Bienvenidos a La Pallota

LA INVITACIÓN ME llegó por correo electrónico, como te llega el análisis médico que anualmente te hace la empresa y en el que te vuelven a decir que en tus venas corre ya mas JB que sangre. Se trataba en este caso de un congreso para debatir en Granada durante dos días sobre el periodismo y las nuevas tecnologías aplicadas a las redes sociales. De inmediato dije que sí, porque como bien saben los técnicos de El Progreso que todos los domingos por la noche maldicen tratando de desencriptar estas páginas que les envío, el manejo de herramientas informáticas es mi especialidad.

Un par de meses antes ya me había llegado otra invitación para participar con una ponencia en unas jornadas sobre la ética del periodismo. También dije que sí, pero en este caso debieron informarse mejor, porque a los tres días me contestaron que se cancelaba el congreso por falta de fondos... o al menos esa es la explicación que me dieron.

Son cosas extrañas las que me pasan últimamente. El mes pasado fui a hacer un examen psicotécnico para renovar el permiso de armas (sí, también me gusta la caza, como los toros, que yo he salido de serie con el pack completo y cualquier día les hago aquí una crónica taurina igualita a las de Joaquín Vidal). Las preguntas eran de cajón, de estas de responder sí, sí, sí, aporreando el botón del maquinillo por inercia, casi sin leer, hasta que ya cambió la serie y había que decir que no. Pero yo seguía a lo mío, dándole al mismo botón de forma frenética.

-¿Siente que la gente le persigue y habla de usted a sus espaldas?

-Sí.

La doctora abrió los ojos y puso la misma cara que mi padre cuando le entregaba el boletín escolar, pero yo seguía a lo mío.

-¿A veces le entran ganas de matar a algún compañero de trabajo?

-Sí. Volví a contestar aporreando de nuevo el botón derecho, y para matizar me giré a la doctora, o lo que quedaba de ella, diciéndole «Uy si yo le contará»... Han pasado ya unas semanas y aún no me han remitido por correo electrónico el certificado del psicotécnico. No se si empezar a preocuparme.

De todas formas nada parecido a lo sucedido tras mi última contraportada, esa en la que desde mi acrisolada neutralidad analizaba la final de la Champions. Ahí ya no solo me llegaban por email los insultos, sino también por medio de cartas al director, con su sello postal y todo. Solo les faltó apedrearme las ventanas, que digo yo que si no lo hicieron fue porque vivo en un séptimo y debajo hay una comisaría. ¡Si hasta a Jabois se le dio por componer un himno a la ‘Décima’ y enviármelo!

Lo más curioso es que la mayoría de las críticas se fijan en un detalle sin importancia, cuando censuré la prolongación excesiva de la final de Lisboa, que debía de ser de solo tres minutos y no de cinco, y que el gol de Sergio Ramos llegó por tanto fuera de tiempo. ¡Pues algunos me salen con que el Madrid marco en el 2’42 de prolongación! Pero vamos a ver, ¿no se han enterado que los Fortes somos de letras? Que si no, ¡cómo iba a yo acabar la carrera de periodismo!, aunque fuese en el tiempo récord de 14 años, que ahí si que prolongó el colegiado.

Y es que a estas líneas que ustedes leen cada lunes empiezo a darles forma acodado en el mostrador de A Pallota, reponiendo el JB en mi torrente sanguíneo a la espera del próximo análisis, enfrente a la grada de fondo norte de Pasarón, que con esa ubicación ya se imaginan que se trata de un templo sagrado de la tertulia futbolística pausada, serena, neutral y objetiva. Y en ese registro es en el que escribo. Porque con lo que siempre me ha gustado reírme de mi mismo, ¡como para no reírme de los demás!

(Publicado en la edición impresa el 2 de junio de 2014)