Daniel Macías es doctor en historia contemporánea por la Universidad de Cantabria y ha sido autor, entre otras obras, del manual El Islam y el islamismo: religión e ideología. Bajo el título Los desafíos del siglo XXI: el islamismo y la internacional yihadista, este viernes impartió una jornada en Lugo, organizada por el CSIF y a la que asistieron unos 40 integrantes de la Policía Nacional, la Policía Local, la Guardia Civil y del cuerpo de funcionarios de prisiones.
¿Cuál es el objetivo de este curso?
Es una formación inicial con la que pretendemos que las fuerzas de seguridad del estado tomen conciencia de varias ideas que son fundamentales y que no siempre están claras en la sociedad. Por ejemplo, que el Islam es tan buena o tan mala como cualquier otra religión, que el Islam no es sinónimo de terrorismo o que el Islam es muy diverso porque agrupa a gentes muy distintas en función del régimen político bajo el que viven o del país en el que residen. Tiene que entenderse muy bien que el Islam es una religión, el islamismo una doctrina política y el terrorismo yihadista una pequeñísima parte. Son tres cuestiones muy distintas que nunca deben confundirse porque un musulmán no es un terrorista per se.
En cuanto a la respuesta que está dando España, ¿es suficiente hoy un nivel cuatro de alerta?
Hay que modular muy bien la respuesta y no caer en el alarmismo para, estando preparados y precavidos ante estos actos, no incurrir en excesos. El terror es justo lo que quieren los yihadistas, lo que promueven con su guerra simétrica. Si entramos a ese juego o si cambiamos nuestra forma de vida les estamos dando la razón. Además, ¿hasta qué punto tiene resultados reales el hecho de sacar el ejército a la calle? Para mí la clave está, fundamentalmente, en la inteligencia y en la comunicación entre cuerpos y, a partir de ello, en la contrapropaganda.
"No hay que caer en el alarmismo porque el terror es lo que pretenden los yihadistas, lo que quieren con su guerra"
¿Cuáles son las claves de esa contrapropaganda?
La mejor manera de eliminar estos núcleos de terrorismo yihadista es integrar a los musulmanes que viven en España. Eso implica no caer en el juego de que todos ellos son radicales porque eso es precisamente lo que pretenden los terroristas, el choque de civilizaciones. Por tanto, la clave es hacer que se sientan vinculados a España y que defiendan los valores democráticos de nuestro país.
¿Se podría haber hecho más para evitar atentados como el de Barcelona?
Nunca existe el riesgo cero de atentado terrorista. Es más, lo que están recomendando los medios de comunicación de la yihad y del Isis son ataques de media o baja logística como un ataque con un cuchillo o con un coche, que son muy complicados de evitar. Incluso un sabotaje o un incendio son prácticamente imposibles de atajar a un 100%. Por lo tanto, lo que queda es reforzar esa tarea de prevención, aplicando más inteligencia, más coordinación entre cuerpos de seguridad y más trasvase de información a nivel europeo e internacional. Para ello, sería una muy buena alternativa crear un FBI europeo o una Europol más desarrollada, porque el problema del terrorismo yihadista es internacional. No se puede pretender luchar contra un movimiento global desde un estado-nación concreto.
¿Qué papel juega la colaboración ciudadana en esa prevención?
Es fundamental y, de hecho, la Policía Local, que es la que trata con el ciudadano de a pie, muchas veces es la que analiza los síntomas de radicalismo. Es el cuerpo que puede estudiar esos comportamientos. Aún así, que se aprecien estos comportamientos en gente integrista no significa que hayan cometido ningún delito.
"Crear un FBI europeo o una Europol más desarrollada permitiría aplicar más inteligencia y más coordinación"
¿Ante qué cuestiones hay que permanecer alerta?
Es algo relativo porque cada persona puede vivir un proceso de radicalización de forma diversa. No se puede decir nada en concreto porque eso solo contribuiría a generar una caza de brujas y a estigmatizar determinados comportamientos que no tienen por qué derivar en terrorismo.
¿Tiene coto el yihadismo?
El problema de base está en los estados fallidos, en el fracaso de naciones como Mali, Libia, Siria, Irak o Somalia. Cuando se solucionen estas situaciones, el fenómeno del yihadismo se reducirá a su mínima expresión.
¿Quiere decir eso que desde Lugo no hay nada que se pueda hacer?
Sí se puede trabajar, como por ejemplo en la eliminación de errores y estereotipos en la escuela. Si educamos bien a los niños, estos servirán como una correa de transmisión con sus padres y, además, no se marginará a los musulmanes, de modo que estaremos generando minorías integradas. Otra fórmula muy apropiada son los grupos de mediación intercultural, en los que las personas musulmanas se relacionan con las personas españolas para ir al médico, para hacer papeles... Toda una serie de actividades que generan lazos entre comunidades. Se trata de que se sientan integrados y adquieran la identidad española porque el problema de fondo es identitario. No saber quién eres en un mundo global puede generar esta respuesta de autorradicalización. Es el reverso tenebroso de la globalización lo que está generando esta crisis de identidad.
