Confirman la absolución en el caso del atropello mortal de Cedeira

El caso fue polémico porque víctima y conductor eran vecinos y mantenían una manifiesta enemistad

La Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) ha confirmado la sentencia de la Audiencia de A Coruña que, de acuerdo con el veredicto del jurado popular, consideró no culpable a Maximino Caruncho, un vecino de Cedeira (A Coruña) juzgado por haber atropellado mortalmente a otro residente en la localidad, según informa el alto tribunal gallego.

El jurado consideró probado en su momento que el conductor, en el momento de cometer el atropello, ignoraba la identidad del peatón que caminaba por la calzada, un hombre quien había denunciado al acusado en múltiples ocasiones.

También concluyó que "en el momento del accidente intentó evitar el atropello dando un volantazo a la izquierda en el mismo momento de producirse, llegando a invadir el carril contrario".

Con posterioridad, la Fiscalía recurrió la sentencia y pidió la condena del acusado por un delito de homicidio por imprudencia grave, pero la Sala ha desestimado sus pretensiones.

CONDUCCIÓN DEL ACUSADO. Para los magistrados del TSXG, "las referencias a la patología ocular del acusado son muy imprecisas y no se ha abundado en ello como hecho integrante de la conducta imprudente", señala en respuesta a los argumentos esgrimidos por la Fiscalía sobre el tipo de conducción del hombre. Así, manifiesta que esta no fue "gravemente desatenta".

En su veredicto, los miembros del jurado concluyeron también que el hombre "en el momento del accidente intentó evitar el atropello dando un volantazo a la izquierda en el mismo momento de producirse, llegando a invadir el carril contrario".

Sin embargo, para el Ministerio Público, el día de los hechos, el 10 de agosto de 2012, el acusado, que era constructor y con el que la víctima mantenía varios litigios, "varió la trayectoria y arrolló por la espalda a la víctima sabiendo que con ello le ocasionaría la muerte".

En el juicio, testigos de la defensa alegaron que el procesado padecía una depresión. Según su esposa, el día de los hechos, no se había tomado su medicación. Mientras, el letrado del acusado atribuyó a una "terrible causalidad" que la víctima mantuviese un enfrentamiento con el procesado.

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