El desabollador chairego

Carlos Díaz montó un curioso taller hace cuatro meses en el polígono de Castro de Ribeiras de Lea, donde elimina golpes en los vehículos sin necesidad de pintar
Carlos Díaz, en su taller de Castro de Ribeiras de Lea
photo_camera Carlos Díaz, en su taller de Castro de Ribeiras de Lea

Eliminar los golpes del granizo, de las piedras o de los toques de aparcamiento sin necesidad de pintar es el curioso trabajo que desempeña desde hace cuatro meses en su taller, ubicado en el polígono industrial de Castro de Ribeiras de Lea, Carlos Díaz, el desabollador chairego.

«No es una profesión muy extendida en España, pero en otros países sí que hay talleres especializados», explica Díaz, que se formó entre Holanda y Francia y sumó experiencia en esta singular profesión durante nueve años por distintos países de Europa.

«Esta labor siempre fue desarrollada por técnicos que venían del extranjero», dice Carlos, mientras añade que «también se enviaban los coches a las fábricas, donde se les eliminaban los golpes y salían como nuevos».

Ahora es él el que puede presumir de reparar coches sin descanso y procedentes de diferentes puntos de Galicia. «Tengo muchos clientes de la provincia de Lugo y de la comarca de Terra Chá, pero también de Ferrol, Vigo... Además, realizo desplazamientos a otras localidades», añade el desabollador, más que satisfecho por el éxito que está teniendo su novedoso negocio.

Díaz se formó en esta curiosa profesión entre Holanda y Francia, sumando nueve años de experiencia en el sector

El proceso para acabar con esos molestos bollos en la chapa del coche es mucho más sencillo de lo que cabría esperar. «Se realiza todo manualmente. Sólo utilizo unas varillas que introduzco entre los huecos que quedan en la carrocería. Es la manera de acceder a los golpes y de recuperar su estado original», explica Carlos, quien consigue con su destreza que en la mayoría de los casos no sea necesario volver a pintar el vehículo.

«Ningún golpe es imposible de reparar», asegura con firmeza este desabollador, mientras que añade que para él lo más importante es cuidar a los clientes. «Una cosa es que se pueda solucionar y otra que salga más caro desabollar que cambiar», dice Díaz, quien también trabaja con diferentes concesionarios para completar cada vez más su cartera de clientes.

Trabajo no le va a faltar, por lo menos de momento. «Soy el único que tiene un taller así en Lugo y en el resto de Galicia», comenta con orgullo un hombre al que no le detiene ningún golpe.

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