Temer se aferra al cargo en medio de crecientes presiones por su renuncia

Un escándalo de corrupción implica al presidente de Brasil en supuestos intentos de obstruir a la justicia
El presidente interino de Brasil, Michel Temer (a la izquierda), y el ministro de Hacienda, Henrique Meirelles
photo_camera El presidente interino de Brasil, Michel Temer (a la izquierda), y el ministro de Hacienda, Henrique Meirelles

El presidente de Brasil, Michel Temer, se aferró este jueves al cargo en medio de crecientes presiones por su renuncia derivadas de un colosal escándalo que le implica en hechos de corrupción y en supuestos intentos de obstruir a la justicia. "No renunciaré. Repito. No renunciaré y exijo una esclarecimiento pleno de todo", declaró Temer en un mensaje a la nación durante una vertiginosa jornada que, a pesar de su firmeza, concluye contra las cuerdas.

La crisis comenzó con una información divulgada el miércoles por el diario O Globo según la cual Temer habría sido grabado por un empresario que colabora con la justicia en investigaciones sobre corrupción cuando avalaba un supuesto soborno a un exdiputado preso a cambio de su silencio. El objeto de la presunta coima sería Eduardo Cunha, expresidente de la Cámara Baja, antiguo aliado del gobernante y promotor del juicio político que condujo el año pasado a la destitución de Dilma Rousseff y llevó a Temer al poder.

Otras informaciones afirman que además Temer coordinó la entrega de otros sobornos a políticos, todo lo cual constaría en documentos que están bajo secreto de sumario pero serán divulgados por la Corte Suprema, que anunció este jueves la apertura oficial de una investigación al mandatario. Sobre esa decisión, Temer aseguró en forma enfática que esa investigación "será el territorio" en el que probará su inocencia. En la declaración que hizo unas 24 horas después del inicio de la crisis, también reconoció que su Gobierno vivió en estos últimos días "su mejor y su peor momento".

El primero, lo atribuyó a "la caída de los indicadores de la inflación, los números del retorno del crecimiento y la generación de empleo". En segundo lugar, dijo que una grabación hecha "clandestinamente trajo de nuevo el fantasma de una crisis política en una dimensión aún desconocida", con lo que dio a entender que ni él imagina cómo puede acabar.

Para la oposición, el único fin posible es la "renuncia inmediata" de Temer, una demanda suscrita este jueves por parlamentarios de varios de los partidos de la base gobernante. "Frente a la gravedad del escenario y con la responsabilidad de no dejar que Brasil se sumerja en lo imponderable, sólo nos resta la renuncia del presidente", declaró el senador Ronaldo Caiado, del partido Demócrata, que integra la coalición de Gobierno.

En ese misma dirección se pronunció el jefe del grupo del Partido Popular Socialista (PPS) en la Cámara Baja, Arnaldo Jordy, quien dijo sin ambages que el Gobierno de Temer "acabó" y se "debe pactar una salida institucional".

El escándalo impactó también al Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), uno de los pilares del Gobierno y cuyo presidente, Aécio Neves, fue este jueves blanco de una operación policial mientras el Supremo le suspendía de su escaño de senador por sospechas de corrupción. Esa formación admitió que evalúa si seguirá junto a Temer, quien perdió a uno de los dos ministros que el PSDB tenía en el Gobierno con la renuncia de Bruno Araújo, titular del despacho de Ciudades.

En fuentes políticas se afirma que al menos otros siete de los 28 ministros de Temer pueden renunciar en los próximos días, lo que reduciría sensiblemente la base parlamentaria en que se apoya el mandatario para llevar adelante sus polémicas y liberales reformas estructurales. En el Congreso, entre este miércoles y este jueves fueron presentadas tres peticiones de apertura de un proceso de destitución similares al que en agosto pasado desalojó a Rousseff y aupó a Temer al Gobierno.

Según la Constitución, si Temer renuncia o es destituido, el Congreso deberá realizar una elección indirecta para escoger a quien completará el período que inició Rousseff en 2015, que concluye el 1 de enero de 2019. Sin embargo, el propio Congreso podría aprobar una enmienda para convocar una elección directa este mismo año, un asunto sobre el que existen propuestas que ya tramitan en las cámaras.

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