Maruxaina: historia sobre una leyenda

Cada año el pueblo de San Cibrao recibe a Maruxaina en la playa de O Torno para someterla a un juicio en el que siempre acaba probada su inocencia
Ensayo del juicio de este año y antiguas ediciones
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LA ESCENIFICACIÓN del juicio a A Maruxaina en la playa de O Torno en San Cibrao ya forma parte del ADN de esta tradicional fiesta que hoy volverá a llenar la localidad. El director de la obra, Francisco Cao recuerda solo tres años en que no se hizo esta representación y este año será la XXXII edición. Todo evoluciona, pero la idea sigue siendo la misma que hace tiempo se escribía en verso: "A xente, ó chegar á Prazoleta, divídese en dous grupos: A (os que atacan á Maruxaina), e B (os que a defenden)", explica Cao.

Tanto en la obra como el pueblo, siempre hubo quien decía que era una bruja y quien pensaba que tocaba el cuerno cuando había temporales. Había quien decía que su canto engañaba a los hombres, que los atraía hasta las piedras de Os Farillóns y los hundía para siempre en el mar. Otros defendían a esa extraña criatura, porque velaba por los marineros para que volvieran sanos y salvos a sus casas.

El juicio siempre ha sido igual, pero el director aún guarda en su memoria una ocasión particular, cuando "la Maruxaina no llegaba". Francisco Cao no recuerda con claridad cuando fue, pero sí que sentó un precedente para los años posteriores. Todo estaba medido meticulosamente: cuando A Maruxaina pisara tierra, comenzaría la obra. Pero entre las llamadas de cuernos y voces, y las luces, los fuegos artificiales y las antorchas, saber cuándo ocurriría esto se volvía una tarea prácticamente imposible. Y así fue que la narración de aquella historia estaba grabada y comenzó a sonar antes de que los marineros llegaran a la playa portando a la sirena. Empezó el juicio y, como dicen en teatro, cuando el personaje tenía que entrar a escena, no había un atisbo de sirena atrapada en O Torno. Apenas lo pensaron y, sin dejar de cada uno el papel que tenía asignado de defensor o detractor y marinero corrieron hacia la orilla del mar en busca de aquella sirena extraviada. Nadie notó que fuera improvisado. La recibieron interpretando como podían el papel que les pertenecía a cada uno.

Los clásicos son los clásicos y su mensaje siempre prevalece. Por eso al final de la obra, el pueblo de San Cibrao acostumbra a mostrarse benévolo con A Maruxaina y en vez de quemarla deciden bailar: "Queimade ben a augardente e bailade ata cansar!":

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