Adiós a la monja de los pobres

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Convertida en uno de los personajes más populares de Francia, nunca le tembló el pulso a la hora de defender el control artificial de la natalidad y otros temas doctrinales que eran tabú para la Iglesia Católica.

Sor Emmanuelle, más conocida como la monja de los pobres, ha muerto este lunes a los 99 años en su modesta vivienda de Callian, en el centro de Francia. La religiosa dejó un legado de ayuda a los demás, sobre todo forjada en sus trabajos en los barrios más deprimidos de El Cairo, donde se ganó a pulso el apelativo de 'la hermanita de los traperos'.

Dedicada a los demás
Nacida en Bruselas el 16 de noviembre de 1908, Madeleine Cinquin, su verdadero nombre, tuvo una infancia marcada por la muerte de su padre, quien se ahogó ante sus ojos cuando ella sólo tenía seis años.

En su adolescencia mostró su deseo de ingresar en una orden religiosa pese a la oposición de su familia y a los 23 años, tras haber cursado estudios es ciencias filosóficas y religiosas, profesó sus votos.

Inició su actividad como maestra en los liceos de Estambul y Túnez, antes de culminar su carrera docente en Alejandría. Después de su jubilación optó por instalarse en un barrio de 'traperos' en El Cairo, donde se dedica a elevar el nivel de la salud y la educación, en particular de los niños.

'Trapera de los traperos'
En 1993 fue trasladada al sur de Francia, donde falleció tan sólo unos días antes de cumplir 100 años. Desde entonces publicó libros que tuvieron gran difusión y dieron una imagen del cristianismo ajena a toda forma de identificación con los sufrimientos y la culpa.

Trapera entre los traperos, Riqueza de la pobreza o ¿Para qué sirve vivir? son algunos de los títulos con los que la religiosa se ganó el favor de la sociedad francesa. En ellos defendió los mismos valores que en los programas de radio y televisión en los que no dudó en aparecer para garantizar la continuidad de su acción.

En 1995 contribuyó al enraizamiento de la lucha contra la fractura social y la exclusión en la campaña presidencial de Jacques Chirac, quien la nombró Comendadora de la Legión de Honor. En sus discursos solía contraponer la sonrisa de la gente de lugares pobres con la seriedad de la de los países ricos y se preguntaba "¿quiénes son más pobres?".

Azote de la Iglesia
A su trabajo en el terreno sumó una independencia de pensamiento que le llevó a enfrentarse a menudo con la jerarquía eclesiástica, como cuando se pronunció a favor de la píldora anticonceptiva o del matrimonio de los sacerdotes.

Fallecida en la residencia de su congregación en el sur de Francia (Var), Sor Emmanuelle rechazó toda forma de homenaje fúnebre y pidió ser enterrada en la más estricta intimidad. Discreta hasta la muerte, en su epitafio figurará una única palabra: 'Vivió'.

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