que reflejaba, de modo manuscrito, las contingencias diarias del servicio, un resumen del contenido de la correspondencia intercambiada con los encargados superiores, las sustituciones o reparaciones efectuadas en el faro e, incluso, un reducido parte meteorológico. Esta documentación escrita constituye un valor documental añadido al arquitectónico, tecnológico y social.

El estudio ‘Catálogo de faros con valor patrimonial de España’ fue elaborado por un equipo de investigación dirigido por el profesor Santiago Sánchez Beitia, de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la UPV/EHU.

El catálogo constata que 130 de los 191 faros en servicio que existen en el Estado español tienen algún valor patrimonial desde el punto de vista arquitectónico, tecnológico y social.

El estudio fue elaborado por encargo del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes a través del Instituto del Patrimonio Cultural de España (Ipce) de la Secretaría de Estado de Cultura.

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