Intensifican los controles en la Praza Maior tras las quejas por trapicheos

La Policía Nacional identificó este viernes a un grupo de menores en la Praza do Colexio y ninguno llevaba drogas. Padres y comerciantes esperan que la vigilancia continúe "y no dure dos días"
Una patrulla de la Policía Nacional, este viernes por la mañana identificando a varios jóvenes en la Praza do Colexio
photo_camera Una patrulla de la Policía Nacional, este viernes por la mañana identificando a varios jóvenes en la Praza do Colexio

Tras el aluvión de denuncias públicas por la venta de droga en pleno centro de la ciudad, las fuerzas y cuerpos de seguridad aumentaron esta semana su presencia en la Praza Maior e incrementaron los controles, una medida que, de momento, ha servido para disuadir a los traficantes.

Comerciantes y padres reconocen que la imagen de los trapicheros ofreciendo y vendiendo estupefacientes con total descaro ha desaparecido en los últimos días. Sin embargo, piden que la Policía continúe haciendo acto de presencia en la zona y esperan que la vigilancia policial "no dure dos días, ya que de lo contrario, el problema volverá", opinan.

A lo largo de este viernes, varias patrullas, tanto de la Policía Nacional como de la Local, recorrieron el centro de la ciudad. A las diez de la mañana, los agentes estacionaron el vehículo oficial en la entrada del callejón anexo al Círculo de las Artes e identificaron a todos los jóvenes que se encontraban en la Praza do Colexio.

Según explicó el portavoz de la Policía Nacional, prácticamente todos los jóvenes que se encontraban en el lugar eran menores de edad y los agentes no encontraron ningún tipo de droga. Los controles se sucedieron durante toda la jornada.

Los comerciantes de la zona señalan que -al margen de los perjuicios económicos que supone para sus negocios- la venta de drogas en pleno casco histórico ofrece una imagen "lamentable" de una ciudad que recibe cada vez un mayor número de visitantes.

"La imagen que hay en esta zona es desoladora. Se juntan grupos de jóvenes, tanto latinos como españoles, y pasan horas tirados en los soportales y fumando. Escuchar las conversaciones que mantienen pone los pelos de punta", señalaba ayer un comerciante.

Según explica, los jóvenes ponen la música a todo volumen y a veces no pueden hablar con los clientes ni cerrando la puerta del local. "Y encima no les puedes llamar la atención porque te metes en un lío. No tienen respeto por nada. Un día, llegaron varios agentes vestidos de paisano y se acercaron a tres chicos. Les mandaron levantarse, apoyar los brazos contra la pared y separar las piernas. Pues mientras los cacheaban, uno de ellos sacó el móvil del bolsillo y puso reguetón. Los agentes se pusieron serios y todos sus amigos se morían de risa. Eso ya revela la idea que tienen de la educación".

Los empresarios señalan además que a veces hay peleas y que han llegado incluso a presenciar escenas que podrían constituir malos tratos. "A veces los chicos les hablan a las chicas de forma despectiva, las empujan y las tratan de forma vejatoria. Es triste ver eso en parejas tan jóvenes", lamentan.

Los empresarios hablan incluso de "un problema de salubridad", ya que los jóvenes que se amontonan por los soportales del fondo de la Praza Maior y la Rúa Clérigos dejan en la zona todo tipo de desperdicios. "El suelo queda lleno de colillas, cáscaras de pipas, papeles, vasos y todo tipo de basura. Algún día es realmente asqueroso ver esto. Además, los empresarios tenemos un gran problema porque la comunidad de vecinos dice que los soportales son un espacio público que tiene que limpiar el Concello y el Ayuntamiento dice que es privado y lo tiene que limpiar la comunidad. Y en medio de esa guerra, somos nosotros los que tenemos que limpiarlo todo", explican.

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