Pedro López, el niño maduro que nunca se ponía nervioso

Destacó en su trayectoria en el Lugo, al que llegó de prebenjamín
Pedro López, con el CD Lugo infantil de la temporada 2009-2010
photo_camera Pedro López, con el CD Lugo infantil de la temporada 2009-2010

Del Prone a Segunda División gracias a un entrenador que marcó la trayectoria de Pedro López. El defensa del Lugo se encontró temprano en una encrucijada deportiva. Una incompatibilidad en su trayectoria que un técnico, Antonio Gómez, ayudó a despejar con habilidad. En edad alevín, el defensa rojiblanco vestía también el azul del Prone hasta que el entrenador lucense lo condujo hacia una senda exclusiva que lo ha llevado a la élite futbolística con veinte años.

Pedro había empezado en el fútbol para practicar un deporte. Lo hizo luego en los prebenjamines del Lugo, jugó de portero inicialmente para ser defensa vocacional después. Alternaba con el Prone hasta que Gómez le hizo una oferta que no rechazó. "Él (Pedro López) compaginaba el Lugo con el Prone. Empezó así hasta alevines. Aquel año le prometí que al año siguiente lo subía a Liga Gallega infantil si dejaba el Prone y lo hice", recuerda Antonio Gómez.

"Pedro compaginaba el Lugo con el Prone pero le prometí que jugaría en la Liga Gallega infantil si dejaba el Prone y lo hizo"


El preparador lucense marcó a Pedro en lo personal y le aporto "sobre todo, ganas de fútbol y confianza", defiende el jugador. Aquella temporada de infantil lo impulsó hasta el Deportivo, donde no tuvo un buen paso entre lesiones y competencia.

En su segundo año de cadete, Pedro regresó a Lugo para seguir siendo el líder callado de un equipo que competía en División de Honor. Posteriormente fue quemando etapas en la máxima categoría juvenil y el filial antes de llegar al primer equipo del Lugo. "Fue paso a paso, sin precipitarse. Se le veía que iba poco a poco pero con una evolución adecuada", considera Gómez.

"Era un líder en el vestuario. No lo era por hablar mucho, sino por tener un gran respeto entre sus compañeros"


Lo hizo con la madurez y el trabajo como vehículos. "Desde pequeño es un futbolista más maduro que los demás", asegura Antonio Gómez. "Su mayor virtud, aparte de la buena técnica, era su calma. Le dabas un balón y no se apuraba. En alevines, lo llevabas a jugar con los infantiles y jugaba muy serio a pesar de ser dos años más pequeño. Le daban el balón y no se lo sacaba de encima. Recibía la pelota y nunca se ponía nervioso. Era muy maduro jugando, mucho para edad que tenía. Temía algo que no tenían los demás. Nunca se ponía nervioso e intentaba hacer cosas que otros niños no se atrevían. Además, también recibía muy bien aspectos tácticos que le decías y luego lo aplicaba muy bien al juego", insiste el técnico.

A pesar de la edad, Pedro era un líder para los suyos, un respeto ganado a base de trabajo y honradez. "Era un líder en el vestuario. No lo era por hablar mucho, sino por tener un gran respeto entre sus compañeros", valora Gómez. "Entrenaba de forma muy seria. En esas edades entrenas con muchos niños y, con trece, catorce o quince años la cabeza la tienen en otra cosa. En cambio, él entrenaba y por eso era un líder".

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