Cervantes aguanta la respiración

Varias aldeas de Donís y Cereixedo se vieron rodeadas por las llamas y se produjeron continuos desalojos de población
Vecinos luchando contra las llamas en Cervantes
photo_camera Vecinos luchando contra las llamas en Cervantes

El fuego cortó la respiración de Cervantes. Se metió en su pulmón, la reserva natural de Os Ancares, y le asestó tal puñalada que su gente se vio obligada a luchar por su vida, que en muchos casos corrió un riesgo real. Se vieron cercadas por las llamas las aldeas de Vilarello y A Freita y otras muchas de las parroquias de Cereixedo y Donís. Muchas personas tuvieron que pasar la noche fuera de sus casas, en vilo por la constante amenaza del fuego.

Los cervantinos calculaban este domingo por la mañana que las llamas se habían llevado por delante más de 500 hectáreas de bosque autóctono. Hablaban de "desastre ecolóxico de magnitude incrible" y temían el cómputo final, pero apenas les dio tiempo a llorar la pérdida natural, pues a media mañana ya estaban en peligro vidas humanas. Vilarello estaba cercado por las llamas. El fuego cogió por sorpresa a los medios de extinción y en ese momento nadie estaba en el lugar para combatirlo. Algunos vecinos salieron de la aldea, pero otros se quedaron para defender las casas. Las llamas las rodearon, pero la gente fue eficiente y solo una se vio afectada.

Le ardieron la puerta y las persianas. El resto de las viviendas quedaron a centímetros de las llamas. Durante la mañana se vivieron momentos de gran tensión. Se sabía que quedaban personas en el pueblo, pero no la suerte que habían corrido porque el cerco de fuego impedía entrar.

Los vecinos critican la escasez de medios de extinción y la falta de acondicionamiento de los accesos al monte



Los medios de extinción de incendios lograron finalmente abrirse camino y pudieron comprobar que la gente que permaneció en Vilarello estaba bien, aunque enojada por su tardanza. A lo largo del día lograron alejar las llamas del lugar, pero se fueron hacia otros.

Era solo el principio. El caso de Vilarello fue el más grave, pero no el único en el que la población se vio amenazada. Ya el sábado por la noche, el fuego se acercó a San Rebordín, de madrugada puso en peligro el lugar de Filloval de Torés y a primera hora de la mañana rondó Vilanova do Pedregal. Estos incendios mantuvieron en vela a los efectivos del GES de Becerreá, que se desplazaron de uno a otro sin descanso para intentar, con ayuda de los vecinos, mantener el fuego lejos de las casas. El domingo por la noche, el panorama era bastante peor. Permanecían en llamas las parroquias de Cereixedo y Donís y los medios de extinción se afanaban por salvarlas, pero el viento y el cansancio no facilitaban la tarea. Las poblaciones eran desalojadas por momentos, cuando el fuego se acercaba demasiado, y los concellos de Cervantes y Becerreá pusieron a disposición de los afectados pabellones para pasar la noche.

Los cervantinos se enfrentaron a otra madrugada en vela. Su alcalde, Benigno Gómez Tadín, estaba desesperado. "Isto é desolador", repetía con impotencia mientras viajaba de una aldea a otra. Aunque la queja inicial de los vecinos fue la falta de medios, el domingo por la noche había personal abundante y el delegado de la Xunta, José Manuel Balseiro, acudió a supervisar las tareas, pero nada era suficiente. "Isto non hai quen o pare", lamentaba el alcalde. 

ADVERTENCIAS. "Víase vir", criticaban los vecinos. "O sábado pola noite, antes de deitarnos, fomos ver como quedaba o lume e xa ninguén puido durmir tranquilo porque estaba fóra de control e non había ninguén para paralo", lamentan.

Durante horas se temió por la vida de la gente de Vilarello, que quedó cercada por las llamas para defender sus casas



Los medios terrestres no pudieron llegar a toda la zona boscosa afectada en Donís y los aéreos se vieron muy limitados por la humareda, que les impidió trabajar. "Levamos anos pedindo que acondicionen os camiños e agora, cando pasa unha desgraza destas, danse conta de que as carrocetas non teñen por onde chegar ao monte", critican.

La Consellería de Medio Rural echa cuentas y concluye que durante los últimos días trabajaron en el incendio de Donís 13 agentes, 44 brigadas, 17 motobombas, dos palas y numerosos medios aéreos. Los vecinos dan fe de que fueron insuficientes para parar la virulencia de unas llamas que el viento infló de ruindad.

LLUVIA DE CENIZA. El humo de Cervantes cubrió el cielo de Os Ancares y en toda la comarca llovía ceniza de árboles centenarios. La tristeza, la rabia y la impotencia se repartían el corazón de los cervantinos, pero también hubo lugar para la solidaridad. Los vecinos se implicaron en la lucha contra el fuego y acogieron en sus hogares a los que tuvieron menos suerte y se vieron obligados a abandonarlos. Hicieron esfuerzos durante todo el día para aguantar la respiración. Se turnaron por parroquias. Cuando unos empezaban a suspirar de alivio otros contenían el aliento al ver avanzar las llamas amenazantes hacia sí.

Los de Donís no descansaron, su tierra ardió constantemente, pero tampoco pudieron descuidarse en Cereixido ni en Noceda. En cualquier lugar aparecía un foco y el viento pronto lo convertía en un serio problema. Los dedos acusadores se cruzaban. "Está claro que alguén prende, isto natural non é, pero hai que ter pouco sentido para poñer en perigo vidas e causar tanto dano natural", lamentaba una vecina de Cervantes. Los ojos miraban al cielo suplicando lluvia y las bocas pedían a gritos más medios de extinción. La desolación corría tanto como las llamas.

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