Castroverde hereda un aristócrata pasado

Interior de la iglesia de Soutomerille  (Foto: AEP)
photo_camera Interior de la iglesia de Soutomerille (Foto: AEP)

«In castrum de Vallis Viridis», así se dice que el rey Alfonso III encabezó algunos documentos enviados desde la fortaleza que domina Castroverde y que, aunque atravesó tiempos mejores, se sigue levantando altiva consciente de que, al fin y al cabo, sigue siendo el símbolo por excelencia de este concello, como consta en su escudo.

A tan solo 22 kilómetros de la capital provincial, el concello de Castroverde puede, pero no debe, pasar desapercibido. Uno no debe dejarse engañar por el descenso de población que le afecta como a tantos otros lugares rurales, pues, como todo arqueólogo sabe, los mejores tesoros son siempre los más ocultos.

Y es que este lugar situado entre dos afluentes del río Miño, el Azúmara y el Tórdea, aparte de ofrecer la encantadora visión de una flora llena de castaños, robles o pinos esconde historias muy interesantes.

El nombre del municipio evoca los antiguos castros celtas y, efectivamente, existen abundantes vestigios prehistóricos, como los castros da Croa, en la parrroquia de Meda, o los de Miranda, Paderne, Pereiramá, Sarceda y Maxide, en Montecubeiro. Además, en este último lugar están también las interesantes ‘médoas’ de Eilandrán y Santadrao. Su visita puede complementarse con un paseo por el castro de la parroquia de Espasande, que, aunque no está bien conservado, puede ser del interés de los apasionados por este tema, pues en él se exhumó un antiguo molino de mano.

Sin embargo, la gran época de este lugar llega en la Edad Media, concretamente en la baja, o por lo menos es precisamente en ésa cuando el ya mencionado monarca escribe en su ‘cronicón’ «Populus gallaetiae contra se rebellantes in Monte Cuperio», es decir, que hubo una batalla en Montecubeiro debido a que los gallegos se habían sublevado por no aceptar la soberanía del sexto rey de Asturias, Silo, y que tal revuelta fue reprimida.

A partir de ese momento, la historia del actual concello acabará uniéndose, ya sea por donaciones reales o herencias, a la Casa de Lemos, aristocracia de la más prestigiosa sangre azul en Galicia. Según Murguía, «unha estirpe case real», hasta el siglo XVI, momento en que los territorios pasan al de no menos abolengo y antigüedad condado de Altamira.

Pero serán los primeros los que le proporcionen a este concello más recuerdos de su interesante historia, especialmente con el mencionado castillo de Castroverde.

Pero este lugar, si bien es probablemente el más destacado, no es el único. La influencia de los cuatro monasterios de Montecubeiro, Soutomerille, Moreira e Vilabade ha dejado otros lugares interesantes para visitar, especialmente el último.

Si bien ya no queda monasterio, ‘la catedral de Castroverde’, como es conocida la iglesia de Vilabade, que forma ángulo con el pazo y configura un conjunto con gran encanto, presume de ser una de las construcciones más bellas de Galicia, tanto por su traza como por su armonía de conjunto, motivo por el cual es monumento histórico-nacional.

PATRIMONIO
El castillo, señorío y símbolo del concello

Situado en la cumbre de una colina, los restos del castillo de Castroverde dominan la villa y los alrededores.

Es el principal recuerdo del importante pasado de la villa. Está erigido sobre las ruinas de un antiguo castro, que acabó dándole nombre a la zona. En torno a los siglos XIV y XV, fue fortaleza y residencia señorial. Técnicamente, en estos momentos sigue siendo propiedad privada.

El paso del tiempo

Solo se mantienen en pie parte de los muros externos y la torre del homenaje, de planta rectangular y de una altura de 20 metros, de aparato irregular, que en su día contó con cinco pisos.

Se pueden ver tallados, en el lado norte, la puerta de entrada con dintel semicircular, adornado con la figura en relieve de un gaitero; en la cara oeste, una ventana con arco y tímpano y escudo de seis roeles y, en el lateral sur, una ventana con doble aspillera, en arco.

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